01

1.1K 122 22
                                    


Dull era diferente a todo lo que había visto. Las caballas eran pequeñas —la mayoría de ellas necesitaban un retoque de pintura— pero, les daba un aire vintage. Los patios traseros eran enormes y las casas estaban muy cerca de la otra. Cuando llegaron a la entrada de una casa blanca de dos pisos, Joaquín suspiró. Se sentía desorientado debido a que durmió la mayor parte del viaje.

—¡Debes estar emocionado! —exclamó su madre saltando del asiento y se dirigió hacia el maletero a recoger las maletas. 

Joaquín sólo sonrió. No estaba tan emocionado, lo más probable que hará en todo el verano es exactamente lo que hace en casa: Acurrucarse en el sofá y leer sobre constelaciones y el universo. Sin embargo, su mamá se sentía optimista acerca de este verano, como si finalmente su hijo se convertiría en alguien más sociable. 

Ayudó a su madre a bajar sus maletas cuando una puerta se cerró de golpe. Su primo Daniel venía con una gran sonrisa.

—¡Joaquín, es bueno verte! —le abrazó.

Daniel pasó junto a él para hablar con su madre, así que aprovecho para llevar sus cosas adentro. No estaba seguro dónde dormiría, así que sólo las dejo en la entrada. 

—Entonces —dijo Daniel —, voy a salir esta noche. La banda de mi novia tiene un concierto. Joaco, si lo deseas puedes acompañarme. O, podríamos arrendar unas bicicletas y explorar el pueblo. 

—¿Tú?... —Joaquín se aclaró la garganta —, ¿Vas a todos los conciertos de tu novia?

—Ya sabes el dicho: Los chicos siempre persiguen a las chicas —rio con una mirada de complicidad —. Bueno, excepto tú, eres un caso especial.

—Bueno —dijo su madre luego del momento de silencio —. Tengo un viaje largo por delante. ¡Nos vemos! Y compórtate. 

Joaquín rio y se inclinó para abrazarla murmurando un «te amo».




Ha estado sentado en su nueva habitación durante horas. Daniel lo invitó a cenar, pero lo rechazó ya que necesitaba un poco de tiempo lejos de la gente. Su madre nunca entendió cómo estar cerca de otros le agotaba hasta el punto de tener que pasar largos períodos de tiempo sin ver a nadie. Pero, Daniel no hizo ninguna pregunta, él le recordó que es bienvenido para unirse al concierto.

Finalmente, la noche cayó, así que decidió aprovechar la oportunidad para explorar su parte favorita de la habitación: El balcón. Al abrir la gran ventana le sorprendió ver a un chico sentado en el techo de la casa de al lado. Se sentó en el borde y él parecía igual de sorprendido por su entrada.

—Debes ser el primo de Daniel —Joaquín asintió sin poder formar una oración coherente —. Soy Emilio.

—Joaquín.

Emilio asintió desprevenido. Joaquín se preguntó si él siempre era así o solo lo tomó por sorpresa, perturbando la paz que probablemente sentía de estar solo en el techo.

—Lo siento si soy un intruso.

—Hola —Emilio rio —. Tú eres el chico que tiene un balcón y yo el chico loco en el techo. Pero, me gusta ¿Sabes? Puedo pensar y admirar.

Asintió sabiendo exactamente a qué se refería. Desde que era pequeño, estudio todo sobre las constelaciones y podía nombrarlas. No recordaba mucho ahora, pero así encontró la soledad al mirarlas. Mirar las estrellas era como mirar un mundo en constante cambio. Toda tu vida podría derrumbarse, pero las estrellas seguirían allí, incluso las que han estado muertas durante años.

Joaquín le habría explicado todo eso a Emilio, pero las palabras no parecían encontrar camino más allá de su lengua. No le importo mucho, algo en el silencio se sentía bien, así que se quedó mirando al hermoso chico a su lado.

Emilio se acercó a él, ni siquiera parecía considerar la posibilidad de caerse desde el techo.

—¿Quieres un sorbo? 

Joaquín asiente, su mano roza la de Emilio aceptando la botella. Cuando la fría bebida encontró sus labios supo que estaba equivocado; el verano en Dull no sería como los anteriores.  




cometa marco's || emiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora