VIII

1K 21 0
                                    

Me puso de pie y entre las caricias, me sentó en el escritorio, abrió mis piernas y succionó la baba de mi vagina.
Metió dos de sus dedos en mi agujero mientras me besaba apasionadamente, mis piernas cada vez se abrían más y Camilo aceleraba la masturbación, mordía mis labios, pero la excitación no me dejaba sentí dolor.
- Camilo: Qué calientita estás allí abajo.
Sonreí malvadamente.
- Camilo: ¡Me tientas!
Me bajó y me puso de espalda, me inclinó fuertemente contra el escritorio, mis senos quedaron aplastados contra la madera al igual que las palmas de mis manos.
Camilo introdujo los mismos dedos húmedos en mi ano, empezó a meterlos y sacarlos.
Saco un pequeño objeto ovalado y largo de su bolsillo, y también lo introdujo.
Con su pelvis empujaba para impulsar la penetración mientras pegaba fuertes nalgadas, sus manos quedaron marcadas.
Yo no podía hacer más que arrancar pedazos de madera con mis uñas y morderme la lengua para no gemir.
Camilo era un poco violento a la hora de actuar sexualmente, pero me encantaba.
Finalmente subió mis interiores y dijo:
- Camilo: Ya es hora de dormir cariño.
Despidiéndose con una nalgada.
Subió sus pantalones, me dió un último beso y se marchó.
Yo le seguí detrás dirigiéndome a mi cuarto.
No sé sabia quién sería el primero en penetrar, pero, ¡ya que!
No estaría nada mal hacer una orgia y ser yo la única chica... Pensé:
"¿Será mala idea tener sexo con los tres al mismo tiempo?"

Los Hijos de mi padrastro. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora