Capítulo 11

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~ Jung Yong Hwa~

Con una idea clara en mente, me dirigí a la empresa. Tenía que ver a Lena.      

~Lena~

Me encontraba en la oficina, cuando llamaron a la puerta.

―Adelante.

―Señorita Lena ―era Emi.

― ¿Si? ―cerro la puerta y la vi relajarse. Claro fuera de ella debía mantener esa imagen de empleada. Pero solas no había necesidad de eso.

―Aquí te traje los informes que me pediste. Están ordenados por fecha.

―Gracias.

―Lena.

―Dime Emi.

―Tengo que salir un rato. Es algo sobre lo de tu cita, tu madre me llamo.

― ¿Te dijo algo?

―No solo que era relacionado, pero ya la conoces, no hablo de más.

―Lo sé. Tendremos que esperar para saber que otro bicho raro se le ocurre esta vez.

―Ni que lo digas. Por cierto ¿Te encontraste con Woo?

―Gracias a Dios no. No se cómo le hare cuando lo vea.

―Ponle un ratón y listo ―dijo riendo.

―No. Se pondría a gritar como una mujer.

―Eso sería divertido de ver. El que se cree tan nice.

―Lo sé.

―Bueno me tengo que ir.

―Está bien.

―Si tienes alguna duda o cualquier cosa llámame.

―No te preocupes, estaré bien.

―De acuerdo.

La vi salir y volví a concentrarme en los documentos que revisaba. Toda la mañana había estado trabajando en ello. Pronto un nuevo inversionista llegaría y en dos días tendríamos reunión.

―Rayos ―dije al ver que varias hojas se habían caído del escritorio. Me puse de pie y rodee el escritorio para tomarlas. Las ordene de nuevo, cuando escuche que la puerta se abría― ¿Se te olvido algo Emi? ―pregunte pero no obtuve respuesta alguna. Me gire y vi a Hwa junto a la puerta. Dios me miraba de ese modo que me hacía perder la razón― Hwa ―logre pronunciar mientras pasaba saliva.

―Hola Lena ―dijo avanzando lentamente hacia mí. ¿Qué quería? Tranquila Lena, me dije a mi misma. Estábamos en el lugar de trabajo, él no podía intentar hacer algo fuera de lugar ¿O sí?

― ¿Te puedo ayudar en algo? ―pregunte tratando de que mi voz sonara de lo más normal. Se detuvo a unos pasos de mí y me recorrió con la mirada de los pies a la cabeza. De inmediato mi corazón se aceleró y mis mejillas se encendieron.

―A decir verdad… ―dijo mordiendo su labio inferior y avanzando lentamente. Instintivamente retrocedí pero me encontré con el escritorio― Tu puedes hacer muchas cosas por mi… ―dejo la frase sin terminar, dejándome un millón de opciones que me rodaban la mente. Ese hombre sacaba un lado perverso de mí.

―Ah… ¿Necesitas algo documento? O ¿Archivo? ―pregunte torpemente, él seguía avanzando mientras me devoraba con la mirada.

―En realidad lo que necesito de ti es otra cosa ―estaba a escasos centímetros de mí. Sentía que no podía respirar y que el corazón se me saldría del pecho.

El perfecto prometidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora