Europa 1901

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Estamos entrando al siglo veinte y esta estúpida sociedad no ha cambiado aún. Hoy en día la joven que pasa por más de los veinticinco años de edad, sin un matrimonio se le hace escarnio llamándola como una completa solterona.

Pero al parecer nunca pasará, como decirlo "de moda" el criticar y opinar de la vida ajena y que mejor de una chica que no ha tenido muy buena suerte en eso de las relaciones, la presión de la familia es tan grande que puede llegar afectar demasiado y esto aumentó cuando paso esto.

—¿Quieres casarte conmigo?

Esa pregunta resonó en toda la habitación al quedarme helada ante la propuesta de matrimonio que estaba recibiendo Liana, la mediana de las mazharoğlu. Pestañeo un par de veces al escuchar los aplausos cuando Liana acepta la propuesta.

¡Ay Dios!

Me empuja mi madre hacia ellos al entender que debía felicitar a la pareja enamorada.

—Muchas felicidades prima —la abrazo, palmeando su espalda — Estoy feliz por ti.

Las miradas las podía sentir en mi y sobre todo la de mi madre, era notorio su molestia, sonrió rápidamente al abrazar de igual manera Murat.

— Bienvenido a la familia.

Regreso a mi lugar al saber que después de esta reunión mi madre me daría un sermón de más de dos horas.

Aprieto los labios al ver a mi madre dirigirse hacia a mí,  sonríe en todo momento y se posa a mi lado — No se como no te da vergüenza esta situación — dice tomando asiento a mi derecha.

Me reacomodo en la silla al pasar grueso — ¿De qué hablas madre?

— ¿Quieres que sea específica? — truena los dientes al murmurar — Eres la quedada, la solterona — posa su mano sobre mi rodilla — ¿así o más clara quieres que sea?

Me aprieta con fuerza al meterme un pellizco, evito quejarme al seguir con una sonrisa en los labios.

—¿Por qué estás obsesionada con que me case?— respondo apartando su mano de mi pierna.

Vuelve una sonrisa en los labios de mi madre al percatarnos que nos mira la familia, me sobo discretamente al estar segura que se me haría un moretón.

— No es una obsesión, estas por cumplir veintiséis años Elyfer, por Dios — escupe, al ponerse de pie.

Un matrimonio es el sueño de toda señorita de la alta sociedad como para la familia al poder contar con muy buena reputación. Aunque para mi ya era casi imposible que fuera a cambiar mi situación, aunque mi temor era que mi madre no se diera por vencida tan fácil y menos al permitir que nuestro apellido cayera en deshonra y menos por mi culpa.

ElyferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora