Creek y la muerte.

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11 años.

Tweek miraba al pequeño cobayo, pensando en si tomaría la decisión correcta.

—  ¿y si no quiere verme?— se preguntó— ¿y si me odia después y ya no somos amigo s? ¡Jesucristo! Es mucha presión. 

—  ¿algún problema?— se acercó una de las empleadas, sonriendo con amabilidad.

—  no... nada... hum— suspiró—  ¿podría decirme cuánto vive un cobayo?

La mujer recargo el mentón sobre su palma, con una expresión pensativa. 

—  de cuatro a ocho años con un buen cuidado.

—  amm... gra-gracias.

Tweek salió de la tienda, pensó en ir a la cafetería, pero al final decidió dar una vuelta.

Stripe #3, la cobaya de Craig, había muerto hace unos cuantos días, no había hablado con él desde entonces. Quería verlo, quería estar a su lado, sin embargo tenía miedo.

Tal vez diría algo innecesario y lastimaria a Craig o tal vez él lo culparia y romperían su amistad, tantos escenarios se armaban en su cabeza, unos peores que otros.

—  ¡hey Tweek!—  la voz de Clyde lo distrajo de sus tormentosos pensamientos—  ¿qué haces aquí?

Miró a los alrededores, había caminado sin rumbo hasta llegar a la tienda de zapatos de los Donovan.

— ah yo sólo caminaba...— susurró. 

—  que bueno que pasas por aquí, me aburro en serio amigo—  tomó la mano de Tweek y lo arrastró dentro de la tienda.

—  pero estás trabajando.

—  no hay clientes—  se alzó de hombros, mientras se sentaba en un taburete, dio palmadas a su lado invitando a Tweek a sentarse—  cuentame algo hombre.

—  realmente no tengo mucho que contar. 

Clyde frunció el entrecejo.

— ¿haz visto a Craig? Desde que empezaron las vacaciones no lo he visto.

Tweek lo miró con sorpresa.

— ¿no sabes lo qué paso?— Clyde negó, mirándolo con curiosidad— su cobayo murió.

— ¿en serio? ¡vamos hombre!—  rió, pero al no ser acompañado, calló al instante.

— no ha salido de su casa desde entonces.

—  amigo...

—  ¡no sé que hacer!— gritó cubriendo su rostro con ambas manos—  soy su amig... novio y aquí me ves escondiendome como un cobarde, sin saber que hacer.

Clyde notó como el tono de voz de Tweek cambió, se acomodó en el asiento y respiró hondo.

— cuando mi mamá murió...— Tweek dejó de cubrirse el rostro para mirarlo, Clyde pudo apreciar un par de lágrimas en sus ojos— fue todo muy... wow para mí ¿cómo decirlo? No podía creerlo la verdad ¿jamás volver a ver a mi mamá? ¿qué mi madre ya no se encontraba en este inmenso mundo? Fue muy duro—  suspiró—  sin el apoyo de todos ustedes no hubiera sabido que hacer, todos pensaban que quería estar solo ¡pero no quería, en verdad, no! Tenerlos a ustedes a mi lado, me ayudó bastante.

Tweek estaba con la boca abierta, sin saber que decir ni como reaccionar.

—  opino que deberías ir con Craig- continuó Clyde—  de seguro te quiere ahí ¡ánimo amigo!—  sonrió mostrando los dientes. 

—  gracias—  murmuró al levantarse- amm...

—  si todo resulta, me debes unos tacos- le cortó Clyde.

Tweek sonrió y salió de la tienda. La plática con Clyde había despejado un poco su cabeza, tenía mucho miedo, pero quería estar con Craig. Cuando ya no veía la silueta del rubio, Clyde dejó escapar las lágrimas.

Tocó la puerta de los Tucker y la madre de Craig lo recibió con una sonrisa, como si hubiera esperado por él.

— buenas tardes ngh... ¿puedo ver a Craig?

— claro, está en el jardín—  contestó haciéndose a un lado.

Atravesó la sala de estar y la cocina, tomándose su tiempo para elegir sus palabras correctamente. Veía la espalda de Craig, estaba de rodillas en el suelo.

Se acercó lentamente, se detuvo al oír la voz de Craig.

—  no jodas Trish—  dijo, con la voz rasposa— mataré a tu estúpido gato si no te vas.

Respiró hondo y siguió caminando.

— ho... hola Craig—  habló, lo más fuerte que el nudo en su garganta le permitió. 

Craig giró, mirándolo con sorpresa y luego con una expresión que Tweek no supo entender. 

—  Tweek ¿qué haces aqui?— su voz sonaba desdeñosa, volvió a voltearse. 

Tweek sintió que era una forma de recriminarle su ausencia, respiró hondo para obtener el valor y seguir hablando.

—  yo vine a...— balbuceo al arrodillarse a su lado— acompañarte.

Frente a Craig se encontraba un pequeño montículo de tierra, con un pedazo de madera tallado torpemente con el nombre Stripe #3 coronandolo. Tweek sintió que la respiración se le cortaba y respiró hondo, nuevamente, rascando su antebrazo izquierdo con suavidad.

—  siento tu pérdida.

Craig se mantuvo en silencio por unos segundos. 

— ¿no crees qué es ridículo?—  preguntó, sin mirarlo, clavando sus tristes ojos negros en la pequeña tumba—  llorar, estar de luto por un cuyo... es ridículo ¿no es así?

—  ¡claro que no!—  se apresuró a responder, Craig lo observó con sorpresa—  era alguien muy preciado para ti aunque no hubiera sido una persona, además... ngh ¡tenemos 10 años, Craig! Llora por quien quieras.

Calló durante unos instantes, hasta que las lágrimas salieron sin control. Intentó mantener la compostura, sin embargo su rostro se había vuelto un desastre.

—  lo extraño mucho—  dijo entre sollozos— no lo cuide Tweek y por eso ya no está. Es mi culpa ¡Lo extraño tanto!

Tweek empezó a llorar, ruidosamente junto a Craig, como los niños que eran y que enfrentaban la incomprensible muerte, para sus infantiles mentes.

Caía la tarde, ambos aún se encontraban en el jardín, sentados en el suelo, tratando de borrar cualquier rastro de lágrimas de sus rostros.

—  amm.. yo...— empezó a hablar Tweek—  no vine antes porque no sabía si querías verme.

Craig sorbio sus mocos, mientras estiraba su mano para tomar la de Tweek.

—  gracias por venir, babe—  sonrió a penas.

—  ¿aún tenemos tiempo?— preguntó Tweek— quiero hacer algo contigo.

Tomando sus manos salieron de la casa. Al llegar a las tienda de mascotas, Craig apretó con fuerza la mano de Tweek.

—  lo cuidaremos juntos—  prometió, mirándolo con seguridad— así el gato de Trish no tendrá oportunidad de comérselo. 

Tras aquella pequeña promesa, Stripe #4 paso a formar parte de sus vidas.

Minimizar el dolor de los demás está mal. La muerte de una mascota siempre es muy dolorosa.

La vida no se reemplaza con otra, pero son niños, que se esfuerzan y ponen su corazón.

Es un simple razonamiento sobre el duelo de un niño.

Edad [; ᴄᴏʀᴛᴏꜱ ᴄʀᴇᴇᴋ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora