La magia siempre ha sido un misterio. El mayor de los misterios. Y entre más magia más misterio. En Targot, la tierra conocida, existen miles de seres mágicos: hadas y su poder del bosque, Dafos guerreros, enanos constructores, brujos y hechiceros sanadores, y una larga lista de otros seres. Cada uno de ellos creados con una magia específica. Pero, ¿creados por quién?
Solo existe un ser capaz de crear magia de la nada. Targot, la propia tierra, tiene un alma. La Fuente. Cuentan historias que la Fuente es el ser más poderoso jamás conocido. Se duda si fue la Fuente quién creó a los dioses o fueron los dioses quienes la crearon. Lo único que tienen claro es que la Fuente es la madre de lo que ven, tocan, sienten. Demasiado poderosa como para vivir en Targot, reside en otra dimensión, aunque nadie la ha visto jamás. Pero no se desocupa de sus creaciones, cada doscientos años nace un soldado de la Fuente. Un soldado que debe proteger a la tierra y sus habitantes y destruir todo mal que amenace la paz. Un Ónice.
Hacía dieciséis años que el nuevo soldado había nacido, y llegaba su hora de cumplir con el deber, aunque no lo supiera.
- Es decir, que ya no solo tengo que proteger el pequeño y tranquilo pueblo de Targot, que eso ya me venía grande, sino que tengo que proteger todo nuestro mundo.
- Jaz, es solo una suposición.
- Abuela es una suposición muy, muy grande.
Jaz se levantó de un golpe y comenzó a caminar de un lado al otro de la habitación. Llegaba hasta la chimenea daba la vuelta volvía a la mesa, miraba a su abuela, ella le respondía con una mirada compasiva, resoplaba y vuelta a empezar.
- Es sólo un suponer cariño. No encuentro otra explicación, pero puede que exista otra explicación.
- ¡Sí! Busquemos en el libro –se acercó corriendo a la mesa y se sentó de nuevo con un poco más de esperanza en su rostro-. Seguro que hay algo que pueda ayudarnos, pon un poco de raíces en el caldero y conviérteme en rana o algo así. Escaparé a la charca más cercana y viviré una gran vida de rana.
- ¡Jaz!
- ¡No sé cómo quieres que me tome esto!
Ignorando a su nieta pasó las páginas hasta la parte de criaturas mágicas. De todas las criaturas que allí aparecían Litzma no había visto ni la mitad, solo conocía lo que el libro ponía.
Ónice
Los Ónice o soldados son seres capaces de obtener poder de la propia Fuente. Son enviados para proteger la tierra conocida y sus habitantes.
Poderes: Desconocidos.
Debilidades: Desconocidas.
Estos seres son considerados soldados porque una vez cumplida su misión son reclamados por la Fuente.
Su aspecto varía según la especie en la que se manifieste el espíritu del Ónice. Comúnmente los Ónice son nacidos en familias de tradiciones mágicas.
Después de leer aquello Litzma no sabía qué decirle a su nieta exactamente. De repente, la chica cogió el libro y pasó un par de páginas más y lo miró una y otra vez.
- ¡Hay diez páginas sobre licántropos! ¡Diez! Y sobre los Ónice nada. Esto me supera. ¿Dónde pone cómo renunciar a esta cosa?
- Jaz, tranquilízate –su nieta no paraba de pasara las páginas a toda velocidad-. Jaz para –el libro se iba a enfadar-. Cariño es mejor que dejes el grimorio.
YOU ARE READING
Emperatrices: Destino.
FantasyEn un mundo mágico como lo era Targot, es difícil ser especial. Y Jaz lo sabía bien. En su pueblo destacaba por ser la nieta de la Gran Curandera y la futura mujer de Jefe, pero no por ser ella misma. Las cosas estaban a punto de cambiar, aunque Jaz...