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—¿Terminaste de masturbarte con la boca de Park? —sonreía abiertamente JongIn, entrando sin aviso a la oficina de JongDae—, MinSeok se vio molesto cuando mi secretario no apareció temprano para llevarme a mi oficina.

Se sentó en el sillón perfectamente construido para la oficina de JongDae, colocando sus finos zapatos de charol en la mesilla del frente.

—Está molesto porque no me masturbo con su boca y prefiero la de otros.

—Prefieres meter a tu amigo en otro hoyo que no sea la boca de MinSeok —alzó las cejas divertido JongIn—, admitelo.

—¿Acaso no tienes pendientes que revisar?

JongDae lo miró con cierto recelo, cuando JongIn abría la boca por diversión soltaba todos los secretos que sus colegas y, debe admitir, sus amigos le han contado a lo largo de su vida.

—ChanYeol fue a hacerse cargo de un problema —sonrió ladino—, ese que dejaste en sus pantalones. Quizá se encontró con el pequeño del área de Humanidades y se lo llevó a los baños.

—¿Cómo van las sucursales de Joyería? —preguntó JongDae sin prestar atención a la historia que JongIn contó hace unos minutos—, las cifras están bajando en la sucursal del Este.

JongIn viró sus ojos, bajó de la mesilla sus pies y se colocó de pie, observó a JongDae detrás de su escritorio, con esos jodidos anteojos que asegura escuchar a MinSeok alabarlos, suspiró pesado y llevó una de sus manos a la nuca, haciendo de lado su rostro y mirando a otro punto.

—Hubo un problema —suspiró de nuevo, sintiendo como la mirada de JongDae le quemaba hasta la punta de sus pies—, las joyas no se esparcieron como debían, la policía llegó al local y lo registró.

—¿Qué encontraron?

—Nada —aseguró, en esta ocasión miraba directamente a los ojos oscuros de JongDae—, no encontraron la puerta de las Joyas especiales. No debes preocuparte.

—Sin embargo lo hago, por ese pequeño accidente las ganancias de esa Sucursal han bajado —se levantó JongDae de su asiento y lo rodeó hasta quedar frente a JongIn—, es la segunda vez, Kai.

JongIn se congeló ante la mención de aquel apodo. Ese que JongDae y alguien más seleccionaron perfectamente para él, aquel apodo que odia y ama a la par.

—No volverá...

—El mismo cuento ya me lo sé, JongIn —interrumpió JongDae a su primo, suspiró y estiró el cuello antes de recargarse en su escritorio—, dile a MinSeok que venga.

—Puedo resolverlo sin necesidad de meter a MinSeok —declaró JongIn apretando la mandíbula y tensando todo su cuerpo.

—Eres un maldito —enfrentó JongDae—, cuando se trata de negocios normales eres peor que un estudiante de promedio bajo —aseguró, frunciendo el ceño y mirando molesto a su primo—. MinSeok se encargará de limpiar la mierda que ha hecho la policía, manipulará los mercados para no perder la Sucursal del Este.

>>Si tanto te importa mantener el puesto, demuéstralo —sentenció JongDae—, me cansé de tanta mierda que andas tirando solo porque encontramos un negocio que hace crecer nuestras ganancias. —suspiró pesado.

—Entiendo lo que dices —susurró JongIn—, iré a buscar a MinSeok.

JongIn salió de la oficina mirando de reojo cómo el secretario de JongDae, SeHun, lo miraba con cierta curiosidad. Probablemente escuchó la plática que tuvieron hace un par de segundos, aunque claro, en esa empresa se escuchan hasta los gemidos de los empleados.

THE KIM's [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora