Capítulo 3: Kayley

2 0 0
                                    

Estaba tan agotada que lo único que quería hacer era echarme a dormir hasta el día siguiente, pero mi consciencia me decía a gritos que debía estudiar para mi examen de mate que era en dos días, aunque yo solo quería un descanso.

- Wow se te ve fatal, ¿Estás bien Kay? -me dijo Bruno mientras acariciaba mi hombro con su mano mientras se sentaba junto a mi. Su tacto era tan suave y delicado que podía sentir cómo las yemas de sus dedos rozaban mi piel y me provocaban unos escalofríos que hicieron que se me erizara la piel. En consecuencia yo  terminé apartándome. 

¿Pero qué diablos pasa contigo Kayley? ¿Por qué tuviste que reaccionar así?

- Sí, este... no te preocupes Bruno, solo estoy un poco cansada, pero todavía tengo que estudiar así que...

-Oh entiendo, no quieres que te distraiga, bueno solo no te acuestes tan tarde, y descansa un poco ¿si? Ah por cierto, tu hermano y yo pedimos unas pizzas para cenar, te guardamos un poco en la refrigeradora, por si querías.

- ¿Enserio? Oh Dios Mío Bruno, gracias. 

- Ok, cualquier cosa estamos arriba.

- Espera, ¿mis papás no están? 

- Dijeron algo de un problema en el trabajo, pero seguro no tardan.

Eso sí es raro, generalmente a eso de las siete de la noche ya están aquí. Con razón la casa se sentía más silenciosa de lo normal, a excepción de mi hermano y Bruno claro, prácticamente son mejores amigos desde siempre, y  es injusto que yo sufra aquí muriéndome de sueño mientras ellos juegan fifa en su play.  Diablos, como me gustaría jugar con ellos ahorita.


Inmediatamente después de que Bruno se fuera de la cocina, en donde estaba estudiando, me puse mis audífonos y reproducí el álbum de Sech mientras hacía mis ejercicios de mate.

*Dos horas después*

Poco a poco comencé a sentir cómo el cansancio invadía mis ojos y hacía que estos se cerraran y abrieran lentamente. Maldito horario, por su culpa ahora me encuentro luchando entre el sueño y mis ganas de estudiar, algo muy irónico viniendo de mí. Hasta que al cabo de unos largos minutos, me di por vencida y caí en un sueño profundo, justo en la cocina de mi casa.

Algo de lo que después me terminaría arrepintiendo ya que técnicamente no me encontraba sola en casa, todavía seguía Bruno aquí, y terminó despertándome, mientras   mi hermano acomodaba mis libros en la mochila.

Qué vergüenza Dios Mío.

El último día que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora