iv. Aquamarina

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[ Jueves 19 de Agosto, 2:37 pm ]

Después de que se despidiera de Thor, Anthony anduvo con una larga sonrisa hasta que llegó a su motocicleta, la mueca era tan larga y bonita que simplemente le comenzaban a doler las mejillas después de tanto estirarlas, no estaba demasiado acostumbrado a la sensación de mostrar sus dientes, sí sonreía, pero no exageraba, en nada. Cuando pasó por la calle Montesco y la avenida Rose tarareaba una canción que no se dejaba escuchar por los ruidos de los motores enojados, aquellas máquinas que iban a su lado y le gruñían cuando no avanzaba.

La ida hacia la casa de su madre no era tan larga como la hacía aparentar, en realidad estaba a menos de diez minutos de su trabajo, y era fácil cuando las veredas no estaban repletas de autos estacionados al lado de los árboles, ese era un día el cual la colina por la que tenía que pasar estaba desolada, los rodeos no eran sino hasta la próxima semana, y la luz estaba bonita después de todo, iba mentalizado con el preparar la sopa de verduras que le gustaba a su madre, los jueves eran los mejores días según ella para tomar un algo calientito, aunque Tony seguía sin entender por qué quería tomar algo así si estaba haciendo mucho calor, y a Maria no le gustaba encender los aires acondicionados. Cuando divisó la casa de madera en medio de un vecindario algo viejo y lleno de personas mayores que le apretaban las mejillas cada vez que volvía todas las semanas con dulces nuevos de la cafetería. Le enterneció mirar a la señora Farmiga mecer su mano cuando su moto se apresuró a llegar a la antepenúltima casa de la calle Colonial, por lo que veía estaba con su pastor alemán, Puck, quien ya estaba algo viejo para seguir acompañando a la ancianita en sus salidas a los porches.

Estacionó su vehículo en el frente de la casa, sin intentar rayar las vallas que su padre mucho le había repetido que cuidara, abrió el buzón y sacó el correo para proceder a entrar con sus llaves, la casa tenía un tinte antiguo, siempre lograba encontrar un tablón roto en el suelo cuando pasaba por ahí, cosas inútiles que gustaba de recordar.

—Madre, he llegado. —Saludó el castaño a la mujer cuando pasó por la puerta, mirando a la mujer echada en el sofá acariciando al gato, y aunque no pasaba de los sesenta años, se veía tan esbelta como cuando era un niño y reconocía las fotos en las que estaban plasmados los recuerdos de sus bodas, y ahora no estaba tan cambiada como en ese entonces, solo un poco de arrugas diminutas esparcidas por todo su rostro y el cabello comenzando a presentar unas pequeñas marcas de color blanco.

—Mi pequeño ya está aquí. —Apuntó ella alargando sus brazos para recibirle con un abrazo cálido y una sonrisa bonita, se le echaba de menos aunque hubiese venido días antes.

—Espero que no te moleste que se me hayan olvidado los dulces de ahora. —

—Oh, no, no me molesta, es mejor porque me engordarás como a un cerdo si sigues trayéndonos caramelos. Pero, dime, ¿ha pasado algo durante el trabajo? Te ves un tanto risueño. —Alegó Maria.

—Creo que... conocí a alguien. —

[ Viernes 20 de Agosto, 4:48 pm ]

Podía mentir si decía que no se había emocionado un poco con la idea de la cita con un bonito castaño de sonrisa juguetona, había llegado media hora antes solo para reclarmarle que era impuntual, pero quizás y sí se había excedido unos cuantos minutos. Ese día había gustado por llevar unos jeans negros y zapatos del mismo color, con una camisa azul rey que tenía en el pecho la palabra libre en inglés, igual que sus cabellos estaban agarrados en un lazo y unos lentes de sol, como un contemporáneo que agradaba de ver películas en auto-cinemas y visitar los museos de la ciudad tres veces a la semana. Pero no, solo era alguien cuya emoción por salir con alguien decente era grande, no se inmutaba en decir que no a aquello, solo se ponía un poco histérico con los tiempos.

No pasaron más de siete minutos cuando divisó al castaño acercarse a él a paso calmo, lo había estado esperando en una de esas bancas que mencionaban la importancia de reciclar, y apenas miró al muchacho llegar, se levantó y caminó unos pasos hacia su encuentro.

