Opresión a petición propia

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Se siente oprimida y ahogada. Perdida y sin salida. Y aunque vislumbra la salida, se encierra por temor, por cobardía, y se queda a llorar mejor, porque eso es lo único que piensa que hace sin error.

Sola, abandonada a petición propia y al mismo tiempo sintiéndose estúpida y arrinconada en sus interminables y sombríos pensamientos y deseos.

¡Maldita!

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