Tamaki Amajiki [Escenarios y One-shots]

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Declaración

El caliente asfalto daba sensación de que atravesaba ligeramente la suela de sus zapatos y apresuró su paso, pese a que no llegaba tarde. A su vez, ajustó la correa de su bolso y levantó la mirada al encontrarse con el semáforo que indicaba que no podía pasar. Así, inmediatamente hizo recordatorio de cada uno de los pasos para aquello que le tomó unos días planear. Todo estaba tan perfectamente calculado que, según él, nada podría fallarle. Pero sí había una cosa que haría que su plan fuera en vano: su respuesta.

Retomó su camino a U.A. mientras varios escenarios atravesaban su inquieta mente y, curiosamente, su negatividad y pesimismo característico estaban ausentes, por lo que por cada situación que imaginaba, sentía su corazón latir rápidamente, sus mejillas arder levemente y una sonrisa temblorosa apoderarse de su expresión. Sin embargo, cuando el bullicio de la enorme institución invadió su tranquilidad, recordó aquella presencia que le provocaba un sinfín de emociones, por lo que su poca valentía y energía decayeron, siendo reemplazadas por una enorme cantidad de nervios.

En un momento dado, su caminata al salón se le hizo tan lenta y pesada que parecía un sueño. No obstante, se vio sorprendido ante la falta de ___________ en su asiento usual y fue entonces que se dio cuenta que no lidiaba con un sueño, sino con una inquietante pesadilla.

Una pesadilla hecha realidad.

---Mirio... ¿Dónde está _________?---masculló, ignorando olímpicamente el saludo de su amigo.

---Uh, no lo sé. Ni siquiera ha llegado---respondió, observando igualmente el asiento vacío---. Quizás se le hizo tarde o no pudo venir hoy.

Y aquello, era algo que no tomó en cuenta a la hora de trabajar en su confesión.

La llegada temprana del profesor lo desmotivó nuevamente y, confundido tomó asiento, mientras que se planteaba la posible solución a su problema y sus causas. Quizás enfermó durante el fin de semana (siendo lo más probable), pudo surgirle un inconveniente y por ello no pudo asistir, o se quedó dormida (su última causa no le cuadraba del todo).

Mientras analizaba rápidamente en ello, un pensamiento fugaz lo desvió de su estudio: quizá estaba exagerando demasiado. Aquello le provocó una vergüenza inmensa y, por segunda vez en la mañana, la sangre le subió al rostro, por lo que lo ocultó con sus manos a la par que encorvaba su cuerpo.

Entonces, se sentía ridículo por los pensamientos que cruzaban su mente y causaban una gran inseguridad que le hacía cuestionarse si realmente habría valido la pena idear todo aquello sin tener la certeza de que sus sentimientos fuesen correspondidos, o que en el peor de los casos, su amistad quedara en el olvido al no sentir lo mismo que él.

---Hey, no te preocupes tanto. Seguramente está enferma---susurró Mirio buscando no captar la atención del profesor---. Además, puedes escribirle para saber qué fue lo que sucedió.