Capitulo 1- Pesadilla

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Una semana después.

A pocas semanas de terminar las clases no podía dormir. Desde que llegó a mí ese tapiz, noche tras noche tenia sueños, pesadillas que atormentaban mis horas de descanso.

No podía cerrar los parpados siquiera, temía a los ojos rojos y espeluznantes que se habían grabado en mis retinas. Me negaba a dormir esta noche también.

Era sábado, todos dormían, mi madre, mi hermana menor, todos... Menos yo. La pastilla para no dormir hizo efecto y sentí cómo mi cuerpo se activaba, aunque dolorosamente.

Era la una de la madrugada, el oxígeno se escapaba de mis pulmones por el miedo a cerrar mis ojos mientras mirada las grietas que se formaban en el techo de mi habitación.

Decidí dar un paseo. Me levanté lentamente de la cama, coloqué las desgastadas botas en mis pies y salí como si me estuvieran persiguiendo, y quizás así fuera, pues sea lo que sea que me acosaba en sueños, se sentía muy real.

Caminaba por las calles maldiciendo en voz baja por no haber llevado un abrigo. El frío se instalaba en mis huesos y al respirar se podía ver el vapor que salía por mi boca. La noche era oscura y tenebrosa a pesar de estar iluminada por las farolas del alumbrado público. Un sentimiento extraño se aferraba a mi pecho y algo me hacía sentir observada. En cada rincón podía observar unos ojos rojos en lo más oscuro y profundo de los callejones desolados. Negué con la cabeza espantando las alucinaciones causadas por la falta sueño.

Avancé lentamente pues no tenia prisa a pesar de tener frio, paseé la mirada por los árboles notando algo que me heló la sangre... Realmente alguien me perseguía.

¿Quién podría ser? ¿Qué querría? Miles de posibilidades se dibujaron en mi mente, pero tenia que mantener el control de la situación.

Con miedo y el corazón en la garganta, caminé un poco más rápido. ¿A dónde podría ir para pedir ayuda? A estas horas de la noche, ningún establecimiento estaba abierto. Me sentía paranoica, aunque no me dejé vencer por el temor. Observé algo brillante unos cuantos pasos delante de mí y noté que era un fragmento de vidrio roto, tuve una idea quizás bastante arriesgada, pero si algo malo estaba por suceder prefería estar preparada con un arma.

Seguí con el orden de las ideas que tenía, me agache fingiendo atarme los cordones, tomé el vidrio y lo escondí en mi mano con cuida de no cortarme.

El intruso se apresuró a detenerse a mi lado, me levanté para no darle la oportunidad de verme vulnerable. Antes de que me girara a ver de quién se trataba, habló haciéndome dar un pequeño salto del susto.

—¿Por qué tomaste el vidrio? —Él chico me observaba como si estuviera loca y de seguro me veía como si lo estuviera.

Solté el aire que no había notado tenía retenido en mis pulmones e intenté tranquilizarme sin dejar de estar alerta.

—Eres tú... —Suspiré—. Eres Noah, ¿no? —Aún no soltaba el vidrio y lo estaba apretando demás sin darme cuenta.

—Si... te vi salir de tu casa y pensé que no debías estar sola en la calle a esta hora. Por eso te seguía.

Levantó las manos para mostrarse inofensivo.

—¿Cómo supiste dónde vivo? —interrogué con desconfianza aún. Quizás solo estaba paranoica, pero a raíz de los sueños mi temor por todo iba en aumento.

—No lo sé, solo caminaba hacia mi casa y te vi saliendo de la tuya, tranquila, ¿sí? —suspiró—. Te ves helada, ten, toma mi chaqueta.

Sin darme cuenta, estaba temblando, era verdad, estaba helada. Colocó su chaqueta a mí alrededor. La tela aun tenía impregnado su olor, además de su calor corporal que me pareció reconfortante, pero extremadamente caliente, era extraño.

Secretos (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora