Capítulo II

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Con respecto a la señora K lo único que vale la pena mencionar es que los muchachos lograron convencerla de que Eddie estaría a salvo y lejos del peligro.
Tardaron una semana en planear todo: los gastos, la estadía, los días de ski y otras actividades. Afortunadamente Stan, Bill y Richie lograron alcanzar los valores requeridos con sus propios ahorros, Eddie no tuvo de otra que pedir prestado a su madre. Hicieron las reservaciones correspondientes tanto del hotel "Fogata" como del equipo de nieve.
Partieron por la madrugada en el Jeap que Richie había logrado reparar un par de meses atrás. Él y Bill se turnaban para conducir, ya que Stan no tenía licencia ni Eddie edad para conseguirla. Era un viaje de doce largas horas, se detendrían en estaciones de autoservicio cada tres horas y sería en ese momento donde los conductores realizarían el intercambio, también los acompañantes. Cuando le tocaba al tartaja Stan iba de copiloto, Richie y Eddie atrás; luego Bill cambiaba con Tozier y el pelirrojo con el asmático.
Las primeras horas pasaron, mientras los otros tres dormían el de lentes se dedicó a escuchar música a través de sus auriculares y echarle un par de miradas al pequeño castaño. Dios, cómo le gustaba ese chico, sobre todo cuando dormía, por lo que se la pasaba observándolo durante las pijamadas que organizaban a menudo. Se tentó a tocar su rostro en más de una ocasión y  sentir esos mechones castaños entre sus dedos, pero sabía de sobra que Eddie tenía el sueño ligero y no estaba dispuesto a ser descubierto. Se le hubiera declarado hace tiempo de no ser porque ya anticipaba la respuesta del menor, era evidente que representaba una constante molestia para él. Notaba su incomodidad cuando hablaba de temas referentes al sexo, o irritación cuando no paraba de decir estupideces. Estaba claro... Eddie Kaspbrak no quería nada con él ni lo querría jamás.
Se desvío de la autopista y entró en la primera estación.

--Arriba, perdedores!-- cantó alegremente-- Denbrough, encárgate del auto. Me estoy meando--

...

Eddie se pasó al menos dos horas más durmiendo, ya que la noche anterior no había logrado pegar un ojo debido a los nervios. Nunca había dejado el pueblo antes y menos sin su madre. Además para esquiar, algo que nunca en la vida hubiera pensado en hacer.
Despertó de forma perezosa, ni se molestó en abrir los ojos, pero una conversación algo extraña lo obligó a entreabrirlos ligeramente.

--S-Stan, e-es en serio?-- el nombrado sólo soltó una risilla

Kaspbrak abrió un ojo y vio como el judío besaba el cuello de su novio, eran besos húmedos, lentos. Bill no despegaba la vista del frente, inclinó ligeramente su cabeza para darle al joven Uris un mejor acceso. Éste último terminó por morderlo suavemente a la altura de la clavícula y el tartaja emitió un pequeño jadeo, de inmediato su novio le cubrió la boca con una de sus manos y se volteó hacia atrás. Eddie cerró su ojo y simuló estar dormido, durante unos segundos no oyó nada, luego un par de risas silenciosas. Cuando miró nuevamente sintió un vuelco en el pecho por la sorpresa... La mano de Stan se deslizaba por el muslo de Bill con una lentitud tortuosa.

--S-S-Stan...--

--Guarda silencio, cariño. Los despertarás-- susurró mientras le desabrochaba el cinturón de seguridad y su mano ahora subía para perderse bajo la camiseta del castaño.

