"Bitch"

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Había pasado un tiempo cuando Severus por fin despertó, aunque estaba algo desorientado causando que se sentara mientras veía a todos lados.

Agliaret estaba supervisando a Severus por órdenes de Lucifer, algo que igualmente hubiese hecho y al ver al joven mago desorientado no pudo evitar reírse a carcajadas haciendo que el pelinegro lo mirase con el ceño fruncido.

-¿Qué ha pasado, Agliaret?- preguntó el mago con brusquedad aún molesto con el demonio por burlarse de él.

- Estuviste durmiendo por 3 días seguidos, mis señores se han preocupado realmente por ti ya que Mike y Luis, los otros dos magos, despertaron hace 2 días.- Dijo el demonio mientras que sus ojos mostraban lo preocupado que se encontraba, no iba a mentir, en realidad creyó que el joven había muerto o había entrado en coma.

-¿En serio? Tal vez yo fui quien utilizó más magia, pero dime ¿La maldición se rompió? -Preguntó con cierto nerviosismo que solo aumentó al no escuchar nada haciendo que el ambiente se sintiese tenso.

-Mis señores solicitan tu presencia, en este momento están en el comedor. Dijeron que cuando despertaras te llevara ante ellos- Agliaret estaba serio lo que hacía que Severus tuviera miedo de que el plan haya fallado, pero aun así se levantó y se puso unos zapatos que se encontraban en el suelo, también se dio cuenta que la ropa que traía no era de él lo que hizo que se sintiera abochornado pensando que alguien lo cambió.

Ambos iban caminando por un pasillo largo y oscuro, el silencio que había entre ambos era realmente incómodo y Severus no sabía cómo aligerar el ambiente, el mismo se sentía tenso y los nervios le estaban ganando. En su mente aparecían imágenes de cosas no muy bonitas, estaba seguro de que lo torturarían para la eternidad o algo peor, aunque su mente no sabía que era peor que eso.

Agliaret iba callado, no decía nada y parecía estar perdido en sus propios pensamientos, en ningún momento habló o le dirigió una mirada al pelinegro quien ya estaba extrañando las bromas y el ligero coqueteo del general.

Llegaron a una puerta que era de color plateado lo que le hacía pensar al joven que tal vez estaba hecha de plata, tenía incrustados algunas joyas verdes que creía que eran esmeraldas.

El demonio abrió la puerta y ambos entraron a lo que parecía ser un gran comedor, en las sillas se encontraban Lilith y Lucifer mirando a su dirección con ojos calculadores sin mencionar nada. Una vez que estuvo en frente de ambos demonios Agliaret hizo una reverencia y salió dejándolos solos sucumbido en un silencio incómodo con un pelinegro al borde de un ataque de pánico.

La primera en hacer algo fue Lilith quien se acercó a Severus de manera lenta y con el rostro inexpresivo siendo seguida por Lucifer quien iba unos pasos atrás. Para ese entonces, Severus ya tenía ganas de llorar y estaba respirando con dificultad, su mente era un lío de pensamientos catastróficos pero fue rápidamente sacado de ellos cuando dos manos tomaros sus mejillas.

-Gracias, Gracias a ti la maldición se ha roto- Lilith había tomado el rostro de severus mientras le sonreía genuinamente, ella en realidad estaba agradecida con el mago en frente de ella por lo que no pudo evitar darle un pequeño beso en la frente.

-Estamos agradecidos contigo, fuiste de mucha ayuda y gracias a ti Lilith ahora es feliz- Dijo lucifer quien también estaba agradecido, puede que él y Lilith no sean pareja realmente pero la apreciaba mucho, si ambos pudiesen amar, no dudaba que serían una pareja amorosa.

Severus no sabía que estaba pasando, el beso que le dio Lilith lo había afectado, hacía años que su madre no hacía ese gesto. Hacía mucho tiempo que no sentía que en verdad había ayudado a alguien, que había sido de utilidad, que le estuvieran agradeciendo, que Lucifer se sintiese orgulloso de él siendo que su propio padre lo había aborrecido y se había encargado de hacerle saber cuan decepcionado había estado de él, eran tantos sentimientos mezclados que sin poder evitarlo lo hicieron comenzar a llorar y se odiaba por hacerlo, el llorar solo traía más sufrimiento y permitía que las personas lo lastimaran más.