Sábado.

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—Y entonces me sacaron de la clase.


Tal vez, solo tal vez, estoy cambiando algo de la historia, pero simplemente no puedo decirle la verdad completa a mi madre; ella moriría de un infarto. Mi nuevo relato sobre lo sucedido ayer en la clase de Gracie es algo diferente a la realidad, no puedo ni siquiera mencionar que me echaron de clase por andar de charlatán.

Bajo un poco la cabeza y miro fijo mi desayuno antes de recibir respuesta por parte de mi madre.

—¿Y eso te enorgullece?— ella comienza—Que vergüenza Harry. Prometiste ser responsable este año.

Levanto la cabeza e intento defenderme:

—Mamá no fue mi culpa, esa profesora está peleada con el mundo, ¡odia a todos!— intento hacer un drama sobre lo sucedido, inventándole una personalidad falsa a Gracie. Aunque, si lo pienso bien, no estoy tan equivocado. Mi madre rueda los ojos y no se traga para nada mi historia, lo se.

—Odia a todos, especialmente a ti, ¿verdad?

—¡Especialmente a mi!— no me doy cuenta de que levanto la voz más de la cuenta, así que respiro e intento calmar mi falso enojo.

—¿Porque será?

Su pregunta irónica hace que quiera reír, pero me contengo. Estoy seguro de que mi madre sabe perfectamente lo que pasó, es decir, soy su hijo y me conoce bien. Todas las madres tienen ese nosequé que les permite descifrar a sus hijos y todo a su alrededor; cosa que me asusta de vez en cuando. Solo me extraña que, sospechando del asunto, aún no me haya castigado o algo parecido.

Continúo con mi desayuno, ahora un poco más aliviado. Miro el reloj y, como la mayoría de las veces, estoy tarde. Apuro mi ritmo y me levanto de la mesa; me resulta gracioso que recién acabo ésta mini-discusión con mi madre y ahora voy directo a otro problema más.

Con mi mochila en los hombros y un lente de sol en la mano, bajo las escaleras. La ventana principal está abierta de par en par, el cálido viento me da en la cara. Me siento de buen humor.


—Que asco ir al Instituto con este día tan hermoso, ¿verdad?— mi hermana me pregunta mientras come su cereal. Su tono burlón me causa gracia.

—No tanto— le respondo. Su cara se transforma y mi diversión aumenta.

—¿Ahora te gusta la escuela? ¿Que te pasó?— yo solo niego la cabeza algo divertido y me alejo; ella comienza a confundirse y no puedo evitar reírme por la situación; fueron necesarios cinco segundos para que cambien los papeles. El burlón ahora soy yo.

—¡Estas chiflado!

Me grita una vez que yo paso la puerta y sonrío aún más.


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De camino al Instituto me pregunto que clase tendrá Louis el día de hoy y deseo poder tener sus horarios en mis manos. Aunque suene estúpido.

Mi primera clase del día es Ciencias de la Tierra, por un momento tengo la esperanza de que Louis también esté en la misma clase ya que las iniciales de nuestros apellidos están cerca y ya coincidimos en algunas.

Cuando estoy cerca del salón que me toca, me quedo parado en la puerta contemplando a la nada y fingiendo que pienso sobre la vida y el universo. Disimuladamente miro hacia los distintos pasillos que tengo cerca mío, intento encontrar a Louis pero no lo logro. La cantidad de gente amontonada, sumado a mi 'disimulo'  no ayudan a mi búsqueda. El ánimo baja poco a poco hasta que mi gran amiga Lisa se para frente a mi con una sonrisa pícara; aquí vamos de nuevo.

esperando un para siempre. {stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora