Eran alrededor de las tres de la mañana.
Tenía en sus manos la perilla recién forzada, empujó ligeramente dándose cuenta del leve chirrido que esta hacía. Pero no importaba, estaba loco esa noche, estaba ardiendo bajo las modestas e incomodas ropas que llevaba puestas. Respiraba acelerado, en silencio, intentaba calmarse a como dé lugar para no hacer más ruido del necesario, al menos no hasta el momento adecuado. La puerta poco a poco se abría, se dejaba empujar perezosamente por el hombre, como si adormecida les diese paso a sus más grandes anhelos. No se interponía entre él y sus deseos. Solo se dejaba empujar. El hombre, ansiosamente comenzó a avanzar conforme la vista se abría a la habitación. El miembro se le endurecía con cada paso que daba y se mojaba con cada plano nuevo que se dejaba ver. Cuando ya por fin la puerta se había abierto lo suficiente como para dejarlo pasar, entró ansioso, cerrándola tras de sí. Y fue entonces...
- ¿Qué dem...? - la blasfemia se le atascó súbitamente en la garganta. La habitación estaba completamente vacía. Recorrió la extensión con la mirada estupefacta, acostumbrándose por completo a la oscuridad que lo envolvía y confirmando sin duda lo que estaba temiendo - No puede ser. ¿Dónde están?
Se llevo una mano a la cara, rascándose la cien con frustración y poniendo en su rostro una expresión de disgusto caminó hacia la ventana del cuarto. Corrió las cortinas ligeramente, rozó con los dedos el recorrido de los travesaños hasta llegar al pomo que abría la ventana, comprobó que se mantenía cerrada, bajo llave. Giró la cabeza, mirando sobre su hombro en dirección al baño. La puerta estaba entreabierta y la luz estaba encendida, pero desde su lugar notaba que claramente no había nadie, ni un alma solitaria, dentro de esas malditas cuatro paredes, exceptuándolo a él. Se sentía frustrado y nervioso. La esencia del último cigarrillo que había fumado se mantenía constante en su ropa, el sabor amargo se sentía aún más amargo en su lengua, su erección había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos tras tan decepcionante verdad. No comprendía la situación ni sabía cómo ni dónde hallar una respuesta.
Entendió entonces que si se permitía enervarse de más acabaría destrozando la habitación y eso, por obvias razones, le traería serios problemas. Serios en verdad.
Tomó una gran bocanada de aire y se convenció de que tranquilizarse era su mejor opción. Se dijo a sí mismo que estaba bien, que tal vez se salvó de cometer una locura, que de todas formas lo que intentó hacer era supremamente arriesgado. Exhaló prolongadamente el aire contenido en sus pulmones, acentuando aún más el olor a tabaco rancio y amoniaco quemado a su alrededor. Su cuerpo parecía exigir fumar más tras el estímulo olfativo que procedía de su propio interior.
Se llevó la mano al bolsillo de su pantalón y sacó la cajetilla magullada de Malboros. Con resignación alzó perezosamente la vista había el otro extremo del cuarto, llevándose uno de los pocos cigarrillos rubios que le quedaban a la boca, siendo seguido por una cerilla encendida que acercaba a su rostro, apuntado a la cabeza del pedazo de cáncer que sostenía entre sus labios desinteresadamente, se ayudó de su mano sobrante para cubrir el fuego y que este no se apague durante su corto camino.
Pero el cigarrillo no se encendió, el fuego no llegó a tocarlo siquiera porque varó a mitad del trayecto. SeungHyun se mantuvo inmóvil por segundos a tal punto que salió de su estática postura solo tras quemarse con el fuego de la, casi consumida por completo, cerilla. Se quejó con gruñido y sacudió la mano lastimada en el aire, llevó sus dedos quemados a su boca y los chupó con lastima mirando nuevamente hacia allá.
Reconoció rápidamente la cama de JiYong por los zapatos un poco gastados que descansaban frente a ella. Tenis rojos. JiYong siempre los usaba.
El dolor en sus yemas se hacía más tenue conforme avanzaba hacia aquella cama mal tendida hasta desaparecer por completo. Se agachó, apoyándose en manos sobre ella, gateando hacia la almohada que parecía esperarlo al final. Se fue echando sobre las sábanas lentamente, cubriéndose con un olor conocido para él, pero esta vez más completo, más íntimo, como si en su nariz se hubiese completado un rompecabezas que llevaba semanas queriendo armar. Hundió la cara sobre la suave y desgastada almohada, rompiendo el cigarrillo en varias partes, rebajándolo a migajas que se caían por todas partes e impregnaban todo con su olor amargo. SeungHyun gimió gustoso. Esa mezcla de olores lo sedujo fácilmente. Se llevó la mano con lujuria a la entrepierna y la apretó con fuerza, ayudando a su erección a expandirse más dentro de sus pantalones.
- Justo así- gimió extasiado.
Se imaginó a JiYong apretándole la erección sobre la ropa. Con la cara aun prendida a la almohada se posicionó sobre sus rodillas. Sostuvo su entrepierna con menos vehemencia, tratando de imitar la fuerza que tendría el chico. Se acarició aún sobre las telas, sintiéndolas secas y rugosas, apretadas y molestas. Llevó su otra mano sobre la que se cernía a su entrepierna, perdiendo el soporte de su torso y haciéndolo hundir aún más su cara en el olor que lo comenzaba a embriagar peligrosamente. Dejó que su mente perversa tomase el control de su fantasía emergente. Se apretó la mano y la empujó desesperadamente hacia su dureza, imaginando el brazo de JiYong sometiéndose ante el agarre y llenando su pequeña mano con su bulto. Inhaló fuertemente. Sus rodillas cedieron, dejando caer lentamente su cuerpo contra el colchón.
SeungHyun gimió ahogadamente, queriendo unificarse con esa maldita bola de tela y espuma.
JiYong parecía querer sacarle la ropa, sus ojos se veían rojos y él se sentía débil. Apresuró a bajarse los pantalones y la ropa interior, casi rompiendo el botón y el cierre de paso. Su verga saltó hacia afuera, chocando firmemente contra su vientre. No quiso esperar más. No podía más. Quería complacer esa divina expresión de súplica en la cara de JiYong que se dibujaba borrosamente en su cabeza. Empezó un vaivén constante, frotándose con las sábanas, olisqueando sin cesar, apretó con fuerza las sábanas entre sus puños por debajo de su cuerpo, imaginando la cintura de ese sucio chiquillo. En su imaginación se lo estaba follando como una bestia, como un bruto, y en su imaginación ese chico lo estaba gozando. Revivió el recuerdo de ese sonoro gemido saliendo de su boca y lo maximizó, como queriendo reconstruirlo como un gritó vulgar y pervertido, repleto de malicia, de capricho, de ambición.
Un lastimero gemido escapó a duras penas de la magullada almohada mientras que SeungHyun, anticipándose al suceso, cubría la punta de su pene con la palma de su mano, descargándose en ella.
Le tomó un tiempo recuperarse de todo aquello. Entre jadeos se levantó como pudo y con cautela se dirigió al lavamanos del baño para limpiarse. Se alistó y menos de cinco minutos abandonó la habitación, dejándola tal y como estaba.
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Después de años he decido darles continuidad a mis historias. No puedo creer cuanto tiempo ha pasado desde la última vez que siquiera escribí algo que no fuesen trabajo de la universidad.
Lectora del pasado, si aun estas ahí, esperando a que vuelva, quiero que sepas que también he pensado en ti. Y este capítulo existe el día de hoy gracias a ti.
Again, from the heart.
24/08/2024
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Padre, He Pecado
Fanfiction-Padre, he venido a confesarme... -Ave María Purísima. ¿Qué tienes que contarme? -Oh, padre... que Dios me perdone.