Un año atrás, debido a una supuesta guerra, un incendio destruyó Leist y lo convirtió en un pueblo fantasma. Nadie nos ayudó. Tampoco nos permitieron salir de ahí, dejándonos sobrevivir casi a nuestra suerte.
Después llegó la extraña niebla amarill...
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Leist se había convertido en un pueblo fantasma después del incendio que arrasó con todo un año atrás. Más de la mitad de los habitantes habían muerto, las casas ya no eran tan bonitas como antes y una gran parte del enorme bosque que lo caracterizaba había terminado hecho cenizas. Y para hacerlo peor el clima ya no era como debía ser; el aire estaba más caliente de lo normal y el cielo siempre teñido de gris, aunque ya casi no llovía.
Las autoridades correspondientes ayudaron a cesar el desastre, pero apenas lo consiguieron se marcharon y nos abandonaron a nuestra suerte, apenas vislumbrando un rayo de luz con la comida que nos hacían llegar cada mes. No sabía por qué no nos sacaban de ahí o nos brindaban atención médica. Se decía que estábamos en guerra, pero no podíamos mantener comunicación con el exterior para saberlo. Eramos un pueblo alejado por largas carreteras y un único ataque había sido suficiente para aislarnos más.
Algunos decidieron salir hacia Alrist, el pueblo más cercano a cuatro horas en busca de una oportunidad, pero, si bien no había recibido ni un sólo ataque, era un lugar custodiado por militares que nos prohibieron el paso para salvaguardar la seguridad, los insumos y la economía del lugar. Por ello el resto de los habitantes de Leist nos vimos obligados a permanecer aquí y sobrevivir.
El 19 de octubre del 2037, la peor de nuestras desgracias cayó sobre el pueblo.
Una niebla amarilla se deslizó debajo del cielo como una nube gigante hasta que desapareció en un punto cercano a los límites de Leist. Una semana después muchas personas comenzaron a morir.
Habían sido diez muertos en total al final de la semana, y todos morían de la misma forma.
Un mes después, la niebla volvió y una semana después le acompañaron diez muertes más.
La niebla sólo se cernía sobre nuestro pueblo, pues la había visto aparecer y desaparecer sobre los límites, así que supe que algo extraño estaba sucediendo.
Al igual que yo, había quienes sabían lo que se tenía que hacer: luchar por nuestra libertad y sobrevivir.
Fue esa decisión la que me llevó a descubrir el proyecto Erion.
Entonces supe porque la niebla no mataba a todos los expuestos.