Capítulo 17

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Abrí mis ojos por el ruido del avion. Hace bastante que no me despertaba con este sonido. Parpadee y con pereza me senté en la cama mirando a mi alrededor. No había nadie allí. Pensé que cuando despertara lo que primero que iba a ver sería a él.

Un exquisito olor a huevos y mantequilla lleno mi estomago. Sin pensarlo me puse rápidamente de pie para salir de la habitación. Abrí con fuerza la puerta y lo divise en el otro lado de la cocina haciendo ser, el desayuno.

¡Esta aquí! Levantó la cabeza y me miró. Sonreí abiertamente y corrí hasta él. Me tire a sus brazos para abrazarlo con fuerza colocando mis brazos alrededor de su cuello, acercandolo más a mí.
- Hola – le dije sin soltarlo.
El me devolvio el gesto, sentí sus fuertes brazos rodearme por la cintura. Mi corazón latía fuerte. Rápido. Cerré los ojos y acaricie su nuca con una de mis manos.
- Oh, te extrañe tanto – susurre en su oído.
Dulcemente besó uno de mis hombros. Me aleje de él despacio, sintiendome un poco idiota por esto, pero no podía ser de otra forma.. ¡de verdad lo había extrañado!. Me sentía tan mal sin él.
- Jamás nadie me había extrañado – me dijo. Sonreí levemente.
- No lo creo. Para mi que tus hermanos si te deben de extrañar cuando no estas con ellos – le dijo y el asintió divertido.
- Hice el desayuno.
- Me di cuenta – dije sentandome a la mesa.

Colocó frente a mí los huevos y el pan con mantequilla. Giro para agarrar algo y ponerlo frente a mí. Café. Lo mire y sonreí. Se sentó y empezamos a comer. ¿Cómo habrá hecho para curar las heridas que tenía ayer?
- ¿Vas a decirme la razón de porque te fuiste? – le pregunte y el levanto la vista para mirarme.
- Necesitaba un poco de mi casa, me estaba volviendo loco aquí.
- ¿No te gusta estar aquí?
- No tiene nada que ver contigo, preciosa. Sabes que me encanta estar contigo. Pero necesitaba mi casa, mi lugar.
- Entiendo – le dije. 
- ¿Cómo te fue con Brian? – me preguntó. 
- Tengo que llamarlo – le dije abriendo mis ojos como platos. 
- ¿Por qué?
- Ayer tuvo que irse porque internaron a su hermanita y estaba muy mal. Tengo que preguntarle como esta.
- Su hermana murió – me dijo. Baje la mirada.
- ¿Cómo lo sabes?
- Hable con Valary. La vida de esa niña no sería buena si seguía viviendo asi.
- Creo que tendré que llamarlo – le dije.
- Lo se. Hazlo – respondo.

Me puse de pie y fui en busca del teléfono. Marque el número de Brian, pero nadie me contestó. Marque el número de su casa, y allí tampoco. ¡Oh, Dios! Debe estar destrozado. Volví a la cocina y él seguía sentado.
- ¿Qué pasó? – me preguntó.
- Nadie contesta – dije.
- Tal vez no esté en su casa.
- Así parece.
Se puso de pie y ordenamos todo. Salimos de la cocina y se sentó en el sillón. Lo mire fijo y él también lo hizo.
- Yo también te extrañe preciosa, no sabes cuánto 
- ¿De verdad?
- Nunca dije tanta verdad junta.
Mordí levemente mi labio inferior y mire a mí alrededor. Es de día. Quiero que sea de noche. Lo volví a mirar.
- ¿Qué sucede? – me preguntó.
- ¿Aun tienes el poder de alterar las horas? – le pregunte. Me miró bien.
- Creo que si – dijo. Sonreí.
- Haz que sea de noche, por favor.
- ¿Por qué?
- Solo hazlo – dije y me miró fijo.
- Cierra los ojos – Asentí y lo hice.
Sentí un pequeño mareo y pronto todo volvió a estar quieto. Aun no abría mis ojos, no iba a hacerlo hasta que él me lo dijera.
- Ahora puedes abrirlos – dijo.
Los abrí y todo estaba oscuro a nuestro alrededor. Era de noche. Sonreí y tome una de sus manos.
- Vamos – le dije. Me miró extrañado.
- ¿A dónde? – me preguntó.
- A despertar lo bueno dentro de ti.

Entrañado asintio siguiendome y salimos de casa. Era una linda noche. Un poco fresca, el cielo negro estaba siendo cubierto por nubes. ¿Estará Dios descubriendo lo que tengo pensado hacer, y por eso se está enojando? No lo se, y no me importa. Lo único que quiero es mirarlo a él. Tomados de la mano, llegamos al viejo parque que estaba a pocas cuadras de mi casa.  

Divertida corrí hasta una de las viejas hamacas y me senté.
- Quiero sentarme contigo – me dijo.
Asentí y me puse de pie. Se sentó en la hamaca. Lo mire fijo a los ojos, me acerque a él y me senté sobre sus piernas, colocando alrededor de su cintura las mías. Comenzó a mecerse. Coloque una de mis manos sobre sus cabellos y lo acaricie suavemente.

- ¿Qué quieres por tu alma? – me preguntó. Baje mi mano por su oreja, y la acaricie.
- Aun no lo se – le dije.
- ¿Cuándo lo sabrás?
- Tal vez, mañana. Pero ahora no hablemos de eso. Solo déjame mirarte y tocarte. ¿Nunca has soñado con no ser el Diablo? – le pregunte.
- No, nunca. Siempre acepte esto que soy y no me quejo – dijo.
- Quiero hacerte un regalo – le dije.
- ¿Qué cosa? – me preguntó. 

In Flames || M. ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora