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Llegué a la biblioteca lo más rápido que mis pies pudieron llegar y abrí las puertas. No medí mi fuerza y sonaron demasiado fuerte. La bibliotecaria me lanzó una mirada fea, de esas que matan. Tragué saliva nerviosa, pero la ignoré y busqué a Fátima Vera, mi futura y adorada novia.

Fuí a la área de historia, nada.

Llegué a la área de magia negra, unos cuando alumnos pero ninguno era Fátima. Miré de reojo a la área de astronomía, tampoco nada.

Iba a pasar al área de cuentos y poemas cuándo la veo. Se encontraba sentada en una mesa leyendo un libro que no pude distinguir cuál. En verdad no me gusta leer pero por ella podría aprenderme mil y un libros, y hablar de ellos con ella si me lo pidiese.

Y mi mente quedó en blanco. Saqué de los bolsillos del uniforme la carta, después la miré a Fátima y de nuevo la carta. Mordí mi labio antes de dar el primer paso hacia ella, ésta vez sí me aseguré que tenía mis agujetas abrochadas.

Pero por suerte, a quién engaño, el mundo está en mi contra, sentí que alguien me empujaba y caí, de nuevo, al suelo. Estaba aturdida un momento, cuando estaba mejor observé que era un chico pecoso, muy bajo y un poco rellenito.

—Lo lamento tanto —dijo él, acomodándose los lentes y dándome su mano—. No fue mi intención, en serio.

Acepté su mano y vi como intenta él levantarme, no lo logró así que yo lo hice por él. Se notaba que no era muy fuerte.

—No hay problema, está bien —tan pronto como lo dije, busqué de reojo a Fátima, ya se había ido.

Siento una pinzada en mi pecho, ¡no de nuevo!

—¿Segura?

—Sí —mentí, bufando. No, no estaba para nada bien pero no sé lo iba a decir.

El chico asintió tímido, se despidió incómodo con la mano y se fue con otro chico que supuse que lo acompañaba. Ya estando ambos de espalda noto que el niño pequeño tiene cola de dragón y el otro tiene cuernos. Su diferencia de altura era grande, quizá una cabeza y tanto.

Dejé salir un suspiro y guardé la carta en mis bolsillos del uniforme, me despeiné el cabello por la frustración.

¡No es justo! ¡Para nada! ¿Por qué todo me tiene que salir mal? Lo mejor es rendirme y entender que Fátima Vera nunca aceptará mis sentimientos completamente románticos por ella. Terminaré sola y con diez gatos negros, ese será mi futuro lamentable y triste y, ¿ya dije que era lamentable?

—¿Laura?

Sin dejar de sentirme completamente como la mierda, miré a quien llama mi nombre sabiendo quién era.

Los espejos de FátimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora