× six ×

168 22 3
                                    

- y bueno chicos, espero y ya le estén adelantando a sus trabajos, porque se entregan la próxima semana y no voy a aceptar investigaciones mediocres por parte de ustedes, los he educado para dar mucho más...claro, hay excepciones - la profesora miró de reojo a un par de alumnos que no hacían nada más que parlotear en el salón y se limitó a seguir la clase.

temo nunca había sido el preferido, pero tampoco era el más odiado por ella, se podría decir que estaba y vivía en las sombras, no era tomado en cuenta, por eso su insistencia por impresionarla y destacar. por otro lado, entre los más odiados se encontraba "josé", un chico que siempre encontraba la manera de menospreciar y humillar a temo, y que se había llevado un lugar en la lista negra de la profesora desde el primer día en que pisó aquél aula.

temo recordó las palabras del chico de la nota y no pudo evitar reír.

"dale un golpe a ese cretino josé de mi parte"

ese mismo día, luego de terminar clases, volvió a la biblioteca, no sólo con el objetivo de terminar dicha investigación, sino también para saber algo sobre aquel chico que le había sacado una sonrisa y del cual desconocía su nombre.

- "ari"... - dijo entre dientes, esas pequeñas letras podrían significar cualquier cosa, hay tantos nombres que inician así que hasta pereza le daba intentarlo, e inclusive no pensaba que este chico fuera a contestarle. pero le interesaba saber quién era, le llamaba la atención y no iba a negarse ante ello.

×

aristóteles había dejado el libro en la estantería de la biblioteca central esa misma mañana, luego de haber salido temprano de casa, ignorando a su padre y dejando un beso en la mejilla de su madre y hermano.

su canción y el chico bonito eran su mayor prioridad en esos momentos. sonaba algo tonto, pero pensar en él lo hacía sentir en las nubes y no entendía como es que alguien podía hacerle sentir así. en el cielo.

- dios, soy tan patético - dijo aristóteles, cabizbajo sin mirar el camino, dirigiéndose al lugar en la biblioteca en el que siempre solía sentarse a componer, sin percatarse de que alguien más, que tampoco se encontraba mirando para enfrente venía en su misma dirección, por lo que ambos, chocaron y cayeron al suelo.

- oh por dios, discúlpame enserio, no estaba viendo y venía muy apurado, ten, déjame te ayudo a levantar todo - dijo temo apenado, recogiendo las libretas y plumas que se habían regado por todo el suelo. venía con la idea de querer leer el posible mensaje de la persona misteriosa, que no se percató de que había alguien frente a él con el que estaba a punto de chocar.

- no, no, no, no te preocupes, deberás, yo venía muy distraído - aristóteles miró de reojo al chico y quedó en shock, era el chico lindo en el que tanto había estado pensando.

- maldición - pensó aristóteles - justo cuando no me arreglo me lo tengo que topar y de frente.

siendo completamente sinceros, ¿qué probabilidad tenía de que ésto estuviera pasando? al parecer mucha, porque eso era lo que estaba ocurriendo en ese mismo instante: el chico que lo tenía sintiéndose en las nubes y lo inspiraba a seguir componiendo se encontraba a centímetros de distancia y hablando con él.

- jajajaja, entonces es culpa de ambos - rió temo, y aristóteles sintió su corazón latir al mil por hora, tenía la sonrisa más bella que él había visto en su vida - de verdad no quería causarte ninguna molestia, venía pensando en la inmortalidad del cangrejo que ni me fije quien venía por enfrente, que pena.

- te lo prometo que no hay bronca, cada uno iba en su pedo, es entendible - sostuvo aristóteles con una sonrisa, no quería que el niño bonito se sintiera mal por haberle tirado sus cosas, después de todo, chocar es algo que a todos les puede pasar. de cierta manera estaba agradecido de que esto hubiera pasado, pero eso no lo iba a admitir en voz alta.

- este...bueno, seguiré mi camino, nuevamente perdón, de verdad que estoy muy apenado - dijo temo algo sonrojado. cuando él sentía pena, lo primero que lo delataban eran sus manos sudorosas y sus mejillas enrojecidas, el rostro se le tornaba caliente y leves gotas de sudor se derramaban por su frente. lo mismo ocurría cuando veía a un chico lindo y arruinaba sus chances con él por su torpeza, eso, y claro, que éste "no estuviera interesado en los hombres"

un detalle muy importante.

- creo que debes dejar de decir perdón, ¿no lo crees? - el rizado le tocó levemente el hombro a temo - de verdad, no hay problema, todo bien al cien.

- tengo un leve problema, siempre suelo decir gracias y perdón como un millón de veces, es como un chip que ya tengo integrado- temo mencionó entre risas y nerviosismo, y era verdad, la mayoría de las veces el chico no sabía que más decir, por lo que únicamente se limitaba a aquello -hasta luego, espero verte por acá - se dirigió hacía la mesa de al fondo en la que iba a continuar su investigación y miró de reojo a aristóteles con una leve sonrisa.

aristóteles soltó un pequeño grito interno de emoción.

- claro, nos estamos viendo, digo, yo aquí voy a estar, pero...si - aristóteles no podía articular más, así que después de entablar sus últimas palabras con temo, se limitó a asentir y despedirse aunque el chico ya ni se encontrara cerca, dirigiéndose a su mesa a seguir intentando componer pero ahora, con una nueva, fuerte y reciente fuente de inspiración.

una cosa era verlo de lejos, admirar su belleza, su concentración, su forma de sentarse, de hablar, pero otra muy diferente era estar cerca y poder olerlo, observar sus facciones faciales, verlo sonreír, admirar cada uno de los detalles que adornan a su persona.

y para aristóteles, con esos pequeños minutos ya había ganado la lotería.

a/n: la verdad estaba considerando ya dejar de escribir esto pero como que me entraron las ganas de seguirle. es un capítulo muy cortito porque cada vez tengo menos tiempo, pero espero y les guste mucho.

lxs amo. síganme en mi twitter fiercebondoni para que les pueda dar aún más amor.

besitos.

cruzando miradas × aristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora