CAPÍTULO 3

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Deje a un lado la vergüenza y le dije: “hola soy samuel”...
Aquel misterioso chico me tenía en ascuas, había algo en el que llamaba mi interes. Pero por otra parte intuía que él era diferente, diferente a todos los amigos que había tenido hasta aquel entonces. Se que suena raro pero realmente es lo que sentí. En el momento que escuchó mi voz se asustó, no como en una de esas antiguas películas de terror de los años 90, en la que la protagonista chilla como si no hubiese un mañana. En el caso de la protagonista con razón, porque estaba apunto de morir. Solamente que no se esperaba mi llegada. Se giró rápidamente, mientras se le caía una rodaja de chorizo de aquel bocata aceitoso. Cohibido, y con un hilo de voz me contestó. Aquel chico con el pelo de color rubio oscuro, con unos pocos rizos en la parte superior de la cabeza y rapado por los lados, con ojos de color marrón cobrizo dijo: David, solamente se limitó a decir eso. Seco, cortante pero nervioso. Cuando no sabía qué más decir me preguntó si quería sentarme con él, con una voz temblorosa pero segura. Nos sentamos en el suelo, aquel frío suelo que estaba a una temperatura bastante alta, a pesar de ser septiembre. Pero la sombra nos refugiaba.  Parecía que pasaron horas mientras hablamos y hablamos, o eso me pareció a mí. Porque no fueron ni 20 minutos los q estuvimos ahí sentados, ni hablamos con tanta soltura. Casi no nos acabamos el almuerzo ya que solo comíamos entre esos silencios tan incómodos en los que ninguno de los dos sabía qué decir. Mire el reloj. El patio estaba apunto de acabar, justo cuando bajé la cabeza se presentó delante nuestro una chica de ojos azules, con coleta y pelo liso, unas gafas con montura fina y una bonita sonrisa. Con una voz delicada, pero un tanto gritona a mi parecer. Me dijo: ¿Samuel verdad?, asentí con la cabeza, sin estar preparado para lo que me iba a decir. Oye tu conoces a Jon, ¿Crees que podrías presentarnos un dia de estos? En ese mismo instante, en el que escuche pronunciar el nombre de Jon, por esa chica la cual ni se había presentado, se cambió la expresión de mi rostro. Cosa que creo que debió notar mi nuevo amigo David. El que ausente en la conversación, decidió no intervenir. Yo con el tono más borde que pude encontrar en aquel momento le conteste que si quería conocerlo que se presentase ella misma, la chica colorada, a la que se veía de lejos que le debía gustar Jon se quedó cabizbaja. Ante esa reacción me sentí muy mal conmigo mismo e intente remediarlo como pude. Mira…, esperaba a que me dijera su nombre y ella respondió con un Paula, con un grado de decepción en su voz. Mira Paula, si que es verdad que conozco a Jon, y desde hace mucho tiempo, pero el y yo no estamos en nuestro mejor momento, de hecho ya no creo que volvamos a ser tan amigos como llegamos a ser. Así que no te puedo ayudar con el. De todos modos si que te puedo decir que tampoco creo que le gustases, ya que a él parecen gustarle solo las chicas que tienen novio… En ese momento sonó el timbre que marcaba el final del patio. En ese momento Paula se giró mirando la puerta, me volvió a mirar a mi, soltó un: "gracias de todos modos, Adios". Me levanté mientras la veía marcharse, y mire a David el que acababa de ver una faceta mía que no quería que saliese a la luz. Me pregunto que si estaba bien, a lo que yo le contesté tranquilizandolo. Mientras bajábamos las escaleras me puse a pensar en Paula, era una chica atractiva, una posible amiga que podría haber hecho, con la que había perdido toda posibilidad alguna de entablar amistad. Todo por culpa de Jon. David, el que había estado callado todo el rato desde que Paula apareció soltó un comentario. No se si para romper el hielo o para quitar hierro al asunto que acababa de pasar. "Paula era guapa, no le quitabas ojo", dijo David. los dos nos callamos, nos miramos y nos reímos olvidando por un momento que estábamos a punto de comenzar la clase, y que me sentaba al lado de mi “super amigo” Jon. Entre por la puerta, detrás de mi único amigo en aquel momento, mientras sonreía de una manera sincera, pero sin poder sentirme como un falso. Llegué y me senté en mi sitio, en mi maravilloso y fantástico sitio. Rezando y rogando para que la profesora tuviera clemencia y nos dejase sentarnos realmente donde nosotros quisiéramos, pero seamos realistas sabía que eso no iba a suceder. En un acto impulsivo, sentado mientras la profesora de matemáticas estaba explicando cómo plantearía el trimestre, mire a Jon. En ese momento me pasaron muchas cosas por la cabeza. Jon fue mi mejor amigo, habíamos vivido muchas cosas juntos. Compartimos experiencias, recuerdos, momentos. Lo que sentía por él era que le quería, como amigo claro, a la vez que le odiaba. Por eso dije lo que le dije, entre susurros, mientras la profesora hablaba. "Jon, tenemos que hablar, hay que arreglar esto, no puedo más". "¿Qué sugieres?" me contestó el. "Hoy en mi casa, por la tarde, después de clase". "¿Volvemos juntos?" preguntó él mostrando un rayo de esperanza. A lo que contesté con un seco y cortante no. La mañana transcurrió más lenta o más rápida, dependiendo de la asignatura que hiciésemos. Hasta que llegó la hora de salir. Espere a que David acabase de recoger, por un momento me pareció que Jon me esperaba, pero quizás sólo fueran imaginaciones mías, imaginaciones o lo que realmente mi subconsciente deseaba en aquel momento. El dia transcurrio, yo me volví a casa con David, por lo visto vivíamos cerca, volvimos a clase para esas dos horas que más odiaba. Esa dos horas que las encontraba totalmente absurdas, eso de llegar a casa, acabar de comer, sentarte en el sofá, ese asiento tan cómodo después de todo el dia. Y cuando ya te estás relajando tienes que volver a clase. Finalmente llegó la tarde. Aquella tan ansiada tarde que estaba seguro que los dos esperábamos, desde hace ya mucho tiempo. Mientras, acababa de subir a mi casa después de las clases de la tarde, dejé mi mochila en la habitación. Aquella habitación que casi siempre estaba desordenada. Aquella estrecha habitación, tan llena de cosas, con la ventana al fondo. debajo de esta aquella cama, la cual nunca hago, porque si luego voy a dormir en ella para que la iba a tener que hacer. Solo la hacía cuando venía alguien. Pero aquel dia se me paso. Estaba muy cansado por mi primer dia, a la vez que estaba nervioso por la charla que estuvimos posponiendo Jon y yo desde hace tiempo. Picó al timbre, el cual no funciona muy bien, pero como él vio que no se escuchó y que el ya sabia el motivo, pico a la puerta. Con inseguridad pero con fuerza. Cosa que nunca me ha gustado picar con los nudillos, yo siempre acabo haciéndome daño. Grite un YA VOY, con un grito a lo pastor de pueblo que resonó por toda la escalera del edificio Jon lo escucho y esperó. Como siempre no lograba encontrar las llaves. Y esta vez estaban en mi bolsillo, como no. Abrí y le hice pasar. Jon había estado mil veces en mi casa, así que con confianza dejó su mochila por ahí y me siguió. Fuimos a mi cuarto, y nos sentamos en la cama. Ninguno de los dos sabía qué decir. Así que al cabo de cinco minutos saque tema. Sabes que hoy una chica de clase, Paula me a preguntado por ti, quería que os presentase.
Jon me contesto: Sabes que a mi las chicas no me importan. En ese momento me enerve y le dije: ¡Pero marcela si!
-Sabes que ella no significó nada, solo quería confirmarlo.
- Y tenía que ser precisamente con mi novia, la chica que me gustaba?
-Lo siento tio…
-Mira tio no me importa que seas marica, pero no me jodas.
-Sabes que ese no es el problema, en ese momento me besó sin tiempo de reacción.
CONTINUARÁ…

Tú puedes llamarme SamuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora