| 𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐀𝐗𝐈𝐌𝐎𝐅𝐅 |
❝Podemos luchar todo el día, Wanda . Pero no perteneceré a nadie, sino a mí misma. Y hace tiempo que no puedo decir eso.❞
𝕴𝖓𝖋𝖎𝖓𝖎𝖙𝖞 𝕾𝖆𝖌𝖆
Una nueva era ha llegado, la era de los alterados. Humanos genéticamente...
Lorna no duerme nada esa noche, no podía hacerlo, por otra parte, Wanda terminó por conciliar el sueño a las dos y pico de la madrugada, trató de quedarse despierta pero el cansancio le ganó y no la culpaba, después de todo lo que había ocurrido era merecido para ella algo de descanso, sin embargo Lorna también sentía cansancio pero el insomnio le había atacado una vez más.
El reloj marcó las cinco de la mañana, el cielo comenzó a tiñarse de un color rosa a la lenta salida del sol, las aves cantaban de a poco mientras que los grillos aún seguían presentes en alguna parte de entre todos los árboles y hierbas.
El ruido de las piedras siendo pisadas llamó su atención, Lorna se puso de pie y caminó hasta la ventana, un hombre corría alrededor de la base, era alto y llevaba una sudadera gris, era Steve, Lorna lo miró fijamente mientras que él se hacía más pequeño en cuanto se alejaba. Ella negó y retrocedió.
Fue hacia un pequeño sillón donde su chaqueta negro que había comprado en aquel Bazzar junto con Pietro yacía sobre él, ella lo tomó, abrió la puerta y salió de la habitación.
Lorna salió de la base, un ligero viento helado sopló, ella se cruzó los brazos y caminó entre el césped en dirección al bosque, quería estar sola y no lograría eso estando en aquel lugar ya que, de seguro Stark tendría cámaras y micrófonos por todas partes.
Maximoff caminaba en dirección a los árboles con el tinte rosa del cielo sobre ella, era una vista preciosa. Los cabellos verdes de Lorna ondeaban por el viento mientras que ella se adentraba al bosque.
El lugar era muy tranquilo, sólo se oía el viento contra las hojas de los árboles. Lorna caminaba alrededor de la naturaleza, había pasado tanto tiempo desde la última vez que estaba en un lugar como ese. Podía disfrutarlo sin el temor de que alguien la interrumpiera.
El sonido de agua corriendo llamó su atención, caminó unos cuantos metros adelante encontrándose con un extenso hilo de agua cristalina. La vista era magnífica, las pocas estrellas que aún quedaban brillaban en el cielo rosa mientras que el sol nacía de apoco.
Lorna tomó asiento en una roca cerca de allí apreciando lo que no podía hace tiempo. Todo era tan tranquilo, tan puro, algo digno de admirar. Su mirada hazel se perdió más allá de la vista.
Oír como el agua chocaba contra las rocas la tranquilizaba, era lo más cerca a lo natural que podía estar. La frescura del amanecer le acariciaba el rostro junto con una leve brisa. Lorna respira con pura tranquilidad, no se preocupaba por nadie o nada, sólo era ella en aquel momento, sin embargo eso se rompe al oír la pisadas sobre las pequeñas rocas en el suelo.
