La felicidad que irradia.

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Lo miro subir al autobús al instante que una nueva canción se reprodujo. Le sonrió al chófer y se dispuso a caminar hacia su asiento a su lado, resaltaba de entre los demás con su bella sonrisa y es que nadie sonreía por las mañanas ¿y cómo hacerlo? Levantarse temprano para ir a la escuela... No era una idea agradable pero ahí se encontraban.

Por ello le agradaba la manera de ser de Víctor, siempre se encontraba feliz y relajado. Se sentó a su lado y dejo caer su cabeza en su hombro mientras chocaban las manos en manera de saludo. Así era siempre, una costumbre entre ellos.

Esa era una razón por la que se enamoró, lo sabía tras pensarse toda una noche por que Víctor era la persona con las características que describía su lista.

Era las más obvia para el, cualquier persona se enamoraría de alguien positivo, alguien capaz de demostrarle que la vida podía disfrutarse; Víctor siempre lo hacía. Sus mejillas se pusieron rojas y un calor se apoderó de ellas.

Cuando reaccionó se dio cuenta que se encontraba en la hora del almuerzo, movió su alimento con la cuchara desganado de probar el puré de patatas que Trolli le había ofrecido. Dicho pelinegro volteo a ver a sus demás amigos con una ceja enarcada, los demás sólo alzaron los hombros sin comprender tampoco que sucedía con el ojivioleta. Todos menos Rius y Timba que suspirarón al unísono.

En ese momento Víctor llegó junto a otro chico pelinegro de ojos magenta, May sonrió forzadamente tras la llegada de ambos chicos y trato de ser lo más natural posible, sus amigos siguieron su platica entre algunas risas mientras el comía y solo asentía a lo que decían sus amigos.

-Buena fiesta ¿no May?- Pregunto Trolli mirando fijamente al de anteojos quien nervioso le miro formando una sonrisa.

-Si, muy buena.- Contestó tratando de no tartamudear, el pelinegro igualmente le sonrió aún con su mirada sería haciéndole sentir más nervioso.-Debo irme, tengo que terminar unas cosas para mi exposición de biología, nos vemos más tarde chicos.- Hablo levantándose y tomando sus cosas para irse caminando hacia a uno de los pasillos de la extensa escuela.

Víctor lo miro irse y luego miro a los demás confundido.

-¿Paso algo en la fiesta con May?- Pregunto, todos negaron aunque realmente no sabían que había hecho. Nuevamente Rius y Timba se miraron. Trolli los observó e inmediatamente supo que ellos sabían que había pasado con el pelinegro.

[...]

El pelinegro había terminado de acomodar su maqueta, sonrió satisfecho de su creación y se sentó en su lugar siendo el único que se encontraba en ese salón. Saco su celular y sus audífonos para disponerse a perder el tiempo escuchando música sin embargo la puerta del salón se abrió dejando ver al castaño de ojos ámbar acercándose a el con esa sonrisa.

-Hey Mayito.- Canturreo, sentándose a su lado.- Te quedo muy bien tu exposición, seguro sacas diez.

-Gracias Víctor.- Hablo sonriendo, el castaño puso su almuerzo en la mesa del chico y asintió.- ¿Por qué no comiste con los demás?- Pregunto con curiosidad.

-Por que decidí que era mejor hacerte compañía, tal vez necesitabas ayuda- Contestó antes de empezar a comer.

Sus palabras alegraron al pelinegro quien asintió evitando sonreír de manera boba, por un momento se sintió especial. Y así el poco tiempo que duró el almuerzo lo aprovecharon para hablar de lo que habían hecho el fin de semana, May se sintió contento de no tener que decirle que había pasado con el en la fiesta pues ninguno optó por hablar de ese tema.

Ambos reían con sus ocurrencias, el pecho de May se sintió reconfortado al estar con su mejor amigo riendo como si nada en ese momento. Sus mejillas se enrojecieron mientras el castaño seguía contando una anécdota que le había pasado.

Nuevamente entendió por que estaba enamorado de el; podía alegrar sus días por más malos que fueran. De cierta manera ya había aceptado que estaba perdido por el, evitaba caer más a sus riendas para que el dolor al no ser correspondido creciera. No obstante esos pequeños momentos lo volvían más vulnerable a los encantos de su mejor amigo.

El castaño antes de irse a su salón se asomo por la puerta y le sonrio despidiéndose con su mano junto aún "Te veo en trigonometría". El corazón del pelinegro se encogió a la vez que el se recostaba en su asiento.

Estaba realmente perdido. No tenía como ganar.

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@Globit0o

Aprendiendo a amar. | MayictorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora