El Ballycarbery

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Después de haber sido amablemente echadas a patadas del bar por causar disturbios. Las chicas se dirigieron hasta la carretera para seguir su camino hacia la estación de trenes. Al atravesar los pintorescos senderos solo se escuchaba el sonido causado por el choque del las piedras con el tacón de los Stilettos pertenecientes a la pelinegra quien arrastraba su recién recuperada maleta Louis Vuitton mientras suspiraba con la vista perdida al frente de ella.

A su vez, Sowon quién la observaba desde atrás, debido a que iba algunos pasos atrasada. La castaña se preguntaba qué tan increíble debía ser aquél hombre a la que tan persistentemente la americana quiere proponerle matrimonio. A su modo de ver las cosas una mujer no debía ser quien tomara aquella responsabilidad, esa no era "la tradición". Pero Sowon no era quién para juzgar pues nunca ha estado interesada por los chicos antes y solo una vez se sintió lo completamente segura de su amor como para sentar cabeza con una pareja.

Mientras detallaba la fina espalda de la mujer frente a ella no podía evitar sentirse impresionada por cómo había soportado toda la travesía subida en aquellos zapatos que aún cuando no eran tan altos, le seguían pareciendo lo más incomodo para caminar sobre empedrado de la carretera. Pero aún más impresionante le parecía el temple que mostraba ante cualquier situación como lo sucedido con aquellos bravucones. Eunha de Boston no era solo una cara bonita y cuerpo escultural. Pero toda esa belleza era opacada por esa forma de ser y aquella tonta idea desesperada de aferrarse a una estúpida creencia local. Todo esto la llevó a preguntarle lo siguiente:

—Debe ser muy especial ¿Eh?

—¿Quién? —respondió Eunha como si hubiese regresado de un mundo muy lejano y la pregunta la tomara desprevenida

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—¿Quién? —respondió Eunha como si hubiese regresado de un mundo muy lejano y la pregunta la tomara desprevenida.

—Tu novio. —dijo Sowon con la mirada fría y algo extrañada por lo distraída de la chica.

Y lo estaba, en todo el trayecto silencioso Eunha no había pensado en la razón por la que había emprendido este viaje sino que rememoraba los movimientos limpios y precisos que había realizado la castaña para defenderla y defenderse ella misma de aquellos hombres. En como por unos instantes sus miradas había quedado sujetas la una a la otra antes de ser interrumpidas. La pelinegra sentía que debía agradecerle pero su orgullo no se lo permitiría, después de todo Sowon no lo había hecho sola, ella también le ayudó y fue su culpa por no haberla advertido bien sobre aquellos ladronzuelos.

—Oh, sí. Mingyu. —Reaccionó y le respondió con una sonrisa.— Sí, lo es. Es... Es cirujano. —le dijo con la emoción fingida que debería estar sintiendo.

Al volver su rostro al frente arrugó su entrecejo pensando por que había estado pensando en la prepotente irlandesa en vez de su novio. Mientras tanto, Sowon a espaldas de la pelinegra hizo un gesto burlesco con su lengua por la respuesta que había recibido.

Siguieron su camino hasta llegar a la pequeña estación de trenes. El lugar era pintoresco como todo lo que había podido apreciar en ese país. Frente la entrada se situaba una pequeña banca y un lindo cocker spaniel blanco y negro que jugaba persiguiendo algún roedor.

Leap Year in Dublín (Wonha Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora