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—¿M-mudarnos...? —La mano de _____ pasó por su espesa y larga melena, mientras miraba casi con horror a la señora que en ese momento hacía de arrendadora— P-pero... ¡Hace apenas dos meses que hemos llegado!

No sabes como lo siento... —Las palabras que salían de la boca de Mizuki eran pesarosas y las decía en voz baja— No es mi decisión... Yo solo me encargo de dar el aviso del dueño de los departamentos.

Y en realidad lo que decía era verdad. A pesar de no haber tenido mucho tiempo para convivir con _____, le tenía mucho aprecio tanto a ella como a sus hijos, pues a pesar de que la azabache tenía el parentesco con los pequeños como un secreto, se había atrevido a confiar aquello a la señora que tenía enfrente, quien en lugar de juzgarla, tan solo la apoyó.

De hecho en ese preciso momento, ella dirigió la mirada a la pequeña Kanade, quien con pasos titubeantes se paseaba alrededor del pequeño Yuu, el cual solamente se conformaba con dormir plácidamente en su pequeña cuna de piso, construida por su padre un par de meses antes de su nacimiento.

Mizuki-san... —Colocando una mano en su propia frente, _____ soltó un suspiro cortado, fijando su mirada en la taza de té humeante que yacía enfrente suyo y llamando la atención de su contraria— Ambas sabemos bien que el dueño de los departamentos es su esposo y usted con demasiada facilidad podría ayudarme... Se lo pido, por favor.

En su desesperación, ella juntó las manos a modo de rezo y las pegó a su rostro, en el cual las lágrimas comenzaban a llenar sus ojos.

A la pobre Mizuki se le partió el corazón al ver aquello, por lo cual se tuvo que ver obligada a apartar la mirada.

Dentro de su propia mente, sabía que terminaría accediendo porque así era ella.

Ella nunca fue como su esposo.

Ella tenía corazón.

Se mordió el labio inferior con suavidad antes de jugar y tomar una de las manos de _____, quien ya había empezado a sollozar en voz baja.

Escucha, te considero conñmonlo más cercano a mi hija a pesar del poco tiempo que nos hemos tratado y no quiero que tú o este par de angelitos sufran... —Calló por un momento, pensando lo que iba a decir a continuación, pero finalmente esbozó una dulce sonrisa— mi madre tenía una pequeña casa en el campo a un par de horas de aquí, la cual le regalaron sus padres... Considerando que estamos justo del otro lado de la ciudad, podría decirse que está algo retirada... Como ya dije, es pequeña pero bastará para ti y tus pequeños.

Los azules ojos de _____ se abrieron de par en par, casi sin dar crédito a lo que salía de boca de Mizuki. Escuchó con atención cuando ella le dijo la ubicación exacta y las precauciones que debería tener con ella.

Ella se puso a pensar en las ventajas y desventajas que traería el vivir en donde Mizuki decia. Conocía muy poco la ciudad, pues recién había llegado ahí, pero con las referencias que le habían dado pronto dio más o menos con el lugar.

De pronto, su vocecilla interior le dio un par de bofetadas. "¡Deja de pensarlo tanto! ¡Oportunidades así no se dan dos veces en la vida, _____!"

No lo dudó ni un instante.

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Supongo que eso era todo —La amable sonrisa de Mizuki volvió a aparecer en sus labios cuando ambas chicas caminaban hacia la puerta principal para que ella pudiese volver a su casa—  Mañana vendré a dejarte las llaves del lugar ¿De acuerdo?

Erotic Maternity © [ Laito Sakamaki ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora