Saint Seiya Omega: Spin Off

Capítulo 2: Nuevas Amenazas, una Nueva Guerra

Han pasado ya algunos meses y todos nos fuimos por nuestro lado: Koga volvió a la isla donde fue criado, Yuna volvió a su aldea a ayudar a la gente a recuperar sus antiguas vidas, Ryuho fue a su casa con sus padres; luego de nuestra batalla él nos mando una carta diciéndonos que su padre había sanado por completo, Haruto volvió a su casa en Japón, Souma fue invitado a ser "maestro" en Palaestra y yo regresé al Santuario con Athena, Seiya y los demás Caballeros Dorados y de Plata; Edén desapareció, no volvimos a saber, ni escuchar de él. He visitado a todos de vez en cuando; ahora mismo me encuentro entrenando con Shina, Caballero de Plata de Ofiuco y como era de esperar, nuestra batalla de entrenamiento llamo la atención de varios de los novatos y de otros Caballeros de Plata, inclusive la atención de Harbinguer, Caballero Dorado de Tauro

-Vamos Karen, ¿eso es todo lo que tienes? Pensé que te habían entrenado mejor, ¡A mi Cobra!- gritó Shina para después atacarme, lo esquivé con facilidad

-Lo siento Shina, pero no podrás tocarme... ¡Navajas Luminosas!- grité y ataque a Shina, una de mis dagas la rozó, pero no fue suficiente. Seguimos por un buen rato y ya se imaginaran mi sorpresa cuando Seiya y Kikki, Caballero Dorado de Aries, detuvieron la sesión de entrenamiento.

-Buenos días a todos- dijeron Kikki y Seiya al mismo tiempo

-Buenos días Kikki, Seiya- les dije, mostrándoles el debido respeto con una ligera reverencia.

-Karen, ¿no deberías comenzar a encaminarte a Palaestra para ver a Souma? Tengo entendido que es un largo camino desde aquí- me dijo Kikki.

-¡Es verdad! Me había olvidado por completo, muchas gracias Kikki- le dije

-Por cierto, me tomé la libertad de reparar tu armadura, la puedes cargar, como debería de ser, o puedes convertirla de nuevo en una joya para alivianar el camino; pero cuando la necesites en batalla, tendrás que convertirla de nuevo en la Armadura de Bronce de Sagitario que debe ser.- me dijo Kikki

-Muchas gracias, Maestro Kikki y no se preocupe, siempre lo tengo en cuenta- le dije.

-Entonces corre a ducharte para que puedas emprender tu viaje Pequeña Karen- me dijo Seiya. He de admitir que desde que Seiya me conoció cuando era sólo una niña, él me ha cuidado como si fuese mi hermano mayor, pero recuerdo que todo fue por una promesa que le hizo a mi padre; o al menos a la estatua que se encuentra levantada en su honor dentro de la Casa de Sagitario, en la que juró cuidar de mí así le costara la vida y hasta el día de hoy a cumplido su promesa.

-Eso haré... Y no me llames pequeña, ¡ya no soy una niña!- le dije con tono juguetón

-Ya lo sé, pero para mí siempre serás mi Pequeña Karen- me contestó revolviéndome el cabello; esta bien eso me hizo darle un abrazo antes de irme, ya veo porque Koga y la Srta. Saori lo aprecian tanto; al igual que todos los demás Caballeros que han peleado a su lado, Seiya tiene un corazón del mismo material de su armadura: de oro puro.

Luego de ducharme, alistarme y avisarle a todos donde iba a estar, comencé mi largo camino hacia Palaestra, cargando mi armadura como si fuese una mochila; luego de un rato me canse y la convertí nuevamente en el collar que era antes, seguí mi camino pasando por la pequeña aldea por donde siempre suelo pasar de camino a la escuela. Los lugareños ya me conocen y todos creen firmemente en los Caballeros de Athena; así que cuando les dije en una de las primeras ocaciones por las que pasé por aquí que yo misma era un Caballero, porque tenían curiosidad del por qué siempre pasaba por su aldea y un día me lo preguntaron y por educación les conté, todos comenzaron a preguntarme muchas cosas sobre ellos. Al día de hoy me consideran como uno más de ellos, incluso conseguí que Seiya y Kikki vinieran una vez y, tanto los aldeanos adultos como los dos Caballeros, no podían creer lo buena que era al interactuar con los niños y claro, a los últimos mencionados les encanta que les cuente historias sobre los Caballeros y de Athena; ellos siempre escuchan atentamente y hoy no fue la excepción.