ⅲ. Ocaso

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[Jueves. 11:23 am]

Era cierto que ese día había amanecido adormilado, y desvelado, ambas son la misma palabra, pero describen perfectamente a un peculiar rubio de ojos bicolor.
Después de recibir su café con unos dígitos en el vaso no dudó en escribir a ese número aún cuando todavía no se marchaba del establecimiento. El castaño era peculiar, muy desinteresado por su parte, por lo que le había dicho el amigo de Tony, Légolas, el muchacho era un tanto reservado conforme a sus relaciones personales, no tenía muchos amigos mas que aquellos que estaban en esa cafetería y algunos otros aparte, y bueno, el rubio quería volverse parte de ese club de personas muy exclusivo, quizás llegar a un poco más que eso, no lo sabía, pero el tipo era en verdad muy curioso con respecto a las personas que le interesaban, y en ese momento, Anthony Edward Stark era su centro de atención.

Ahora es turno de saber más de Odinson, eso es céntrico.

Él había crecido en una familia algo... extraña. Aunque era australiano, su padre y madre tenían descendencia nórdica. Odín y Frigga se habían enamorado quizás por accidente, y ellos, siguiendo las tradiciones de sus padres, decidieron otorgarle el apellido Odinson a su hijo, y cuando éste tenía algunos años, adoptaron a otro chiquillo. Tenían un legado gigante, eran dueños de una compañía de autos deportivos exigidos por la farándula, el heredero principal era Thor como todos lo suponían.

Fue un niño triste. Un pequeño al que su padre no abrazó, pero aún lo tenía de favorito. Un infante de medias negras y mejillas raspadas por el asfalto en el que le encantaba jugar, con sus rizos rubios despeinados por la brisa y sus mejillas sonrosadas cuando le tocaba tomar un regaño de su preciosa madre, atrapado por los brazos de su persona favorita y siendo preparado para un obligado futuro donde todo lo que le rodeaba le pertenecía, algo como El Rey León, pero sin las muertes de los padres de Thor, oh no.

Recordaba su infancia como algo clandestino, jamás hablaba mucho de ella, y su adolescencia fue parte de ello, siempre era lo mismo, los años corrían y corrían y sin alguna felicidad, Thor Odinson podía decir que era un chico triste, uno del cual no puedes apoyarte porque puedes terminar en el suelo, él también se rompía muchas veces, aún con su vista de ser alguien duro, alguien fuerte y que no llorase, era uno de los hombres más sentimentales que pudo haber conocido jamás. Pero algo bueno de todo aquello eran sus ojitos, aquellos bonitos luceros que adornaban el rostro del joven, la peculiaridad que nacía en ellos era la cosa favorita de su madre, siempre se dijo a sí misma cuando los veía que no existía cosa más hermosa en el mundo que no fuesen esos bonitos destellos que lucían en su bebé, en su niño, y la verdad era que no podía verse aquello en muchas personas, Thor era un muchacho especial, un niño que poseía algo que le cambiaba de otras personas, un ángel.

Y su hermano, oh, aquel azabache de ojos verdes era como un pequeño demonio. Loki era un niño raro, le encantaba leer y hacer travesuras, conocer más de las mariposas y planear sus nuevos atracos, pegar goma de mascar en el cabello de su hermano, robar las corbatas de su padre y dárselas al perro, era un caso perdido, pero el caso perdido con las mejores calificaciones y diplomados de todas sus escuelas, era muy popular, aunque caótico, le solían decir "El Dios de las mentiras" en séptimo grado, y con ese apodo decidió quedarse el resto de sus años de estudio, todos le conocían por hacer enfadar tanto a maestros como al director, llenar sus autos con arañas o cosas del estilo, quizás todos se preguntaban el cómo ese muchacho tenía las llaves de los coches de sus mayores, pero ninguno se atrevía a preguntar por qué, resultaba terrorífico. La relación que mantenía con su hermano era por demás frívola, pero era el único que sabía cuándo y qué próxima broma iba a hacerle a otras personas, en eso sí que se conocían bien.

Y él creció así, en presión, llenado de trabajos por parte de su padre, con una vida hecha y derecha en todo aspecto, cada momento y alianza preparada minuciosamente por manos ajenas, se podía decir que Thor no era dueño de su propia vida, o al menos no del todo, pero la independización jamás estuvo en sus planes, el irse y dejar a su madre y a su hermano en las manos gigantes de Odin nunca fue su intención, buscaba siempre el perdurar en su casa, al lado de ellos, pero, ¿las decisiones no cambian con bastante regularidad? En eso debía decir que todos tenían la razón, así que simplemente tomó la certeza de mudarse a San Francisco con ambos, alejados un poco de su padre y todos esos rollos que no le apetecía mantener vigentes.

Del Color de el Sol | ThunderironDonde viven las historias. Descúbrelo ahora