Amigos

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– ¿no piensas comer otra vez? – preguntó la pelinegra mirando exasperada el plato intacto de comida que le había arrimado a su tío – deja de joderme, ¿acaso piensas matarte de hambre?

– ya te dije que no tengo hambre – sentenció el pelinegro mirando de reojo su plato de comida, su estómago gruñó como si le estuviera reclamando que no tomara alimento, pero no se sentía con ganas de sujetar la cuchara, no cuando el nudo retenido en su garganta se lo impedía.

– desde que estas aquí no has tragado como solo tú y quizás mi abuelo lo saben hacer – dijo con voz pensativa, sin entender nada del comportamiento anormal del mayor, atribuyéndolo a que se debía a Trunks – solo desperdicio comida al ser amable contigo.

– déjame ir, por favor – pidió cuando la chica le quitó el plato con todo intacto.

– ¡¿otra vez con eso?! ¡no seas tan terco, tío! – exclamó molesta, fastidiada por que le hiciera la misma pregunta todos los días – ¡dije que no!

– ¡¿pero por qué?! ¡te juro que no intentare hablar con Trunks! ¡te lo prometo! – pidió mientras se recargaba en la cabecera de su cama.

– primero muerta antes de dejar que asistas a mi boda, hoy es mi día especial y nada, ni nadie cambiará eso.

– ¡pero se supone que soy el padrino de Trunks! ¡Sin padrino la boda no puede llevarse a cabo! – dijo intentando convencer a la chica que no parecía estar preocupada por ese inconveniente.

– ¿eso es todo? No te preocupes, ya te encontramos un remplazo, con o sin ti, yo me casare.

La pelinegra le dio la espalda para tomar un paño y un frasquito del tocador de la habitación, humedeciendo el trapito con aquella sustancia incolora.

En tres días ni siquiera había salido de aquella casa, y como lo había supuesto, su madre y su padre le habían marcado para saber dónde se había metido. Y a pesar de tenerlo prácticamente vigilado las veinticuatro horas del día, aun no se fiaba de que en verdad el chico no pudiera usar su ki.

Goten vio de reojo la puerta abierta, sus manos ya no estaban amarradas, Pan le había quitado el listón cuando estaba dormido por lo que ahora podía moverlas libremente.

Era un acto suicida y lo sabía, no podría llegar demasiado lejos en las condiciones en las que se encontraba, pero no le quedaba de otra que arriesgarse.

– este día será inolvidable, ya sea para mi o para Trunks – dijo, sus ojos destellaron al decir aquello que se escuchaba en toda regla como una amenaza.

– "Ella ahora esta distraída, es mi oportunidad para escapar" – pensó.

Rápidamente se levantó de la cama y corrió, siendo consciente de que en cuanto cruzó el umbral de la puerta su sobrina se dio cuenta de sus acciones.

El sonido de un frasco caer al suelo seguido de un gruñido por parte de la pelinegra dio comienzo a una persecución en el interior de la casa.

* debo tranquilizarme ­­– pensó el pelinegro escondido en la habitación contigua a la suya – si logró salir de mi casa seré libre, es solo cuestión de esconderme en el bosque * – su respiración era agitada y sentía que su corazón golpeaba frenéticamente sus costillas. Su miedo era que en ese momento su cuerpo lo echara de cabeza.

Se asomó por el rabillo de la puerta emparejada. Pan estaba abriendo todas las puertas de la casa, entrando por cada una de ellas para cerciorarse de que no estuviera dentro.

– ¡carajo, Goten! – se escuchó que gritó la pelinegra – ¡me tengo que ir ya! ¡no tengo tiempo para este absurdo juego! ¡Sal de una maldita vez, todos están esperando a que llegue para arreglarme! ¡argg!

El padrino de mi novio [Terminado] // Enmarcando RecuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora