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Nos levantamos del árbol porque ya era tarde, yo la intenté convencer en acompañarla a su dormitorio pero ella negó, argumentando que no había problema. Yo solo dejé de insistir, no por sus ojitos todos lindos, obvio.

Me fuí con Cele y ella levantó sus pulgares en señal de buen trabajo. Caminábamos ambas hasta llegar a cierto punto, es ahí cuando nos despedimos.

Llegué a mi dormitorio a eso de las ocho cuando noté a una paloma queriendo entrar por mi ventana. Me pareció curioso pero decidí no pensarlo mucho y le abrí. Al hacerlo, noté que en sus patas traía una nota.

"Buenas noches, que sueñes lindo.

Fátima V."

Yo sonreí mientras me recostaba en mi cama, solté un grito agudo intentando no hacer mucho ruido pero seguro fallando.

Pasaron minutos antes de que le escribiera una respuesta, pero cuando lo hice no pude evitar pensar en sus ojos.

Estaba dispuesta a perderme en los espejos de Fátima.

Los espejos de FátimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora