Capítulo VI

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Bill se encerró en el baño.
Como siempre que discutían, necesitaba un tiempo a solas. Sé lo que están pensando... Por qué no salió de la habitación en lugar de quedarse ahí? Pues porque el idiota de Stan no se lo permitió, el de rizos pelirrojos literalmente se quedó de pie frente a la puerta y ahí se quedó.
Para que puedan entender la situación necesitan saber que esa misma tarde la pareja se detuvo en un parador, un chocolate caliente sentaba muy bien para contrarrestar el frío que sentían debido a su ropa mojada por la nieve.
Stan caminaba lentamente cargando ambas bebidas, procurando no chocar con ninguna de las numerosas personas que se aglomeraron en el lugar con las mismas intenciones de combatir el frío. Al levantar su mirada para ubicar a Bill lo vio sentado junto a alguien, mientras se ausentó una chica se había sentado en SU lugar... Junto a SU novio. Lo peor? El castaño le sonreía amablemente mientras ella hablaba y hablaba, claramente notó como su mano se iba acercando peligrosamente a la del tartaja... Y claramente notó que él también se percató de eso.
Stan estaba furioso, y sabía que si abría la boca sería un escándalo monumental. Enfilo hacia la mesa y dejó la bebida de Bill sobre ella, sin mediar palabra salió a tomar la suya al balcón. Pudo observar por el rabillo del ojo como el de ojos azules venía tras él, pero no se movió. Tampoco dijo nada cuando este le preguntó qué le ocurría.
El silencio presente en el baño se vio interrumpido por unos golpes en la puerta.

--Déjame--

--Tenemos que hablar, Bill--

--Vamos a hablar? O sólo voy a ser yo escuchando como me gritas?-- se produjo una pausa para sorberse la nariz, no iba a llorar ahora-- Como acaba de ocurrir--

Bill estaba enfadado, pero eso no evitó que se asustara al oír como el judío trataba de forcejear la perilla de la puerta, como si no fuera bastante evidente que la había asegurado.

--Si quieres hablar... Lo haremos así-- demandó con firmesa, intentando esconder el temblor en su voz.

--Sabías que te estaba coqueteando. Y no hiciste nada-- espeto el otro, casi de inmediato-- Siempre eres así, Denbrough, tienes un problema para recordar que tienes novio y que no puedes actuar así con cualquiera que se te acerque--

--Tú tienes un problema si crees que voy a dejarte sólo por hablar con otras personas-- con cada respuesta los muchachos levantaban cada vez más la voz.

Y a Stan eso le molestó aun más... Porque tenía razón. Si, le daba miedo que lo dejara, le daba miedo que el castaño finalmente se percatara de que podría conseguir a alguien mejor. Le aterraba.

--Si... Tengo un problema-- y Bill se sorprendió tanto al oírlo que, por inercia, abrió la puerta para quedarse mirándolo. No era normal del pelirrojo el admitir algo así en plena pelea, normalmente lo hacía cuando ya se encontraba calmado.
Ambos se miraron por algunos segundos, hasta que el castaño rompió el espacio entre ellos para abrazarlo.

--No puedes seguir haciendo estas escenas, Stany-- su voz era suave, no pudo evitar acariciarle el cabello

--Lo sé. Tienes razón, me asusta la idea de que me dejes--

--Por qué lo haría?-- se separó del más alto solo para besarlo con dulzura-- Te amo--

--Yo también te amo, Billy--

...

Una tenue luz se coló dentro de la fría y oscura habitación una vez que Eddie abrió la puerta, se quitó los zapatos para no hacer ruido pues sabía que el mayor se encontraba profundamente dormido. Había subido a almorzar completamente solo, sabía perfectamente por qué los otros dos no habían aparecido y decidió ni acercarse a la puerta para llamarlos.
Lo primero que hizo fue revisar a su amigo, estaba destapado, le tocó los brazos con suavidad y se sorprendió al sentirlos helados. Se apresuró a cubrirlo con las sábanas, al hacerlo el azabache soltó un largo suspiro y sonrió ligeramente.
Eddie quedó pasmado, no pudo evitar sonreír él también y acercarse más. Se arrodilló junto a la cama únicamente para acomodarse sobre el borde del colchón y observarlo durante largos minutos.
Sintió una extraña molestia en su nariz.
Una de sus manos reptó sigilosamente por el cuerpo de Tozier, se posicionó cuidadosamente en su pecho, por encima de la ropa, y comenzó a ascender con lentitud.
La molestia se hizo más fuerte...
Llegó al cuello del chico, notaba como la suave piel subía y bajaba al ritmo de las palpitaciones de su corazón. El pulgar se posicionó sobre su nuez para luego comenzar a dibujar círculos a su alrededor con delicadeza. Siguió avanzando.
La molestia era insoportable...
Al alcanzar finalmente su objetivo las primeras lágrimas ya habian comenzado a asomarse. Sus mejillas eran tan suaves, tenía una expresión serena, siempre la tenía cuando dormía, contrastaba tanto con su actitud. A pesar de que siempre procuraba verse sonriente el pequeño asmático sabía que aquella mueca ocultaba algo. Una vez que su vista aterrizó en los labios del azabache no logró enfocarse en otra cosa, sus dedos los delinearon con cuidado, las lágrimas corrían ahora por sus mejillas. Sabía que nunca lograría besar esa boca y eso lo destrozaba.
Rápidamente cubrió su boca con su mano libre, ya que sintió cómo un sollozo subía por su garganta. Logró ahogarlo pero sabía que más vendrían en camino, por lo que se puso de pie lentamente y, en silencio, abandonó a Richie para meterse en el baño, donde sólo atinó a sentarse con la espalda apoyada en la pared. Se aseguró de cerrar la puerta con seguro antes de dejar que sus penas lo inunden, lloró lo más bajo que pudo, cubriendo su boca y nariz de vez en cuando. Era un cobarde y lo sabía, en el fondo supo desde un principio que jamás juntaría el valor para decirle aquellas palabras, las cuales siempre le oprimirán en el pecho. Ahora su falta de coraje lo condenó a observar con resignación el momento en donde su amado amigo le dará la espalda para irse con alguien más, y él permanecerá en las sombras.

--Te amo, Rich...-- confesó entre sollozos, su respiración lo obligó a entrecortar la frase--T-Te amo mucho...--

Abrazo sus piernas contra su pecho con excesiva fuerza, hundió el rostro entre sus rodillas y continuó llorando, esta vez más fuerte que antes.

...

El ambiente que antes se encontraba inundado de jadeos y gemidos estaba ahora sumido en un silencio ensordecedor, la tranquilidad reinaba entre la pareja que descansaba luego de tanta... "Actividad".
Bill se encontraba recostado sobre el colchón, completamente relajado y con los ojos cerrados, disfrutando de la suavidad de los rizos de Stanley, quién descansaba sobre su pecho. Cada tanto alguna frase cursi interrumpía el silencio, le seguían un par de risas por parte de ambos, y por último otra sesión de besos. El judío sabía perfectamente cuánto amaba Bill que le besara el cuello, al igual que el tartaja sabía que a su novio le encantaba que le toquen el cabello; se entendían, conocían el cuerpo del otro, existía una total armonía entre ellos que lograba transformar aquellos simples gestos en momentos maravillosos.
Stan lo observó sonriente. Era tan feliz con el castaño a su lado, había comprendido hace ya tiempo lo incompleto que se sentía cuando no lo tenía cerca, sabía cuánto lo necesitaba, que sin él el mundo volvería a ser lo que era... Una mierda.
Recordó a Richie inevitablemente, cómo mostraba sus sonrisas estúpidas, simples máscaras que utilizaba para ocultarse. Sabía que Eddie lograría cambiar su percepción de las cosas, tal como Bill había hecho con él.

--E-En qué p-piensas, Stany?-- el nombrado cayó en cuenta de que había estado mirando a la nada por un par de minutos, su vista regresó a aquellos ojos azules y sonrió

--En lo mucho que te amo-- el castaño mordió su labio pero le sostuvo la mirada

--A-Algo más?--

--En la estupidez de Richie...-- la respuesta tan directa sorprendió al menor-- Él y Eddie ya deberían estar juntos, ambos lo sabemos. Pero insiste en manterer el secreto a pesar de que sabe que sus sentimientos son correspondidos--

--T-Tiene algo q-que ver con sus c-constantes peleas?--

--No quiere que me meta...-- ahora el pelirrojo daba pequeños golpecitos sobre el pecho de su novio, lo hacía cuando estaba estresado

--Entonces n-no lo h-hagas--

--Sólo lo estoy ayudando. Debería agradecerme, yo lo haría en su lugar--

--Pero tú no eres él, Stan. No debes presionarlo tanto, estoy seguro de que encontrará el momento adecuado-- el mayor lo observó impresionado, posó su mano en una de sus mejillas

--No tartamudeaste--

Bill se sonrojó levemente y desvío la mirada, pero Uris lo obligó a mirarlo nuevamente. Las miradas se cruzaron, el judío tomó la cintura de Denbrought e hizo que quedara debajo de él para posicionarse sobre él. La distancia se fue reduciendo hasta que las bocas de ambos se encontraron, las manos de Bill sostuvieron el rostro de Stan con delicadeza mientras profundizaba el beso.
Su novio sabía de estas cosas, acostumbra a tener la razón. Si confiaba en que Richie lograría dar el paso él también debería, pero no cabía duda alguna de que se trataba de un idiota de mucho cuidado... Por favor, estamos hablando de Richie Tozier.
El castaño se separó él para abrazarlo cariñosamente, claro que lo imitó de inmediato. Y así durmieron, confiando en qué las cosas resultarían como ellos las habían planeado.

Clases de ski [REDDIE Y STENBROUGH] (EN EDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora