Peach 11

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How many thoughts came over baby



Sentía su desesperación cuando mis caderas se movían sobre sus ágiles dedos y cerré los ojos no pudiendo mas de placer mientras tartamudeaba, de manera casi inaudible, que no se detuviese. 

Sus manos permanecían en la parte baja de mi cuerpo, una rodeaba mi cintura y la otra... entre mis muslos.

No me había puesto a pensar en lo atrevida que fue mi petición dejando de lado cualquier clase de pudor y vergüenza, sobretodo tomando en cuenta el lugar en el que nos encontrábamos: la cocina de mi casa.

Quizás este podría ser considerado como un gran paso dentro de nuestra relación, sin contar todas las otras veces que las cosas se habían dado pero que no llegaron mas allá de los besos.

A decir verdad... ahora que lo pienso detenidamente, siempre que nos reuníamos vivíamos instancias de sexo frustrado.

¿En que se basaba nuestra "relación"? 

En primer lugar apenas nos veíamos, y cuando lo hacíamos no llegábamos a mucho. 

Cuando vivía en el extranjero era más fácil hablar a pesar de la diferencia horaria. Poco a poco comenzamos a crear una rutina que lamentablemente no habíamos podido adaptar ahora que estábamos mucho mucho muchísimo más cerca.
Era extraño tener que limitar nuestras conversaciones a las mini citas que conseguimos tener durante este mes siendo que antes las 7 horas que nos separaban eran mucho menos complicadas de llevar.

Cuando apenas comenzamos a tener contacto estaba tan hundida en nueva mierda que vi su llegada como una pequeña esperanza que lentamente se fue convirtiendo en la razón para dejar atras mis malos pasos y salir del agujero. No me sentía una mujer dependiente de un hombre, para nada, de hecho jamás perdí de vista mis metas y no cambiaría mis planes por Minhyun pero... debo admitir que su ternura y calidez fueron de gran ayuda cuando necesité un hombro en quien dejar caer parte de esa pesada mochila.

Ahora siendo sinceros... esa calidez se había ido transformando en algo más pasional y fogoso, nada parecido a lo que teníamos meses atrás. 

Minhyun me gustaba, me gustaba mucho en todos los sentidos, era divertido, centrado, maduro, cariñoso, atento y sexy... así que sí, quería tener sexo con él, quería quitarle la ropa, besarlo, tocarlo, quería deshacer su cama y romper con el orden de su apartamento, quería hacerlo con tantas ganas... 

- Ven conmigo esta noche - y al parecer él esperaba lo mismo. Su voz se teñía de un timbre grave, ansioso y demandante... algo muy excitante - por favor...

Aquella suplica pareció dolerle tanto como a mi.

La última vez que estuvimos en esta habitación las cosas también se habían puesto bastante calientes pero no pude corresponderle porque estaba atravesando por mi semana infernal (si, siempre era horrible. El dolor abdominal, la hinchazón, los dolores de cabeza, todo), pero ahora no tenía excusas para negarme y lo que sobraba eran las ganas.

Minhyun me estaba invitando a pasar la noche en su casa... en su departamento, aquel lugar tan tranquilo y hermoso que me había recibido hace unos cuantos días y en el cual pretendía dejar mi huella... pero no le respondí de inmediato. Quería que me rogara un poco más, que me diera alguna otra razón aparte de su obvia erección... porque si íbamos a su casa la intención no era otra mas que follar.

- _________________ - saco sus dedos de mi interior y puso ambas manos en mis caderas, insinuando que quería que me sentase en sus piernas. Le seguí la corriente y descendí un poco para quedar cómoda, un poco abierta de piernas pero nada desagradable - ¿Que me dices? - recorrió mi pecho con su nariz y llego hasta mi cuello para susurrar su propuesta - Si te preocupa la rutina puedes llevar algo de ropa y mañana puedo dejarte en el trabajo - este era un ejemplo de que cuando se esta caliente se hace todo lo posible por complacer al otro, nadie podía negarmelo, Minhyun estaba solucionando todos los posibles inconvenientes y se me hacia muy difícil seguir haciéndolo esperar por mi mas que obvia respuesta.

Peaches And Cigarrettes ¤ Kang DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora