Séptimo

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16:00 - 18:00 Junta en el trabajo

18:00 - 18:30 Entregar los informes antes del fin de semana

18:30 - 19:00 Ir a casa y no pensar en James

-Menos mal sigues aquí.

Luego de una extenuante junta que había terminado doce minutos después de mi tiempo estimado no tenía tiempo de charlas porque debía organizar mis horarios del resto del día, pero Eloise entró en mi oficina y dejó un sobre sobre el escritorio sin apenas mirarme.

-Me lo dieron para ti, una cena con uno de los socios hoy a las siete.

Eso me ayudaría a en verdad no pensar en James en lugar de solo tratar de hacerlo, le murmuré un gracias cuando salía, revisé la invitación que venía dentro del sobre que solo indicaba el lugar y la hora, como estaba a una media hora de camino tuve que apresurarme con los informes y tomar un puñado más para llevarme ya que no tenía idea con cuales de los socios me encontraría ahí; más tarde mientras el taxi se habría paso entre las calles de la ciudad me entró una terrible añoranza de aquellos momentos que al volver a mi piso James -o más bien Jamie- tenía alguna delicia preparada esperándome, luego de su explicación tenía sentido que todo lo que cocinaba era delicioso.

-Es aquí, señorita.

Le pagué al conductor y bajé del auto que estaba frente a un hotel, la cena era en uno de los restaurantes en la planta más alta, mis zapatos repiquetearon por el lujoso vestíbulo, mostré la invitación y uno de los botones me acompañó en el elevador, cuando las puertas se abrieron había frente a mi una pared de cristal con vista a toda la ciudad, me quedé tan encantada con la vista por largo rato hasta que alguien se detuvo a mi lado y carraspeó.

-Buenas noches -era un mesero, que señaló hacia una puerta que daba acceso a la terraza.- Adelante, la están esperando.

Aquello fue extraño, pero no tanto como lo fue descubrir que todas las mesas estaban vacías, me acomodó justo en la del centro que estaba adornada por una solitaria vela de color blanco dentro de un vaso de cristal, la llama titilaba y se movía por la suave brisa, cuando alcé la vista el mesero se había ido y un escalofrío me recorrió la columna, por si acaso decidí enviarle un mensaje a Elo con la ubicación del lugar preguntándole si estaba en el sitio correcto, unos segundos después respondió con una carita sonriente.

Me había engañado de nuevo.

Levantándome pasa salir de ahí lo más pronto posible, di media vuelta me choqué contra un pecho fuerte que me hizo tambalear.

-¿Te ibas a ir sin probar la cena?

Cómo no, era él.

-No tengo nada que hacer aquí.

-Me temo que sí -tomándome de los brazos me guía de vuelta a la mesa, me siento de mala gana y cruzo los brazos- estoy tomándome una última oportunidad.

-Con Elo ayudándote una vez más a jugar conmigo.

-No más juegos -estira su mano- hola, soy Jamie y me gustaría cenar contigo esta noche.

Suelto un bufido entre divertido y sarcástico, el ni se inmuta.

-¿Qué intentas hacer con esto?

-Vamos a iniciar como debimos hacerlo, como estaba planeado inicialmente -acerca su mano un poco más- por favor, si luego de esta velada no quieres saber más de mi, así será.

-Bien, solo por eso acepto -le estrecho la mano y siento como si las estrellas del cielo bajaran en ese momento así que lo suelto deprisa- me llamo Dakota y tengo hambre.

-Mucho gusto Dakota, déjame decirte que soy experto en saciar el hambre -hay un doble sentido en sus palabras que me estremece por dentro, alza una mano para hacer una seña al mesero que se acerca con una gran bandeja: deja una botella de vino, dos copas y un platito con lo que parecen unas ostras, para finalizar deja una servilleta roja en medio y se marcha deprisa.- Déjame que te presente el menú de esta noche, pero como es mi última oportunidad te pido que me dejes encargarme de todos tus sentidos.

Toma la servilleta que es en realidad un largo trozo de tela, el corazón se me acelera cuando se levanta y lo usa para cubrirme los ojos, yo me dejo dócilmente pero muy recta en mi asiento, cuando termina de atarlo su boca se acerca a mi oreja.

-Imagina que eres mi muñeca por esta noche.

Me concentro entonces en los aromas, sonidos y sabores: escucho como sirve las copas, siento el frío cristal cuando la deja en mis manos, saboreo el gusto del vino blanco, aprecio el olor del marisco antes que lo deslice en mi boca. La cena sigue, los platillos no dejan de llegar, uno más delicioso que el otro, suspiro a cada bocado, su voz me habla lento cada vez que acerca la cuchara o el tenedor a mi boca, me dice los sabores que estoy probando, que lo hizo especialmente para mi.

-Nada se compara con tu sabor de todas formas -dice luego de que tengo el estomago tan lleno que no creo poder con un bocado más- ahora solo nos resta el postre.

Siempre tengo espacio para el postre, en casa solía dejar mis envases de yogurt en el congelador para hacer paletas y las cubría con chocolate derretido, pistaches o cualquier cosa que encontrara en la alacena, escucho al mesero llegar e irse una vez más y para mi sorpresa la venda es retirada de mis ojos, en la mesa no hay nada, la vela se ha ido y Jamie deja ahí un plato alargado con lo que parece un rollito primavera gigante, lo miro finalmente con esa sonrisa tímida en su rostro cuando se coloca delante y alza en la mano un pequeño soplete de cocina que se apresura a encender, la llama azul sale y la dirige al rollito que comienza a desprender un aroma dulce que me hace agua la boca, la parte de arriba comienza a burbujear seductoramente y no puedo apartar mis ojos de ahí, estoy hipnotizada porque comienzan a aparecer unas letras con una caligrafía muy fina, alzo mis ojos a él cuando el mensaje esta listo.

-¿Última oportunidad, no? -digo en un murmullo.

Asiente despacio, apagando su arma, el cielo está completamente oscuro pero las luces de la ciudad nos iluminan lo suficiente, me pongo de pie lentamente, veo sus ojos abrirse con miedo, le quito el soplete, sin tener la misma habilidad que él, le doy la vuelta al rollito primavera que en realidad es algún pastel que seguro estará delicioso y escribo apenas sin quemarlo mi respuesta.

Te amo

Escribió él, y yo respondo:

Y yo te am

No calculé el espacio para todas las letras.

Jamie se ríe en voz alta y me abraza, alzo las piernas cuando me hace girar en torno a las mesas.

-Basta ya o voy a vomitar toda la cena -me deja con los pies en el suelo- no suelo decir te amo en las primeras citas.

-Menos mal que esta es tu última-primera-cita.

Y tiene razón.




Muñeco|Relato|DamieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora