Me giré, porque escuchar su voz no era suficiente. Tenía que verlo, necesitaba verlo. Y lo vi. Pero no por mucho tiempo; pues mi mirada fue bloqueada en cuestión de segundos, por su propio rostro, que se aplastaba contra el mío; mientras me besaba por primera vez.
Todos esos meses estudiando juntos, pasando notas y lanzándonos pequeñas bolitas de papel en la biblioteca. Todas esas piezas de pizza y dulces que habíamos compartido. Todos los buenos instantes bajo el árbol gigante al centro de las áreas verdes de la escuela. Todo pasaba por mi mente, mientras me sumergía en el beso de Gabriel; al mismo tiempo en que me depositaba sobre la arena.
Esto en verdad estaba sucediendo, tuve que abrir unos segundos los ojos, para verlo; para estar segura que era él quien me besaba. Y mi sorpresa fue grande, cuando me encontré con sus ojos. Él también quería mirarme, él también estaba temeroso de que el instante se esfumara.
Tras unos minutos, seguíamos recostados sobre la arena, buscando respirar con normalidad.
-“No sabes la cantidad de tiempo que tengo deseando besarte.”- me hablaba en voz baja, como para no romper el encanto que nos rodeaba, para permanecer en el secreto de la playa solitaria y el cielo estampado en estrellas brillantes.
-“No sabes la cantidad de tiempo que tengo deseando que lo hicieras.”- le respondí, ahogando parcialmente mi voz en su pecho. Aumentó su la presión de su brazo en torno a mis hombros, pegándome más a él, si es que fuera posible.
Pasaron unos cuantos minutos más. El silencio era cómodo, nuestros alientos comenzaban a hacer figuritas de vapor en el aire. La temperatura descendía proporcionalmente a la hora; pero no éramos afectados por ella. Estábamos tan cerca, compartíamos tantos sentimientos y tantas incertidumbres, que movernos estaba fuera de cuestión.
-“¿Cómo se quedaron las cosas en casa?”- tenía que preguntar, no era mi intención lastimar a Darío, ni ofenderlo frente a todos.
-“Pues, resumiré en esto: tu novio se ha encerrado en el despacho de tu casa y no abre la puerta a nadie, tu madre sufrió un desmallo muy dramático y poco creíble, tu padre está organizando la despedida más decorosa posible de todos los invitados.”- no estaba riendo, pero su tono era muy poco serio.
Suspiré. –“Parece que causé un enorme desastre.”-
Gabriel se giró un poco, para quedar frente a mí, apoyándose en su brazo derecho y rodeándome por la cintura con el izquierdo.
-“Nada de lo que hagas por necesidad, jamás debe de causarte culpa, Azul. Si tu alma no quería estar allí, con él, en ese momento; nadie debe juzgarte por haberte ido.”- sus ojos brillaban y era lo único que podía discernir claramente en la oscuridad; y era lo único que necesitaba para dejar salir un poco de la tensión que se acumulaba en mi pecho.
Comencé a pasar mis dedos por su cabello, era tan suave y sedoso, que cualquier chica envidiaría tenerlo. Noté como cerraba los ojos, relajándose a mi tacto. Era precioso. De esas bellezas masculinas, que nada tenían que ver, con las facciones finas y estilizadas de los estereotipos europeos. Era todo hombre, en cada ángulo y áspera superficie.
Casi esperaba que comenzara a ronronear como un felino contento, pero en cambio, acercó de nuevo sus labios a los míos y me permití perderme en ellos, porque era lo que mi alma necesitaba.
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Elegirte a Ti
Short Story¿Qué decidir?, cuando frente a ti, está la opción de tener una vida perfecta, al lado del hombre que es perfecto para tu realidad; y del otro lado, el sueño que siempre anhelaste, que te fue arrebatado, pero que es incierto y poco conocido. Azul ha...