—Llegaste temprano. —Dijo Tony al estar a treinta centímetros del otro.

—Tú también lo hiciste, aunque menos que yo. —

—Es que te emociona mucho salir con alguien tan hermoso como yo, no me queda duda de eso. —Aclamó él cuando observó cómo Thor pasaba unos cuantos cabellos sueltos por detrás de su oreja.

—Es justamente como lo dejas ver, querido hombre de metal. —

—¿Hombre de metal? Oye, beach boy, me pones apodos muy extraños. —El castaño llevó una de sus manos a su cadera, llevaba unos jeans azules a la cintura y una camiseta desfajada con el feo estampado de una montaña de los alpes, su aretito brillaba en su oído y también su sonrisa, en el juicio de Thor, era magnífico tener la oportunidad de ver a un Anthony tan bello como al que estaba observando ese preciso momento.

—Mira quién lo dice, aquel que me llama rizos y lisos, beach boy, y visco. Te contradices tú solito. —Le sacó la lengua de forma infantil y jaló de los lentes que llevaba en su cabeza para que le cayeran sobre la nariz, justo como él lo había hecho cuando chocaron por andar de babosos mirando al cielo.

Tony frunció los ojos al percibir que podría golpearse con el plástico que tenían las gafas para cubrirse, soltando un pequeño bufido de falsa molestia al otro.

—Y bien, no hagas que pierda mi tiempo, ¿a dónde me llevarás? —Lo de perder el tiempo era algo en total retórico, solo buscaba el no aburrirse mucho en esa cita, tenía las expectativas algo altas y esperaba que Thor pudiese cumplirlas al pie de la letra.

El rubio se la pensó muy bien antes de siquiera mirarle a los ojos, también parpadeando un par de veces. No habían hablado la noche anterior, ni siquiera el resto de la tarde, y mucho menos iba a llamarle al móvil ya que era algo que le disgustaba al rubio, por lo tanto no habían tenido la oportunidad de ponerse de acuerdo sobre ir a un lugar en especial. Odinson se quemó la cabeza intentando encontrar un lugar acogedor y tranquilo para ambos, por lo que la primera idea que descartó fue ir al cine; había muchas personas, no tenía caso ir a un lugar donde la charla sería sobre si querían las palomitas grandes y en qué asientos habrían de sentarse, no podría preguntarle nada a Tony durante la función, y el fin de todo sería cuando un mocoso se pusiera a llorar por equis razón en medio de la función. También pensó en una cafetería, pero sería trillado, además de algo aburrido, Tony también trabajaba en una y estarían en un ambiente conocido; la feria no sonaba tan mal, pero a él le agobiaban los paseos por carretera, e ir a una conllevaría cruzar por un pueblito chiquito, la verdad no estaba entre sus planes, en serio que deseaba llevar a aquel muchacho a un lugar digno de unas mejillas tan bonitas como las suyas.

Qué bueno que tenía un plan de respaldo para ese día.

—Iremos al acuario, escandaloso. —

—¿Al acuario? ¿Por qué? —Puso en cuestión el castaño.

—Porque es bonito y porque yo te invité así que me tienes que seguir a donde yo vaya. —

Thor alargó su mano para que el otro la tomase, no había dejado su auto muy lejos de aquella banca en la que estaban conversando, Anthony agarró la palma y esperó a que el recorrido fuera corto.

Cuando estaban en el auto, el más joven se imaginó que Thor tomaría la ruta que pasaba en Hell's Kitchen y parte de Brooklyn ya que era más corto el transcurso, duraba una hora exacta el llegar, pero en lugar de eso puso el volante en la dirección de Manhattan, disfrutaba saber cosas por intuición, como también saber que la mano de Thor, que todavía seguía enlazada sobre su pierna estaba fría y suave. Zoé estaba en la radio.

Y antes de quedarse dormido por el calmo ritmo de Souvenir, pudo percibir un beso corto y cálido sobre el dorso de su mano.

———

amiwos, no sé qué pasó pero se borró todo el avance que tenía ya publicado, mis disculpas, nos leemos en una semana. :(

perdonen las molestias, los tqm.

necesito un beta reader, ¿algún alma caritativa?

bye bye ❤

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⏰ Última actualización: Aug 09, 2019 ⏰

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Del Color de el Sol | ThunderironDonde viven las historias. Descúbrelo ahora