Capitulo 7-Circus

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Cuando era pequeña, mi madre me contaba historias de cómo disfrutaba su vida junto a la abuela en la casa del lago. Solía contar las fogatas que hacían y el cómo sentía que era como estar en un verano eterno. Y la verdad es que era muy bonito ver el amanecer en este lugar.

No dormí desde que lo hice en compañía de mi hermana y por ende estaba viendo el amanecer frente al lago.

El sol comenzaba a salir lentamente, dibujándose en el agua. El aire frío acariciaba mi piel mientras me abrazaba a mí misma.

—¿Despierta tan temprano? —La voz de Noah me sacó de mi concentración.

Di un saltito al sentir presencia a mis espaldas.

—No dormí.

Estiré un poco mi cuerpo. Él se sentó en silencio a mi lado, noté cómo llevaba una gorra con la visera hacia atrás.

—Yo tampoco —confesó.

Giré mi cabeza extrañada hacia él, yo tenía como excusa mis pesadillas.

—¿Por qué? — pregunté.

Su mirada estaba perdida en el lago.

—¿Por qué no lo haces tú? —respondió.

Bufé, dándole una mirada molesta.

—No deberías responder una pregunta con otra.

—¿Por qué? —Sonrió de lado.

Me levanté frustrada de las escaleras del pórtico, él me tomó del brazo.

—Tengo pesadillas —masculló en un tono muy bajo, casi imperceptible.

Me acerqué a su oído y le susurré:

—Deberías enfrentarlo y decirle quién manda.

Me solté de su agarre suave, me observó aun sonriendo de lado.

—Touche.

Entré a la casa, al cerrar la puerta olvidé lo que iba a hacer. Desde que no dormía, mi cuerpo me empezó a pasar facturas; además del constante dolor de cabeza, estuve olvidando muchas de las cosas que me disponía a hacer. Me senté en un sofá y mordí la uña de mi dedo meñique. ¿Sería buena idea dormir algo? No me quería volver loca, pero tampoco quería soñar; soñar era igual a no descansar. Nick bajó las escaleras y me observó extrañado. No era para menos, me encontró en uno de mis momentos de ansiedad donde debatía si dormir o no.

—Te ves fatal —dijo sin una pizca de tacto.

Me dolió un poco, pero, seamos sinceros, estaba segura de que me veía fatal.

—No he podido dormir.

Mis palabras sonaron estranguladas, el peso de no dormir, el estrés que eso causaba y todo lo que conllevaba tener semanas en este estado me hizo arrancar a llorar.

—Oye... Tranquila, hermosa —susurró quedamente mientras se sentaba a mi lado—, todo estará bien, ¿por qué no has dormido?

—T-engo... Tengo pesadillas.

Su consuelo me calmó un poco.

—Bien... ¿Y si yo velo tus sueños? —Sobó mi espalda—. Es decir, tú duermes y si veo que algo te molesta, te despierto. ¿Bien?

Sorbo por la nariz y caigo en cuenta de que mi crush se estaba ofreciendo a pasar tiempo conmigo, conmigo dormida, pero ¡es tiempo conmigo! Sonrió.

—Bien.

Se sentó a mi lado y dio palmaditas en su regazo.

—¿Ahora? —pregunté dubitativa.

Claro que quería apoyar mi cabeza en las piernas de este chico, pero todo se sentía tan irreal. Le hice caso y me acosté en el mueble. Por un momento sentí que el sueño no llegaría a mí, pero fue inevitable, como fue inevitable notar que su aroma era al cuero y la hierba recién cortada.

Secretos (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora