O7.

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Él joven se arrodilló frente a la bestia, fijo sus mirada sobre aquellos orbes casi color miel, sonrió leve. Y acarició por encima de la trompa del gran tigre “Byakko ¿puedo enamorarme de ti?” “No me importa sí eres una bestia, se con que clase de sentimientos me haz mirado...quiero mirarte también de esa manera y-y se que es muy pronto porque nos conocimos ayer pero algo en mí dice que mereces mí amor así como yo merezco todo tú amor, byakko...ámame sin importar que..”

Un brilló resplandeciente al rededor de la bestia se hizo presente, poco a poco aquel gigante animal se iba desvaneciendo hasta ser de un tamaño más común, y formándose en un humano fornido. Curvo ambos extremos de sus labios esbozando una sonrisa levemente ampliada.

“Ren...Ren...” Mencionó variadas veces, y con sus ojos cristalizados él chico le miró atento, sin poder retener las lágrimas las cuales desbordaban de entre sus ojos se lanzó sobre byakko, abrazándolo con fuerza, y soltando hipidos “Byakko, byakko” Las telas de la vestimenta del Ren habían sido tiradas a la tierra.

Y sobre ellas se encontraba la byakko sentado, quien mantenia al pequeño sobre su regazo completamente desnudo al igual que él, ambos sin que les cubriera y bajo la luz de la luna quien siempre les acompañaba.

Las piernas de Ren yacían envueltas al rededor de la cintura de Byakko, y sus brazos sobre los hombros de la bestia, los ojos del joven sobre los orbes del tigre, ambos mirándose fijamente como sí apreciaran lo más hermoso que existiera en ese mundo o en todos los que se existían.

Poco a poco sus el chico acercaba su rostro ladeado al de la bestia y uniendo sus labios con dulzura se besaron cortamente, repitieron unas cuantas veces más para unirlos por último en un apasionado beso.

𝗕𝘆𝗮𝗸𝗸𝗼 𝘆 𝗘́𝗹 𝗛𝘂𝗺𝗮𝗻𝗼. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora