S.B. - 1

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De entre los pasos de todas las personas a esa hora de la mañana unos eran los que resonaban con rapidez, proveniente de un adolescente con uniforme desarreglado.

Aquel chico corría lo más deprisa que sus piernas le permitían mientras intentaba no resbalar ni golpearse con alguno de los peatones que ocupaban toda la banqueta. Así que después de algunos minutos con el corazón acelerado logró llegar a su destino: La escuela.

Pasó entre los casi vacíos pasillos escuchando risas detrás de él, sabiendo que eran dirigidas hacia su persona y su mala actitud por llegar tarde.

Cuando dio la ultima vuelta se encontró la puerta de su salón, la cual resonó con fuerza anunciando su llegada.

–¡Buenos días!– profirió mientras arrastraba los pies y tomaba bocanadas de aire intentando regularizarse

–Tiempo récord. Llegaste 2 minutos antes que ayer, Bon– respondió una chica rubia de largos cabellos, logrando que una peliblanca riera ante dicho comentario.

Una vez el moreno tomo asiento cerca de ellas notó que el resto de su salón se agrupaba unos cuantos asientos adelante de ellos.

–Ehh... ¿Me he perdido de algo?– preguntó señalando disimuladamente al gran grupo que se formaba unas cuantas filas a su lado.

–Como llegaste tarde como siempre ha venido una maestra a avisarnos que hay un chico nuevo en nuestro salón. Y se nota mucho que a todos les interesa conocerlo– la rubia estiró su cabeza viendo a todos sus compañeros –Parece que será el centro de atención –

Sin preguntar nada más, los tres chicos desviaron su atención una vez el primer maestro llegó a aula. Dando comienzo a unas largas y consecutivas horas de estudio.

Y no sabía si era el único, pero el moreno sólo podía ver el pizarrón garabateado al conjunto en que el profesor hablaba y no entender ni una sola palabra escrita o dicha. Por lo que después de varios esfuerzos en poner atención término por rendirse al saber que prácticamente había perdido una clase, decidiendo en tomar un lápiz y apuntar algunas frases claves de lo que eran los temas que se supone les estaban enseñando para buscarlos en su casa o sentiría que nada tuvo sentido en todo el día.

Una vez acabó de anotar el timbre del receso sonó por toda escuela, cerró su cuaderno, lo guardó y se fue con sus amigas hacia la cafetería con el gran pensamiento de que pronto regresaría a casa.

Cuando se formaron en la larga fila para obtener la comida quedaron con el asco en sus gargantas al ver que maravillosamente había dos masas extrañas en sus platos, una que parecía ser puré y otra que era indescriptible saber su dudosa consistencia verde.

–No se porque ese maestro sigue dando clases si no se entiende nada de lo que dice– dijo el moreno una vez habían encontrado una mesa para sentarse después de deshacerse de la extraña ración de lo que hacían llamar comida y conseguir algo que por lo menos se viera apetitoso.

–Sigue aquí porque eres el único que busca todo lo que dice en una clase y termina contestando a la otra. Así sólo le das ánimo de que siga dando sus horribles temas– contestó Meg moviendo su cuchara de un lado a otro explicando la incertidumbre del chico

–¡No tengo de otra! ¡Explica tan mal que sólo me genera dudas!– se quejó

–Creo que buscar lo que no entiendes es algo admirable– dijo otra voz totalmente diferente, lo que hizo que el grupo de amigos voltearan inmediatamente a ver quien había hablado.

Grande fue su sorpresa al encontrarse con una mata de cabellos morados, unos grandes lentes y una sencilla sonrisa.

–Lamento haberlos interrumpido, vamos en el mismo salón y creo que son los únicos con quienes no he podido presentarme. Me llamo Bonnie, es un gusto– exclamó con cautela sin cambiar de posición, manos atrás de la espalda y ligeramente inclinado a un lado

La rubia fue la primera en hablar, en saludar y presentarse a ella misma junto a sus dos amigos, seguido de la peliblanca, quien respondió al saludo.

–¡Bon!– pasó la rubia su mano por el rostro del chico, al saber que no estaba prestando atención

–¡Ah! Sí, sí. Yo soy Bon, un gusto– respondió mientras analizaba completamente el aspecto del chico nuevo

–Es un gusto que podamos conocernos, espero seamos amigos– concluyó el pelimorado tomando asiento al lado de la peliblanca y la rubia, con quienes comenzó una amena plática.

Dejando de lado al peliazul, quien aún analizaba con extrañeza el comportamiento del otro.

"Demasiado extraño" pensó, para después pararse e iniciar si caminata en dirección al salón, sabiendo que faltaba poco para que sus ultimas clases comenzarán.

Paso a paso contó loa segundos como si se los supiera de memoria, sintiendo repentinamente cansancio por todo su cuerpo. El hecho de que llegará tarde era porque no había podido dormir la noche anterior, por lo que se talló los ojos, bostezo y esperó que la clase diera inicio.

No sabía si resistiría un par de horas más, e hizo lo posible para no cabecear todo el tiempo en que su maestra de matemáticas hablaba, más parecía algo imposible, porque aquella señora pronunciaba tan despacio las palabras que cada oración que decía era como un arrullo para dormir.

Se sintió como todo un ganador cuando la campana volvió a sonar, era la hora de volver a casa y estaba ansioso por llegar a dormir un poco. Así que se levantó, se despidió de sus amigas con prisa y salió lo mas rápido que pudo de la institución, no sabía si aguantaría otro minuto más esforzandose en no dormir con esa aburrida maestra.

Caminó por las calles de regreso a su casa mirando el suelo y sujetando las correas de su mochila. Su casa no quedaba tan lejos y podía ir caminando.

Unas cuantas calles pasó contando cada vez menos las que faltaban. Y cuando de repente alzó la mirada para cruzar la calle abrió los ojos con sorpresa deteniendo su andar.

En su camino siempre pasaba por un terreno baldío, deshabitado y con grandes cantidades de pasto. Pero ahora se encontraba una mediana casa, de distintos colores sin sentido y con extrañas ventanas de distintas formas.

–¿Pero qué? – se dijo a si mismo, observando la casa por todos lados ¿Cómo era posible que de la nada apareciera una casa?

Era algo anormal, puesto que para el tamaño que esta tenía debió haber visto días antes que el área estaría en construcción, y él había pasado por ahí todos los días cuando regresaba de la escuela, y nunca vio indicios de que se preparaba el área o que hubiera gente especializada en construcciones.

La casa vino sola, de la noche a la mañana...

En definitiva, algo no tenía sentido...

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No es la mejor redacción, pero espero que sea decente.

Palabras: 1144
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