El título parece una premonición de todo aquello que proporcionan los dioses. Sobre todo aquellos que son resultado del monoteísmo: Sangre, odio, desprecio, castigo, límites, castración ideológica, doctrina, miedo, muerte, miseria... todo lo que aleja al ser humano de la Bondad, la Cooperación, el Bien común. Si uno tuviera que escoger al Maligno y nombrarlo de algún modo, le llamaría: Dios.
Luego está la infinita belleza del sonido. Esa vibración del aire, cuyo origen es la simplicidad de un principio físico, pero que nuestra percepción reconvierte en algo mucho más trascendente que lo real.
Igual es ahí donde reside la certeza de Dios. Igual eso que llamamos Dios no es la absurda y vomitiva invención del Hombre sino el resultado final de esos doce ladrillos y cuatro fuerzas que nacieron tras el Big Bang hasta construir este lugar finito e ilimitado que conocemos como Universo en que todo tiene cabida. Esa es mi Verdad.
Si me he de quedar con algo será con esto. Mi catedral de las lágrimas no vendrá de ningún dios vengador ni falsos mesías, ni siquiera a sus acólitos enfermos que solo persiguen infectar las almas puras de las buenas gentes.
Las lágrimas de mi catedral tendrán su origen en la absoluta belleza de las notas de Robert Fripp, de sus paisajes sonoros capaces de convertir en luz todas las moléculas de mi entorno y en el agradecimiento por poder percibir lo que ellas me regalan.
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Obra musical de referencia:
The catedral of tears de Robert Fripp (paisajes sonoros)
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La Palabra entre el Arte
Krótkie OpowiadaniaImproptus textuales relacionados con la percepción que transmite al escritor cada una de las obras de referencia. Bien sean estas musicales o pictóricas.