Sorpresa

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Nota:  Aquí Ubaldo sigue siendo jefe de gobierno, solo es un padre ambicioso y exigente ( aunque no hago mucha mención de él).


Aquel chico estaba molesto, pero ¿por qué molestarse en un día tan importante como su cumpleaños? Ese día debería de ser uno de los más felices en el año, sin embargo, a pesar de que sus amigos le hicieron una pequeña fiesta "sorpresa" y lo pongo entre comillas ya que son pésimos disimulando. Y había pasado gran parte del día recibiendo la atención de sus padres sentía que algo le faltaba y sabía perfectamente que era o más bien quien.

Esperaba que ese día también lo pudiera compartir con esa persona que recientemente se había vuelto muy importante, pero aquel chico simplemente no apareció. Lo único que había obtenido de él fue un escueto mensaje que decía "Feliz cumpleaños", nada más, ni siquiera un "pásatelo bien" o un "te amo, cásate conmigo", ¡nada! ¿era tan difícil agregar algo más?... bueno no podía negar que cuando recibió aquel texto más temprano, muy temprano por cierto, le hizo sumamente feliz. Ahora el día ya estaba casi por terminar, ya había oscurecido y sus roomies andaban incluso en pijama.

Él, desilusionado pensaba ahogar su pena, se había prometido ya no tomar y menos lo haría ese día, así que se llenaría de azúcar, eso sonaba mejor. Se dirigió a su cocina, abrió la nevera en busca de helado, pero no encontró nada, bufó frustrado yendo a la sala tomando las llaves que se encontraban sobre la mesita que estaba cerca de la puerta.

— ¿A dónde vas? — Su mejor amigo lo miraba desde el otro extremo de la sala

—A la tienda... ¿quieres algo?

Temo lo miró extrañado —¿A esta hora?

El rubio solo alzo los hombros. —Si, se me antojo algo dulce

—¿Quieres que te acompañe? Solo espérame y me cambio

—No Temo, ya es tarde y si no me apuro puede que no alcance abierto, no está lejos, no tardo— Decía el chico ya con la mano en la perilla de la puerta.

Su amigo asintió resignado. —De acuerdo, solo no tardes— Se giró tomando camino a su habitación. —¡Ah! Y no olvides cerrar la puerta cuando llegues... ya van varias veces que la dejas sin seguro.

—¡Si mamá! —respondía desde el exterior.

Cuando estaba acercándose al portón lo notó, irremediablemente su corazón aumentó su actividad, quiso correr hacía él, pero se contuvo. Aquel chico estaba de pie, recargado en su auto mirando su teléfono. ¿Cómo es que estando simplemente ahí, sin hacer nada pudiera verse tan bien?

El ruido del portón abriéndose alertó al otro chico, quitando su vista del móvil para dirigirla a la entrada, fue ahí cuando se percató del rubio, este caminó hacia él, ninguno despegaba la vista del otro. Llegó a donde se encontraba quedando de frente.

—Mati—Saludo —¿Qué haces aquí? ¿Ya llevas rato aquí afuera? ¿Porqué no entraste? —Preguntaba entusiasmado sin darle tiempo al otro de responder.

El más alto solo sonrió de lado. —Hola Diego... respondiendo a tus preguntas, acabo de llegar, justo estaba por mandarte un mensaje para avisarte que estaba aquí afuera.

El menor asintió, palpando los bolsillos de su pantalón. —No traigo mi teléfono, lo debí dejar en mi recamara.

—¿Ibas a algún lado?

—Si, a la tienda... se me antojaba algo dulce

—¿Acaso no tuviste suficiente con todo el pastel que comiste hoy?

Momentos MATIEGO 💙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora