× nine ×

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para aristóteles abrir sus sentimientos siempre había sido complicado. no tenía complejo alguno con aceptarse a sí mismo y a su sexualidad, estaba orgulloso de quien era y no le iba a dar el gusto a los demás de que lo tumbaran o lo hicieran sentir mal únicamente por esos prejuicios sociales tan estúpidos que tenían incrustados en su ser.

pero al momento de enamorarse, conocer a alguien, invitarlo a salir, era un mar de bochorno y pena, no sabía cómo acercarse, como iniciar una conversación, o como tratar de llamar su atención...pero con "t", era todo diferente.

"t" lo hacía sentirse bien, le inspiraba confianza, le gustaba admirar su belleza, la ternura en su rostro, sus bellas pestañas y su cabello que inclusive mirándole de lejos podía notar que era de lo más suave.

es por eso que ese día, con todas las ganas del mundo, se levantó dispuesto a ver si aquel chico lindo le había dejado una nota de vuelta. esperaba con ansias esa respuesta.

más que muchas cosas en la vida que le estuvieran ocurriendo.

y si, suena algo dramático, el sentirse atraído física y emocionalmente con alguien de quien realmente no sabe su nombre, pero lo valía.

cada puto segundo conociéndolo, lo iba a valer y se lo repetía constantemente a su corazón, se estaba dando la oportunidad de dejarse llevar, de olvidar los disturbios y malos momentos que estaban suscitando en su vida.

se dirigió a la cocina, se sirvió un vaso de jugo de naranja y comenzó a hacerse el desayuno, para su madre, su hermanito y él.

madre, ya me tengo que ir, no sé si quieras que pase a dejar a arqui a la escuela — dijo gritándole a su madre, ya que no la encontraba por ninguna parte en su casa. y se le hacía extraño que no hubiera salido sin avisarle o que no estuviera despierta a estas horas.

se comenzó a preocupar, sabía que no era buena señal que su madre no apareciera por ninguna parte, ella siempre se encontraba en casa por las mañanas.

¡mamá, mamá, mamá! — luego de semamá, mamá, mamá!guir gritando varias veces, decidió marcarle a su número, esperando a que ella contestara y le dijera que estaba bien.

logró percatarse del zumbido y el tono musical del celular de su madre a lo lejos y siguió el sonido, hasta llegar al armario del cuarto de su madre.

aristóteles abrió la puerta del armario y se topó con una imagen que le partió el corazón. amapola se encontraba abrazando sus piernas, tratando de contener el llanto pero fallando en el intento. con la mirada baja y sobre sus propias rodillas.

aristóteles tenía miedo de lo que estaba a punto de descubrir, tenía miedo y pavor de ver a su madre, de darse cuenta que algo malo le había pasado.

y lo hizo...

mami, me escuchas, estoy aquí. no me gusta oírte llorar.

se hincó frente a ella y levantó suavemente su rostro con una mano, con el plan de secar las lágrimas que ella tuviera en su rostro, pero, lo que se topó después, hizo que agarrara a su madre entre sus brazos, quien inmediatamente después de ésto se soltó en llanto, tomándo a su hijo por los hombros.

CÓMO CARAJOS SE ATREVIÓ A TOCARTE — gritó aristóteles, enojado y lleno de impotencia al ver el rostro de su madre pintado de moretones. de verdad que estaba harto de su padre, harto del odio que infringió en su familia, del daño emocional y físico que le causaba a su madre, del ejemplo tan asqueroso que le estaba dando a su hermanito y de lo pésimo padre que había sido con él.

el haber tocado y lastimado a su madre de esa manera, fue la gota que derramó el vaso.

lo voy a matar, me vale un carajo que sea mi padre — se levantó bruscamente del suelo, pero recibió un jalón por parte de su madre, amapola. quien sollozaba, tratando de impedir que aristóteles hiciera algo al respecto.

cruzando miradas × aristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora