Los Dankworth

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Elder Thomson

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Elder Thomson.

— ¿Y qué te gusta hacer en tus tiempo libres? — pregunto sin pensar.

Miro de reojo a mi madre junto con la señora Mazaroglu que murmuran algo y claro que era sobre nosotros, caminan cinco pasos detrás de nosotros al estar lo bastante lejos para no escuchar nuestra plática pero también muy cerca para sentirnos asfixiados.

La tarde era bastante soleado aún para la hora que era, la brisa del lago a mi derecha era algo que refrescaba el parque haciendo grato la estancia aquí. La gente aristócrata había decidido reunirse esta tarde como si se hubiera tratado de un acuerdo, paseaban a los perros por los jardines, como los caballeros charlaban con las doncellas queriendo cortejar a la chica que les gustaba y bueno yo ... también.

—¿Quieres que te sea franca? — detiene la caminata, volteando a verme, Elyfer.

Asiento con la cabeza, miro a mi izquierda una banca, me giro ligeramente invitando a que tome asiento antes que yo.

—Gracias — me sonríe — podría contestarte como nos han enseñado— señala a su alrededor, refiriéndose a las señoritas casaderas — bordados, acuarelas, manualidades...cómo ser una buena esposa impecable — termina la oración divertida.

Rueda los ojos lo cual me causa gracia.

—Entiendo — carraspeo la garganta y mis labios forman una pequeña sonrisa — contesta a su consideración señorita Mazaroglu.

Se aliza su vestido el cual me encanto desde que la había visto de lejos, el color azul le quedaba estupendo y más a juego con sus ojos.

—Me fascina la música clásica, toco cinco tipos de instrumentos — su mirada se ilumina — violín, piano, saxofón,violonchelo y arpa, es algo que de otro mundo y creo que...

La observo a detalle como mueve sus manos, los gestos de expresión que se le hacen en el rostro, sus labios formando palabras una tras otra, su cabello se mueve con cada movimiento que hace ella y yo creo que es una arte en movimiento.

Unas risas la interrumpen como yo dejo de admirarla volteando a ver de quién se trata.

Un grupo de soldados abren el paso, detrás de ellos un grupo algo grande de damas de compañía vestidas casi del mismo color de vestido, sabiendo que se acercaba una persona demasiado importante. Los caballeros se quitan el sobre ante una reverencia como las damas se inclinan un poco, la princesa Zmirah Adalet Maian Winchester, heredera al trono de Europa, camina acompañada de toda esa gente pero lo asombroso es verla tomada del brazo de Carl Dankworth.

Me pongo de pie de inmediato al estar por pasar enfrente de nosotros.

—Alteza — saludo, haciéndome oír ante la princesa.

—Señorita Mazaroglu — Saluda Dankworth con autoridad.

Me percato que Elyfer está rígida, como la princesa espera su reverencia, entrelazo mi mano con la suya y le doy un pequeño apretón, haciendo que Dankworth vea mi gesto.

—Su alteza —Elyfer se inclina — caballero Dankworth.

Pasan de largo y suelto con sutileza la mano de Elyfer, su semblante a cambio su mirada iluminada y ese rojo de sus mejillas ha desaparecido, está transparente.

—¿Está bien, señorita Mazaroglu?

Se lleva una mano a su frente e intenta hablar pero no sale sonido de su boca, su vista sigue hacia donde se había ido la princesa, su madre como la mía se acercan, intento entender qué había pasado, que le había pasado a Elyfer, pero los cambios emocionales de una dama eran impredecibles.

—¿Querida te encuentras bien? — pregunta mi madre.

—Estoy bien, creo que he tomado mucho sol por hoy — habla por fin.

Carl Dankworth

No recuerdo cuál fue el ultimo dia que sonreí, el ser de una de las dos familias más respetadas con títulos sobre mí apellido, hacía que todas las miradas estarán puestas en mi, y claro era el hombre que por derecho me tocaba ser el siguiente duque de Varsovia, parte de la realeza europea.

Entro a la sala donde sabía que estaría mi tía como mi prima, esperando que les diera noticia de mi salida con la princesa, cosa que era claro que ellas ya sabían hasta los más pequeños detalles.

—Carl, ¿Cómo te fue?

Tomo asiento enfrente de ella y la miro sin ninguna expresión en el rostro que fuera a darle índice de que me había parecido su gran invitación que hizo en mi nombre.

—Eres noticia en todos lados, querido sobrino.

Me sirven una taza de café y veo seriamente a mi tía, mi prima toma asiento a mi lado, la cual la ignoro.

—Todos opinan que tú y la princesa hacen muy bonita pareja — sacude su abanico — creen que a finales de año habrá boda real.

Rio sarcásticamente — ¿Y desde cuándo a los Dankworth les importa la opinión de la aristocracia? — llevo un puro en mis labios y me mira mal mi tía —Más bien, a mi nunca me ha importa lo que piensen de mi — hago una pausa — ¡bola de hipocritas! — digo despectivamente.

—¡Carl Danworth! — chilla mi tía.

Alzo los hombros sin importancia y prendo el puro que tengo en los labios, notando que mi tía quiere aventarme todo lo que tiene al alcance.

—¿Qué pasa tía? — mi ojos se encuentran con los de ella — soy el único que dice las cosas como son, todo esto es un show para los reyes — suelto humo por la boca divertido — somos los títeres de la corona Europea.

—Solo callate Dankworth, eres tan detestable cuando te lo propones — se pone de pie saliendo de la habitación.

—No tanto como tu querida tía — hablo fuerte al saber que me iba a oír por el pasillo.

Recibo un golpe en las piernas por el abanico de mi prima haciendo que suelte la carcajada con fuerza.

—No es mi culpa — me defiendo.

—Tú y yo sabemos que te encanta repeler a mi madre — se recarga en mi hombro y me quita el puro de la boca, llevándoselo a sus labios — Este apellido está maldito.

Recargo mi cabeza en ella y por primera vez estaba de acuerdo con lo que decía Aysel. Mis padres los tenia en mis recuerdos aunque sus rostros los recordaba borroso y por desgracia no había cuadro de ellos, algo que no entendía aun y la ayuda de mi tía no era nada buena en ese tema, sin contar que casi toda mi niñez como mi adolescencia fue en internados extranjeros que según me prepararon para ser ese duque del cual he huido toda mi vida.

—¿Viste hoy a Elder? — pregunta de la nada mi prima.

Le quito el puro y la aparto de mí— Si — me pongo de pie — al parecer está cortejando a Elyfer.

—Qué, su madre le prometio a mi mamá que...— la interrumpo.

—Pues entonces apresúrate o te quitarán a tu amado Thomson, una insignificante Mazaroglu.

ElyferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora