Capítulo 3

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Corre.

Eso repetía mi mente a cada segundo. Esa pequeña palabra de 4 letras, qué en ese preciso momento tenían un gran significado para mí
Yo escapaba de algo... O quizás de alguien. No lo sé. Corría como si mi vida dependiera de ello.  Estaba muy cansada, llevaba horas corriendo; mis piernas ya no daban más, mi respiración era muy agitada, estaba deshidratada, me encontraba tan cansada a tal punto de querer desmayarme, quería descansar, pero no podía, lo único que debía de hacer en ese momento era correr.

Estaba en medio del bosque y de la nada caí, como si hubiera chocado con alguna pared, pero a diferencia de esta, era invisible.  Y me adentre en una profunda oscuridad.

- ¡Ah!! ¡Carajo!

Me desperté muy agitada, que del susto de la caída en el recuerdo, me di de panza contra en suelo.

- Si sigo cayendo así, quedaré más plana de lo que ya soy. - Dije sobándome el trasero adolorida.

La puerta de la habitación se abrió con tanta brusquedad, que casi me da un infarto del susto.

- ¡¡¿PORQUÉ NO TOCAS?!!
- Lo siento, lo siento. Abrí la puerta sin tocar porque escuché tremendo estruendo que venía del piso de arriba, así que subí de inmediato pensando que te había sucedido algo
- Ok. Pero eso no te da derecho a abrir sin tocar, podía haber estado en pelotas.
Pude ver un pequeño sonrojo en el rostro del chico.
- Y-Yo lo... Lo siento mucho.
- Disculpa aceptada.

Vi que se puso a pensar por unos segundos y cambió de cara a una de disgusto.

- Un momento, no tengo porque disculparme, esta es mi casa y yo te estoy cuidando, así que no puedes gritarme así. Continúa con esa actitud y no me abstengo a las consecuencias.

¡Ay nosi! Me salió sencible.

Aunque tiene un poco de razón, no soy muy discreta que digamos, debo cuidar mi bocota, o me hecharan de aquí y no tendré donde poner mi hermoso cuerpo.

- Bueno, creo que eso fue una indirecta muy directa, así que supongo que luego de una semana podré irme. - Es momento de utilizar mis encantos -

Diosito ayúdame, y evita a que parezca un bicho raro con parkinson en el ojo queriendo llamar la atención.
Amén.

Puse una cara de falsa tristeza, esperé hasta que pude ver que el chico no se podía resistir a mis encantos - debo dedicarme a eso, nadie se resistiria- pareció apiadarce de mi, y al parecer cambió de opinión.

- Yo nunca dije que debías irte, solo dije que deberías de comportarte de una mejor manera, si quieres continuar aquí.
- Gracias, trataré de mejorar mi carácter.
- Bueno. Ya puedes bajar, el desayuno está listo.
- Si si, solo dame unos minutos, me daré un baño y bajaré.

Mason ya estaba cruzando la puerta del cuarto, cuando recordé que no tenía ropa.

- ¡Oye!
- ¿Si?
- ¿Tienes un poco de ropa que me prestes?
- Si ya te traigo, espera.

Y asi sin más salió del cuarto hacia el pasillo.

Como no tenía nada que hacer, me puse a curiosear.

El cuarto era de tamaño normal, sus paredes eran beige, había una gran armario café, lo abrí, y me encontré con ropa de chica, esta habitación era de una joven, quizás era prima o hermana de los chicos, nosé pero ellos no me comentaron nada acerca de esta habitación.

- Listo, aquí hay un poco de ropa mía que me queda chica.
- Oye... Se que me dijiste que me controle pero, la curiosidad me esta matando.
- Dime.
- ¿De quién es esa ropa?

Mason se puso pálido, al principio su rostro era de profunda tristeza, como si estuviera perdido en sus recuerdos, pero luego su rostro cambio a uno de disgusto.

- ¿Porque andas husmeando aquí? ¿No tienes cosas que hacer? ¿Cosas en que pensar?¿Padres que recordar?

Uuhh golpe bajo. Eso comentario me hizo enojar también.

- Disculpa por preguntar, pero necesitaba buscar ropa de mi talla, toda la vida no voy a usar ropa de hombre.
- Solo deja de entrometerte en vida ajena.

Salio del cuarto dando tremendo portazo.

Mmm... ¿Porqué se habrá puesto así? ¿ Será que esa chica era alguien muy importante? Luego lo sabré.

Me fuí a dar el baño, y deje aún lado la pequeña discusión qué tuve hace pocos minutos. Ahora empiezo a darme cuenta de algo importante, que dejé pasar; el recuerdo que tuve momentos atrás.
Para ser sincera, ese recuerdo reveló algo muy importante, yo escapaba de algo, y se me notaba muy asustada.

Debo de esforzarme un poco más, a este paso podré recordar quizás toda mi vida en casi dos meses. Así que trate de concentrarme y hacer mi mayor esfuerzo de recordar.

Busqué en todos los espacios de mi mente, y nada. Me siento inútil, no poder recordar nada y para rematar, ser perseguida por algún crimen o por haber hecho algo ilegal.

Del enojo que tenía, pegué un puñetazo a la pared de la ducha. Me dejó impactada el hecho de haber agrietado la pared por mi golpe, pero ¿Tanta fuerza tendré para hacer ese daño? Es imposible que tenga poderes o algo parecido, es algo muy estúpido.

Dios, a medida que pasa el tiempo y que solo han pasado 2 días, mi cabeza ya esta hecha un lío.
Dejé de atormentar mi mente, más de lo que ya estaba y al salir de la ducha me dí cuenta de una cosa. No tenía toalla, había olvidado pedirle una a Mason.

Mierda.

- ¡¡¡MASOOOON!!! ¡¡¡MASOOOON!!!

Desde aquí se podían escuchar las fuerza y la rapidez con la que pisaba el suelo. Tardó un poco en subir pero llegó al cuarto agitado. Supongo que habrá pensado que me pasó algo grave en el baño. Tocó la puerta con mucha insistencia.

- Emma, EMMA ¿Estas bien? ¡Respóndeme!
- Sí si, estoy bien.
- ¿Y para que carajos me llamaste? ¡Pude haber caído por las escaleras!
- JAJAJAJA lo siento - saqué mi cabeza por la puerta- Necesito una toalla, por favor.

Ese momento debe de ser inolvidable. Mason se puso como un tomate al momento de darse cuenta que yo estaba desnuda al otro lado de la puerta. Ahora tengo un nuevo apodo para él: "Tomatito"

- ¿U-una toalla?
- Sí, una toalla, pero apúrate que tengo la piel de gallina.

¡¡JAJAJA se puso peor!!

- Si si, en un momento.

Salió del cuarto, y minutos después regresó con una toalla blanca en sus manos.

- Esta toalla la usarás mientras estés aquí

Abrí un poco más la puerta para poder cojer la toalla, al momento de abrir un poco más, obviamente se mostraba un poco más mi cuerpo. Pero Mason tenía una mano tapando sus ojos y con la otra me entregaba la toalla.

- Claro, gracias. Ya puedes abrir los ojos.

De poquito en poquito entre abrió sus dedos para ver a través de ellos si es que podía abrir sus ojos. Al darse cuenta que no, cerró los pequeños orificios y se puso como un tomate, nuevamente.

- Deja de jugar Emma, ya vistete.
- Ok ok, ya te puedes ir.

Y asi sin más se fue, yo salí del baño, me vestí con la ropa que Mason me dejó al borde de la cama, y bajé a desayunar.
Vamos a ver que tanto puedo provocar a el chico Tomate.

EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora