Solo.

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[e d i t a d o]


*


No me agrada mucho la idea de volver a la rutina de hacer tareas y prestar atención, pero no me queda de otra. Las clases habían comenzado.

Bufando, tomo mi mochila y los lentes de sol. En unos segundos ya estoy en la vereda de mi casa, rumbo al Instituto Kohn, preparado para que comience otro aburrido año escolar. Ya puedo imaginar a mis compañeros comportándose como orangutanes y a mis profesores tratándonos como si fuéramos prisioneros.

A unos metros diviso el gran portón de mi Instituto. Ya casi llego. Maldición.

Cruzo la puerta principal y me adentro al edificio, echo un largo suspiro antes de comenzar a caminar hacia mi clase y esperando que nadie me dirija la palabra. 


—¡Hey, Harry!


Mi paz se termina aquí.


—Hola Luke— saludo al pelirrojo con pocas ganas. No es que quiera demostrarle mi mal humor, es que simplemente no puedo ocultarlo. Su mini-sonrisa no se borra de su rostro y continúa hablándome.

—¿Cómo pasaste las vacaciones?— me pregunta y no se que contestar. Me pregunto por qué tanto interés.

—Bien, normal.— respondo —¿Tu? 

—Bien. Eh, quería saber si...


Aquí vamos. Que bien que fue directo al punto.


—Escuché que tu hermana está de viaje y no vendrá al Instituto este año.


Río un poco antes de contestarle. Jai siempre rompiendo corazones.


—¿Te refieres a Jai? Ah si, está en Canadá.— le digo tocando su hombro en señal de ¨que lástima muchacho. Tienes cero chances con la loca de mi hermanastra¨

—Oh, bueno...


El timbre suena y me alivia de esa incómoda conversación. ¿Qué otra cosa podría decirle? Luke es un buen chico y, a comparación de Jai, yo odio romper corazones.


Casi corriendo, me dirijo a la clase del día, otra vez con mi depresión post-vacaciones al tope, y una vez que llego, no miro a nadie. Voy directo a buscar un asiento; me acomodo en uno de los de adelante y me propongo a mí mismo intentar poner atención a la clase.

La profesora Meryl entra. Todos guardan silencio.

—Bienvenidos a otro año escolar.


Mientras la profesora habla de las pautas y lo emocionante de volver a clases, yo juego con el anillo en mi dedo, haciendo caso omiso a la propuesta de prestar atención. Girando por enésima vez el anillo, éste cae al suelo a unos centímetros de mi silla. Levanto la mirada con miedo para corroborar si la profesora notó mi percance; para mi suerte no lo hizo.

Con cuidado y disimuladamente me inclino a recoger mi anillo, cuando algo me llama la atención.

Giro un poco la cabeza hacia mi izquierda; un chico desconocido está sentado en la fila siguiente, unos bancos más atrás. Era nuevo en el Instituto, porque nunca antes lo había visto. Lo examino y lo primero que me llama la atención es el color intenso de sus ojos.

esperando un para siempre. {stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora