Celular (Clint x Tony) parte VIII

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Clint caminaba por los pasillos de la torre, pensaba qué hacer para arreglar el problema de la “obsesión” que tenía hacia el millonario.

—No se me ocurre nada... —suspiró decaído. —Quizá si le regalo unas donas rellenas de mermelada de fresa, cubiertas de glaseado de nuez y vainilla con jarabe de chocolate con chispitas de colores con un toque de pedacitos de nuez. —se dijo reflexivo. —Ahora que lo pienso... ¿Cuántas calorías tiene una de esas donas? —suspiró, tampoco podía regalarle eso porque esas eran sus favoritas que mantenía en secreto, nadie más sabía y si le compraba esas donas, entonces se vería aún más acosador.

No dijo nada más y siguió con su rumbo hacia su habitación hasta que se detuvo en la esquina ya que vio como el filántropo salía de su habitación. —Tony acaba de... —se dijo y le entró la curiosidad de meterse al cuarto de Stark y robar una prenda de ropa perteneciente al genio. —No, ni lo pienses, Barton. —se negó a sí mismo. —Pero y si no hay otra oportunidad... ¡No! No es lo correcto, pero debo aprovecharlo... ¿Y Si Tony se da cuenta? Me veré aun más depravado.

Se acercó sigilosamente hacia el cuarto del genio y se detuvo en frente de la puerta. —¿Debería o no debería? —llevó su mano hacia el picaporte de la puerta mientras su mano temblaba un poco por causa de los nervios. —¡Está bien! —gritó en voz baja para sí mismo. —Me meto a sacar una prenda que huela a él y me salgo a toda velocidad. —sonrió triunfal. —Y nada pasó aquí ni por allá.

Y sin más, se metió a la habitación del genio procurando no hacer ningún ruido, una vez dentro, se apresuró a buscar algo que le recordara al castaño, caminó hacia un cuarto donde Tony guardaba toda su ropa, abrió la puerta y al adentrarse justo antes de encender la luz, se detuvo con los ojos muy abiertos. —¡Maldición, no me acordaba de J.A.R.V.I.S.!

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