El corazón del asmático iba a mil por hora, sabía que debía cerrar los ojos o apartar la mirada pero no podía. Espiar a sus amigos no era correcto, menos cuando estaban en medio de "eso"... Aunque tampoco les daba libertad de hacerlo donde quieran, estaban frente a ellos maldita sea!
Los numerosos suspiros de Bill lo sacaron de sus pensamientos, notó cómo sujetaba el volante con algo de fuerza y temblaba de vez en cuando, a través del retrovisor lo vio mordiéndose el labio inferior para acallar sus gemidos. Stan se inclinó hacia él sin retirar su mano y comenzó a lamer el cuello de su novio, lentamente desde la clavícula hasta la mandíbula trazó un camino de saliva. El tartaja se volteó hacia él rápidamente y unió ambas bocas, sin embargo ese beso duró poco ya que Bill no podía dejar de ver el camino. Pasaron unos minutos más hasta que el pelirrojo determinó que ya había sido suficiente tortura, abandonó el cuerpo de su novio y rió al ver como ahora tenía una situación de la cual encargarse en la próxima parada.

...

Llegaron por la noche completamente agotados y deseosos de dormir en una cama, en lugar de los asientos del vehículo. Una vez que todas las maletas se encontraron en la recepción Bill presentó sus datos personales al encargado, éste le entregó las llaves de las dos habitaciones: la suya y de Stan contaba con una cama matrimonial, mientras que la de Richie y Eddie tenía dos camas separadas. También les explicó las reglas del hotel y los horarios, luego los muchachos prosiguieron a instalarse.

--Despiertame cuando sea hora de cenar-- el de lentes de dejó caer en la cama sin más que agregar

--Rich, eso es en cinco minutos--

--Maldita sea...-- se puso de pie a regañadientes y se dirigió al baño a mojarse la cara

--Estás bien? Si quieres puedo traerte la comida--

--No permiten eso, Edds-- se volteó hacia el pequeño con una sonrisa-- Ya no te preocupes por mí, me halagas--

--Cierra la boca, Tozier-- respondió con molestia

El restaurante se encontraba en el piso más alto, era muy espacioso y bien decorado, contaba con una terraza que ofrecía una impresionante vista de las montañas nevadas. Tenía bastante clase para tratarse de un hotel en medio de la nada.
La habitación continua era una enorme sala de estar con televisión, sillónes, juegos de mesa, una barra y una mesa de billar, también con una chimenea al fondo.
Una vez que concluyeron la cena Stan y Bill desaparecieron de inmediato, los otros dos sabían muy bien lo que tramaban por lo que se dirigieron a la sala de estar para comenzar una partida de billar.

-Vaya Espagueti, si que apestas en esto-- Richie ya llevaba dos partidas ganando

--Cállate! Ya lo tengo-- pero volvió a fallar-- No abandonaré esta sala hasta vencerte al menos una vez--

--De acuerdo, de acuerdo. Tú ganas-- con envidiable puntería el de lentes envió la bola negra al hueco más cercano

--Eso no es justo, perdiste a propósito--

Pero Tozier lo ignoró, salió a la terraza y encendió un cigarro, se recargó en la barandilla con la mirada fija en la oscuridad absoluta. Era una noche sin luna, sin estrellas, las montañas no existían, sólo el viento helado.
Eddie llegó junto a él y lo imitó, no habló, ninguno lo hizo. Ambos tenían cosas que decirse pero él miedo los dominaba, miedo al rechazo, a la burla y la decepción. Ninguno quería sufrir las angustias de un corazón roto. Pero sus almas pedían a gritos esas palabras que ambos necesitaban escuchar, aunque jamás llegarían.

--De verdad debes dejar de fumar, no es saludable para ti--

--Lo sé-- le dio una última calada al cigarro y lo arrojó.

El asmático observó disimuladamente como el humo salía de su boca, acariciando suavemente esos labios que se le antojaban como el postre más dulce. No pudo evitar morder los suyos al imaginarse a ambos envueltos en un beso perfecto y cálido.

--Edds?--

--Si, Rich?--

--Me alegra que estés aquí... No sería lo mismo sin ti-- las mejillas de Kaspbrak se encendieron

--M-Me alegra estar aquí-- eso no era lo que había planeado, más bien: "Tambien me alegra que estés aquí, Rich. Siempre es mejor cuando estás cerca" pero no lo dijo

--Vamos a dormir, se me congelan las bolas-- dijo antes de ingresar nuevamente

--Eres tan desagradable...--

Clases de ski [REDDIE Y STENBROUGH] (EN EDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora