Capítulo 1 - Despertar

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Acto 1: "Reborn"

El reino de los sueños, ahora convertido en un mundo oscuro, una realidad donde no se veía más que tinieblas con un silencio profundo... Con el pasar de los segundos una voz rompió el silencio.

—¡¿Vergil?! ¡¿Dónde estás Vergil?!… —se escucho aquella voz femenina, que se notaba dolor y desesperación, poco después se escucharía un grito de dolor de la misma voz.

—¡¡Mamá!! —poco después se escucho el grito de un niño, mismo que abrumaria el espacio mismo, la oscuridad se desvaneceria en un fuerte resplandor rojizo.

En aquel templo cuyas antorchas de fuego azul seguían encendidas, había llegado el momento del despertar del otro heredero de Sparda.

—¡Mamá! —despertó de un grito, rápidamente se sento sobre el ataúd temeroso miró a su alrededor... Era todo un sueño, no, era una horrible pesadilla, el niño del cabello blanco había despertado.

Suspiraba intentando recuperar la compostura pues esa pesadilla era el símbolo de una herida pasada que no había cerrado, volvió a acostarse sobre la tumba cubriéndose con la manta blanca, temblando por el inmenso frío de la cueva.

"Te estamos dando una nueva oportunidad... Aprovechala..." recordó la silueta de un hombre de gabardina blanca y armadura de oro hablándole.

Cuando el niño entendió todo, cerró sus ojos por unos instantes, acto seguido se levantó de aquella tumba, cubriéndose con la gran manta blanca pues se dio cuenta que estaba desnudo.

—Bien... ¿Ahora que? —pregunto el niño, miro a su alrededor hasta lograr visualizar una pequeña luz rosada entre la iluminación azul de las antorchas, el niño siguió aquella luz pisando con cuidado, a paso lento.

Lentamente salió de aquel salón alejándose de la fuente, pero antes de seguir el chico se acercó una vez más a la fuente, metió por unos segundos su cabeza bajo el caudal de la fuente.

Su cabello era un poco largo pero no bajaba de nuca aunque cubría su mirada, dejó chorrear el agua de su cabello por unos segundos entonces puso la mano sobre su frente, solto un profundo suspiro y echo todo su cabello hacia atrás, una vez hecho esto volvió a seguir aquella luz rosada.

—Con que nueva oportunidad, no? —hablo con sarcasmo, estaba incrédulo ante la situación, algo molesto de su delgada voz de niño, aún todo parecía un sueño.

Subió las escaleras con leve temor guiándose por las antorchas de llamas azules el hecho que tengan aquel color no le interesaba, más le interesaba un hecho, salir fuera del templo abandonado.

Cuando recorrió aquel pasillo largo pudo escuchar el sonido de los insectos y la brisa del exterior ya era notorio. El niño miró a su alrededor y temblo al sentir el frío nocturno, esto sin duda alguna lo confundió.

Pero sólo siguió caminando... Se alejo de la entrada de aquel santuario, siguiendo la única luz en todo el bosque, hasta que... Dando una vuelta por un árbol una rama le dio un fuerte golpe en la cabeza.

—¡Ahhh! ¿Y eso? —pregunto pues la rama vino directo a su rostro, el niño sobo su frente y noto que tenía una herida— ¿S-soy... Humano? —pregunto bajando su mano para ver su palma y era cierto, estaba manchada en sangre.

La pequeña luz rosada estaba entre los árboles esperando a que el chico se levante y lo siga, el mismo no la hizo esperar más tiempo, ignoro la herida y se apresuró para alcanzarla.

La luz se detuvo en un claro, cuando el niño se acercó a ella pudo ver que no muy lejos estaba una pequeña ciudad, pero no le dio mucho interés, solo le intereso aquella luz rosada, cuando el brillo se hizo menos intenso pudo ver que era una hada.

Devil May Cry DxD - El Legado De Sparda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora