Crush.

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Era una mañana de domingo en la casa de los Gomez, Luisita estaba ayudando a su madre con la limpieza de la casa, sinceramente no sabía porqué estaba ahí y no en su casa con Amelia, era domingo y después de la noche movidita que habían tenido preferiría haberse quedado junto a su novia en la cama a no hacer nada en todo el día, pero no, ella tenía que comprometerse a ayudar a Manolita, mientras su madre iba al mercado a comprar las cosas para preparar el almuerzo de ese día al cual las habían invitado a ambas, Amelia se había ofrecido a acompañarla, pero la morena se veía tan cansada que prefirió decirle que se quedara durmiendo pero que no llegara tarde al almuerzo.

Ya había terminado de limpiar el salón y la cocina, solo le faltaban las habitaciones y su madre nada que llegaba, al final iba a limpiar la casa entera ella sola, Marcelino estaba con Manolin en el estadio comprando las entradas para el próximo juego del Atleti, los pequeños habían hecho pijamada en casa de María y el abuelo estaba con Manolita haciendo las compras para el Asturiano.

Entró a la habitación de Manolin y vaya desastre, sus padres se estaban ablandando porque cuando ella tenía esa edad la hacían tener su habitación de punta en blanco, pero con este niño no, bueno ni tan niño, no sabía en qué momento su hermanito había crecido tanto, ya era un adolescente que le gustaba la musica y el fútbol, pronto empezaría a tener novia y ella a celarlo porque ninguna mujer era merecedora del amor de su hermanito, Manolin era buen chico, la única preocupación que le daba a sus padres eran sus notas en la escuela.

Luisita tomó una foto de la mesa de noche y sonrió, en la imagen estaban Marcelino, Manolin y Amelia, los tres abrazados con sus bufandas rojas y blancas sonriendole a la camara, ella había tomado esa foto en la entrada del Vicente Calderón cuando fueron a uno de los tantos juegos del equipo, a ella no le llamaba la atención el fútbol pero ver a su novia disfrutar y celebrar con su padre y hermano era algo que no se cansaba de ver.

En ese momento el sonido del timbre de la casa asustó a Luisita, lo que hizo que tumbara el balón firmado por el equipo que su hermano atesoraba y que fuera a parar debajo de la cama.

-Lo que me faltaba, donde le pase algo a ese balón el niño me mata- dijo mientras se agachaba a buscarlo, definitivamente Manolin era un desastre tenía de todo bajo la cama y ella no alcanzaba el bendito balón, quito varias cosas de en medio sacándolas hasta que por fin logró alcanzarlo, lo colocó en su lugar y cuando iba a recoger todo lo que había sacado de debajo de la cama miró algo muy conocido para ella, la cara de su novia, la cara de su novia en la portada de la revista interviú, la cara de su novia en la revista interviú debajo de la cama de su hermanito.

Lo iba a matar, lo iba a matar y a esconder su cuerpo y nadie se enteraría, una vez más el sonido del timbre de la casa la sacó de sus pensamientos y de todas las formas en las que podía torturar a su hermano, con la revista en la mano se fue a abrir y se encontró con su novia en la puerta.

-Cariño ya me iba a ir al bar a ver si estabas allá- Amelia la besó y entró a la casa, dejó su cartera y abrigo en el perchero y volteo a ver a su novia. - He traído tu preferido.- le enseñó la botella de vino antes de dejarla encima de la mesa. -Y qué, guapa, ya has terminado con la limpieza o necesitas un par de manos más?- le dijo sugerente mientras iba hacia ella.

-Amelia voy a matar a mi hermano!- fue la respuesta de la rubia.

-Ya y ahora que hizo el pobre chico?- dijo la morena cruzándose de brazos, sabía que hablaba de Manolin porque Ciriaco era un ángel, el más pequeño de los hermanos ni se sentía, si te distraias era como si no existiera.

-Que, que ha hecho?, pues mira- le dijo mostrándole la revista. -Mira lo que he encontrado escondido bajo su cama Amelia, no me basto a mí que toda España te viera en bolingas sino que mi hermano también, que lo mato.- La rubia caminaba de un lado para otro moviendo la revista bajo la mirada divertida de Amelia.

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