Mientras vivas, brilla

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Origen

En 1883 un inglés, un tal Sir W. M. Ramsay que andaba por Turquía, descubrió una columna griega, antigua. Tras analizarla la llevaron al museo de la ciudad de Esmirna para conservarla. Como los humanos no tenemos remedio, apenas habíamos tenido tiempo de olvidar las masacres de la primera guerra mundial, sucedió lo que se conoce como el Holocausto de Asia Menor, en la que la ciudad de Esmirna, lugar donde se encontraba la famosa columna, fue devastada, su población pasada a cuchillo y, como guinda del pastel, desapareció la famosa columna. Pero no termina aquí su viaje, ¡Que, va! Años después se encontró, más desgastada en su base y con la última línea de texto borrada, en casa de una buena mujer que la utilizaba para poner sobre ella una maceta con plantas. Recuperada de nuevo, se llevó al Museo Nacional de Dinamarca en Copenhague.

Esa columna de mármoltiene grabado lo que se conoce como "Epitafio de Síkilos" (o Seikilos). Es lacomposición musical "anotada" de más antigüedad que conocemos, hallándosecompleta y tan bien conservada. La hizo construir un tal Sícilo para su esposaUterpe cerca de Trales, la actual Aydin, en Asia Menor. A unos 30 Km de la ciudad costera deÉfeso.

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La Palabra

Antes fui Uterpe, ahora soy un cadáver. Pero no sufráis por mí. Estoy bien en este estado en que me encuentro. Para ser sincera, mientras la tierra me desgrana en las ínfimas unidades que me llevarán al Sol, os espero y me dedico a observaros cuando os detenéis para leer mi epitafio.

Sícilo, mi esposo, me amó en vida, tuve esa suerte. Pero además os dejó un último regalo escrito en la imagen de piedra que preside mi tumba. Un breve poema que sintetiza la vida que tuvimos y que estará ahí por siempre como señal de eterno recuerdo hacia mi y lección de humildad para vosotros. Lo escribió para ser cantado y así facilitar que su hermoso mensaje pueda llegar a todo aquel que sepa entenderlo. Dice así: «Mientras vivas, brilla. No sufras por nada en absoluto. La vida dura poco y el tiempo exige su tributo».

Yo ya pagué mi tributo: la vida. Pero viví siguiendo esas simples reglas de la felicidad: brillar en todo lo bueno que nos otorgan los Dioses y no sufrir por lo perdido o inalcanzado, pues nada nos pertenece y solo podemos aspirar a alcanzar aquello que esté en nuestras manos.

Pensad pues, que vana es la riqueza de los hombres. Vana su vanidad y estúpida su creencia de que pueden comprar la felicidad. Todo lo que pensáis que os pertenece se os escapará tras la muerte, como la arena fina de las playas de Esmirna se escurre por entre los dedos. Seréis carne sin otro contenido que la materia que os conforma.

Vivid pues, brillad en aquello que sepáis hacer y no sufráis más de lo indispensable pues nuestro fin es encontrarnos camino del cielo sin otro equipaje que el conjunto disperso de nuestros átomos.


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Obra musical de referencia: 

El epitafio de Seikilos


La Palabra entre el ArteWhere stories live. Discover now