Esas palabras fueron como si un elefante me hubiera lanzado una bofetada directo al corazón. Lo curioso era que no sabía por qué me sentía así. Tal vez era porque no me esperaba que Santiago me dijera eso. Yo pensaba que ella no salía con nadie.
Kay y yo somos buenos amigos, pero antes no era así. De hecho casi ni hablábamos, yo la conozco desde hace años pero antes para mí ella era la hermana de mi mejor amigo y nada más que eso. Nunca me había dado el tiempo de hablar con ella a solas, conocerla, saber cuáles son sus gustos, o preocupaciones, etc. Las únicas veces que hablaba con ella eran cuando visitaba a su hermano y teníamos una pequeña charla en el almuerzo o para preguntarle algo sobre Santiago.
Si es que algún día teníamos un tema de conversación, era por Santiago.
Pero todo cambió este año, cuando Santiago se fue de viaje a Vancouver por un mes para visitar a sus abuelos y Kayley tuvo que quedarse por algo de sus ensayos con su grupo de baile, claro que eso yo todavía no lo sabía, hasta que me la encontré caminando en la noche por la ciudad. Ese día fue cuando en verdad tuvimos una conversación real, se podría decir que ese día fue en el que realmente nos conocimos por primera vez.
*6 meses atrás*
Yo me encontraba caminando rumbo a mi casa después de comprar el regalo de cumpleaños de mi primita cuando una chica que venía corriendo se chocó contra mi e hizo que se me rompiera el juego de tacitas de porcelana que le había comprado. Estaba dispuesto a gritarle a esa chica distraída por haber hecho que se me rompiera el regalo. Ya estaba apunto pero en eso me di cuenta que era ella.
- Oh por Dios, cuanto lo siento, dejéme ayudarlo con sus bolsas, discúlpeme de verdad yo no lo...
- ¿Kayley?! ¿Qué haces por aquí?-¿ Enserio era ella? ¿O estoy alucinando? Me tardé unos segundos en procesar la información de lo que acababa de suceder, ella... ella debería estar en Vancouver con su hermano, ¿cómo es posible que estuviera caminando por aquí a estas horas de la noche? Digamos que el distrito en el que me encontraba no era el más seguro de Wiston, ni a mí me gustaba estar por aquí pero era el único lugar en donde vendían estas famosas tacitas de la Bella y la Bestia que tanto quería mi primita y yo ya las acababa de romper, genial. Espero que al menos hayan quedado unas cuantas.
- Yo... estaba paseando, me gusta salir a caminar por las noches. - Joder, mentía tan mal que me daban ganas de reírme en su cara pero había algo en la expresión de su rostro que no me permitió hacerlo. Era como una mezcla de sorpresa y angustia. No la conocía mucho, pero no había que ser tan inteligente para notar que ella irradiaba felicidad por todas partes, siempre que la veías estaba riéndose o bromeando con cualquier persona. Y ahorita ella no estaba así.
- ¿A estas horas estabas paseando? No son horas para que una señorita como usted camine sola. Decidí romper la tensión con una broma que la hizo sonreír, que linda era cuando se ponía así. En estos tres minutos que llevábamos conversando me di cuenta que debí haber tratado de hacerme su amigo mucho antes.
- Bueno bueno, me atrapaste. La verdad no esperaba encontrarme con alguien ... es demasiado tarde, no me había dado cuenta la hora, ya debería irme, Bye.
Espera ¿qué? Se iba a ir sin más, pero si recién estábamos empezando a hablar, yo no quería que se fuera, y menos sola.
- Oye espera, ¿estás bien? ¿ Tienes cómo regresar a tu casa al menos? Está como a una hora y media que yo sepa tú no sabes mane...
- Bueno... no. No estoy bien, pero... tomaré un taxi o algo, ya veré que hago enserio ¿Pero no digas nada okey?
Esos ojitos color miel me miraron con tanta tristeza que pude confirmar que algo malo le pasaba. Kay estaba a punto de llorar pero ¿por qué? ¿Acaso iba a ser capaz de confiar en mí para contármelo? Estaba temblando de frío así que decidí acercarme a ella y rodear sus hombros con mi brazo.
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El último día que te vi
Mystery / ThrillerAntes de que uno de los mellizos Vintecci desapareciera misteriosamente sin dejar rastro... Ellos tenían una vida normal, como cualquier otro adolescente de diecisiete años tendría. O eso creíamos. Sus únicas preocupaciones eran aprobar los cursos...