Primero ellos, luego yo.

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Un mal hábito que pueden tener algunas personas, es que ponen primero los sentimientos de las demás personas y dejan los suyos hasta abajo, cómo en una pirámide. 

Primero ellos, luego yo.

Si alguien me cuenta una tragedia, yo los ayudo y los apoyo en lo que pueda, yo trató de hacerlos sentir mejor y hacer que esa tragedia disminuya al menos un poco en sus corazones. Si yo estoy viviendo en una tragedia, simplemente no me escuchan de la manera que yo los escuchó, y soy yo la que tiene que repararse el corazón poco a poco.

Cuando alguien está feliz o enamorado, yo comparto esa emoción y esa alegría, pero cuando es mi turno de estar feliz, la emoción me la tengo que guardar yo sola en mi corazón.

¿Acaso será que los enfado? ¿Acaso será que solamente soy suficiente para ellos cuando les conviene? ¿Acaso no me necesitan todos los días o todas las horas?

Cuando me necesitan, yo ahí estoy, y cuando yo necesito a alguien, estoy la mayor parte del tiempo sola, y es ahí cuando me doy cuenta de la triste realidad.

Siempre ha sido así.

Primero ellos, luego yo. 

¿Por qué la vida es cómo una cama?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora