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Lentamente fue despertándose, recordando torpemente lo que había pasado la noche anterior. Después de cenar su amiga la dejó en su habitación, pero al no encontrar las llaves fue a la habitación de Chema a ver si estaban allí... y luego...
Oh por Dios.

Se levantó casi con un salto despertando a Chema de golpe, haciendo que éste cayera de la cama.

- Eh, tranquila, ¿qué te pasa? -dijo el chico acariciando con una mano su cabeza.
- Eh... nada, nada -¿qué estoy haciendo?¿Soy gilipollas? Solo he dormido con él. Se decía mientras le daba a su amigo una sonrisa nerviosa.
- Me has asustado -siguió el chico poniéndose de pié y empezando a reír.

Deva también se puso a reír. Había sido gracioso ver como Chema se caía al suelo mientras aún estaba despertando.
¿Pero por qué me he altrado tanto? No sé... ¡Mierda!

- Chema, ¿qué hora es?
- No sé, déjame ver -dijo para coger su móvil y mirar la hora-. Pues son las diez y algo, ¿por?
- Se supone que he quedado con mi amiga a las once para acompañarla a comprar unas cosas -contestó ella suspirando aliviada.
- ¿Y no te quedas a desayunar? -siguió él poniendo cara de pena.

A Deva le conmovió esa carita y a la vez le hizo gracia pues se puso a reír a carcajadas. Al relajarse un poco puso su mano sobre la cabeza del chico y despeinó su cabello, cosa que le pareció adorable a Chema.

- No puedo quedarme a desayunar contigo niño pequeño.
- Es una pena -dijo él poniendo morritos.
- Pero puedo comer contigo si te apetece -siguió Deva con una sonrisa.
- Pues si me das ese honor, princesa, este niño pequeño te llevará a comer al mejor restaurante de la ciudad -entonces le cogió la mano a su amiga y la besó como si de verdad formase parte de la realeza.

A deva le gustó su gesto.
Se disponía a partir cuando recordó que el botón de su pantalón había salido volando la noche anterior y que no tenía ropa para ese día.

- Em, oye Chema.
- ¿Si? -dijo él mientras hacía la cama.
- No tengo ropa para hoy.
- Es verdad, ayer mi cerdita rompió el botón de sus pantalones -siguió riendo-. Tranquila, yo puedo dejarte unos pantalones de chándal.

Chema se dirigió al armario y lo abrió. La chica no pudo evitar fijarse que incluso en el armario su amigo guardaba comida, ya que estaba lleno de empaques de galletas y bollería, todo grasas saturadas.
El chico sacó los pantalones que antes le había comentado a Deva junto con una camiseta limpia y le tendió la ropa a su amiga. Ésta la tomó y conenzó a cambiarse. La ropa le quedaba bien excepto porque los pantalones a pesar de ser elásticos le quedaban un poco apretados, sobretodo el elástico de la cintura, que se hundía levemente en su barriga ahora blanda provocando una separación en ella. Chema tragó saliva al verla. Estaba tan sexy así... pero lo estaría aún más en un tiempo, después de cebarla como la cerdita que era.

Al terminar de vestirse Deva se miró al espejo de cuerpo entero. La ropa de Chema le quedaba bien, no era ancha pero no hacía que se notara su barriga. Se levantó la camiseta y observó como los pantalones del chico apretaban su barriga... Me veo genial, pensó para bajarse la camisa y mirar a su compañero.

- Muchas gracias -agradeció con una sonrisa sincera.
- De nada, eres un sol -pero cuando se dio cuenta de lo que había dicho se puso rojo y miró nervioso al suelo.

Deva, sorprendida y a la vez halagada, se acercó más a Chema y terminó abrazándolo. Al cabo de unos segundos el chico reaccionó y correspondió el abrazo.

Estuvieron un rato en esa posición hasta que Chema alejó un poco a Deva y la miró a los ojos. Esos ojos marrones avellana que brillaban de emoción le volvían loco y lo mismo por parte de la chica, que se quedó atolondrada mirando el ámbar de aquellas perlas. Entonces Chema la besó suave pero profundamente.
Los dos ardían, a los dos les encantaba esa sensación, entendían que debían estar juntos, había sido un golpe del destino.

Al separarse Deva le dio a entender que ya era la hora de irse, entonces se despidió y fue en busca de su amiga.

La mañana despues de eso fue normal, Deva le había prometido a su amiga que la acompañaría a buscar un regalo para Dani, el novio de Ale. Una vez en el centro comercial empezaron a buscar por las tiendas hasta que un fuerte rugido proveniente de la barriga de la chica detuvo su búsqueda. En efecto, Deva se moría de hambre ya que no había desayunado; su amiga lo comprendió así que se dirigieron las dos juntas a un local de comida rápida que estaba por allí.
Aún estando frente a su amiga Deva no se cortó ni un pelo con su pedido, quería engordar y cumplir su sueño así que cuanto más grande y grasienta fuera su orden mejor sería para ella, y así fue: pidió una triple hamburguesa xxl con extra de queso, dos raciones de patatas, nueve nuggets y un batido grande de chocolate.

- ¿No es mucha comida para ti? -preguntó boquiabierta Ale.
- Que va, es que no he desayunado y tengo mucha hambre.
- Pues comiendo esta comida basura es normal que luego te salgan rollitos -dijo levantando los hombros -, pero tranquila, así hay más de ti para amar.
- Sí -rió Deva nerviosa.

Entonces se puso a devorar aquel banquete que había ante ella intercalando grandes bocados de hamburguesa  con profundos sorbos de batido. Al terminarse la hamburguesa siguió con las patatas y los nuggets, a decir verdad después de terminarse la primera ración de patatas se encontraba llena pero la comida estaba tan grasosa que no podía parar, era un vicio.
Cuando se terminó el batido le pidió a su amiga que trajese otro pequeño de vainilla y ella obedeció sin saber las verdaderas intenciones de Deva. Ésta siguió tragando. Sentía una presión alrededor de su barriga... era el elástico de los pantalones; se aseguró que su amiga siguiese en la cola para pedir y que nadie la mirase para bajarse los pantalones por debajo de su dura barriga, liberando así la presión y podiendo continuar más cómoda. Al llegar su amiga con el batido la chica ya había terminado con toda la comida, pero no estaba satisfecha racionalmente hablando así que al terminarse el batido se compró un muffin y se lo comió.

No se había dado cuenta pero Ale sí, de que ahora su barriga sí se notaba a través de la camiseta de Chema, pero la amiga no le dio importancia.
A Deva le costaba un poco caminar pero lo disimuló bastante bien a ojos de los demás.

Llegada la hora de comer Ale y Deva cogieron el coche para regresar al campus.

- Em, Deva -musitó Ale.
- ¿Si? -preguntó miedosa la chica.
- ¿No crees que últimamente te has dejado llevar demasiado?
- Eh... -Deva tragó saliva. ¿Qué debía contestar?
- Digo, a mi no me importa como te veas, para mí siempre serás hermosa, solo te advierto que luego si me vienes llorando porque has engordado me reiré de ti -dijo estallando en carcajadas.

Deva no pudo evitar reír junto a su amiga, era demasiado idiota. Nadie en el mundo podría hacerla cambiar de opinión, era la mejor amiga en todo el mundo. Seguro no le importa mi secreto, ella no me juzgaría. Pero aún era demasiado pronto y Deva no estaba preparada para contárselo.

Al llegar se despidieron una vez más delante de la habitación de Deva y cuando Ale desapareció por detrás de la esquina, la chica fue hacia la habitación de Chema y esperó hasta que su amigo abriera la puerta.

Cuando se abrió, Deva pudo observar a su amigo vestido como ella: en chándal.

- ¿Pensabas sería algo más elegante? En esos sitios te cobran un riñón por porciones infantiles -los dos rieron ante esa comparación -. No, yo no te llevaré a esa cursilería de sitios; hoy nos vamos al mejor buffet de la ciudad.

A Deva le brillaron los ojos... ¿Cómo un chico podía hacerla tan feliz?

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⏰ Última actualización: Aug 24, 2019 ⏰

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