Quinesia

4

Beck

Me sentía lleno de adrenalina. Ese día, después de que se fue Gisele, conducí de nuevo hacia la escuela de piano, con mi tío.

Cuando llegué lo vi afinando un piano viejo. Mi tio es una persona agradable (a veces).

— ¿Ya te vas a casa, Beck?

—Sí, pasé por mi mochila.

Mi tío asintió y me sonrió.

—Nos vemos en una semana, muchacho.

Salí y me fui directo a mi casa.

Y dirán, ¿Por qué un chico de dieciocho años vive solo? Pues les contaré.

Mi madre murió de cáncer en los huesos cuando yo tenía 13 años. Me quedé a cargo de mi padre, Tom, pero... Digamos que él y yo no congeniabamos mucho. Me exigía la perfección, en todos los sentidos, y no se la pude dar nunca. Quería hacer de mí un licenciado excelente, cuando yo sólo quería vivir para tocar y tocar para vivir.

A los quince años no soporté más y huí de casa. Me quedé por un tiempo con mi tío, hasta hace dos años que pude alquilar una casa en un barrio decente, y vivo ahí.

Es espaciosa pero se siente vacía. Estoy yo, y esa puta voz en mi cabeza.